SOBRESALIENTE CUARTO CONCIERTO FILARMÓNICO.
Bajo la dirección de Juan Pablo Izquierdo la Orquesta Filarmónica de Santiago presentó en su cuarta jornada un notable programa, confirmando ampliamente el altísimo nivel en que se encuentra el conjunto.
En este logro, sin duda alguna jugó un rol clave Juan Pablo Izquierdo, quien como en casa dirigió al conjunto que respondió con el mismo grado de compromiso obras de muy dispares lenguajes, las que no obstante tienen en común una sutil línea de espiritualidad.
La Passacaglia Op. 1 de Anton Webern, que no es la primera de las obras que compuso, todavía mantiene un fuerte lenguaje más bien pos romántico-expresionista que no presagia la atonalidad que manifestará posteriormente. Escrita para una gran orquesta requiere de un director que pueda desentrañar toda la riqueza temática en sus breves exposiciones, sacándolas a luz en medio del entramado polifónico orquestal.
Izquierdo transmitió su empoderamiento a sus músicos que respondieron con total atención y musicalidad a todos su requerimientos, esto es cuanto a balance instrumental, fraseos, articulaciones y contrastes dinámico- expresivos, asimismo se destacaron los elementos de carácter popular que tiene la obra que aluden a la música del cabaret alemán previo a la primera guerra mundial, rompiendo aquellas secciones de gran tensión.
Creemos que si saliera una grabación de la versión, esta se convertiría en un referente de interpretación, la respuesta del público fue particularmente entusiasta reconociendo el gran trabajo de los intérpretes.
Continuó el programa con Tres Meditaciones de la Misa de Leonard Bernstein, obra que en su original no es fácil de clasificar por lo ecléctico de su lenguaje, que va desde el Gregoriano hasta el Jazz y el Rock; estas meditaciones corresponden a Interludios de la obra, en arreglos del propio Bernstein primero para chelo y piano y posteriormente para chelo y orquesta, la estupenda solista de la Filarmónica Katharina Paslawski fue la intérprete.
Paslawski es dueña de un poderoso y bello sonido acompañado de su gran musicalidad, a ello agregaremos la perfección técnica mostrada a lo largo de las complejas secciones de la obra, por mencionar algunas sus dobles cuerdas, armónicos y pizzicato en una amplia gama dinámica, Izquierdo fue un acompañante perfecto complementando plenamente los diálogos entre la solista y la orquesta que plantean variados desafíos dinámicos y expresivos que deben observar total coherencia. Sin menoscabar otras secciones destacaremos, el pizzicato de la solista con el pianissimo de las cuerdas y el canto dramático y bello del chelo con el ostinato de las percusiones. El público cautivado por la versión ovacionó largamente a los intérpretes.
El cúmulo de bondades del concierto tuvo su culminación con la interpretación de la Sinfonía Nº 3 en Mi bemol mayor, llamada Heroica de Ludwig van Beethoven, obra considerada la primera escrita en estilo romántico, en todo caso lo cierto es que su autor abrió nuevos rumbos no solo por su extensión, también por los avances en cuanto a la forma, como la inserción de una Marcha fúnebre y considerar en ella un programa, reflejando en cierto modo la vida del héroe que quiere representar; Beethoven se refiere a Napoleón a quien admiraba por representar el fin del antiguo régimen, admiración que después se convertiría en repudio cuando este se autoproclamó emperador.
La versión de la Filarmónica, puede considerarse de lo mejor que hemos escuchado, con un inspirado Izquierdo fue capaz de descubrir nuevos elementos que enriquecieron aún más la magnífica partitura.
El primer movimiento fue abordado con una contención casi apolínea que acentuó su carácter, logrado con fraseos y acentuaciones que resaltaron los contrastes dinámicos; otro factor de gran importancia fue el manejo de su progresión expresiva, que sutilmente se desarrolló a lo largo de todo el movimiento culminando en los acordes finales.
El público quedó arrebatado y casi en vilo para escuchar el segundo movimiento Marcha fúnebre, que fue abordado en tempo estricto pero muy expresivo, se dice que pretende reflejar la Humanidad que contempla la despedida del héroe. Aquí se enfatizaron conmovedores diálogos entre familias, en un perfecto balance sonoro, esta congoja instrumental se transmitió al público que se sumó al sentimiento que fluía desde el escenario, el clímax que antecede al final fue tan conmovedor como el desolado final del movimiento.
El tercero se inició con un sugestivo a la vez que expresivo pianissimo, que lentamente construye los elementos para el forte que sigue, sucediéndose contrastes de absoluta perfección; la emblemática sección de los cornos fue un lujo por su hermoso sonido, manejo dinámico ejemplar y absoluta musicalidad.
El movimiento final sintetizó las bondades de la versión, apareciendo ahora en varias secciones filigranas sonoras, en medio de un despliegue de exquisita musicalidad, por ello no fue extraño que al final el público estallara en ovaciones, gritos y pataditas celebrando la soberbia versión de Juan Pablo Izquierdo y la Filarmónica de Santiago.
Gilberto Ponce. (CCA)