HABLANDO DE EXCELENCIA; EL AMERICAN STRING QUARTET.
El segundo programa, de la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, trajo una vez más a uno de los conjuntos de cámara, que en la actualidad goza, y con justa razón, del más amplio prestigio a nivel internacional, nos referimos al American String Quartet, (Peter Winogad y Lurie Carney violines, Daniel Avshalomov viola y Wolfram Koessel chelo), agregándose en esta ocasión, los chilenos residentes en Estados Unidos, Roberto y Andrés Díaz en viola y chelo respectivamente), quienes presentaron un exquisito programa, en base a tres sextetos de cuerdas.
Con profesionalismo los invitados llegaron a convertirse en estupendos integrantes del cuarteto original, incorporándose con naturalidad a la musicalidad y hermoso sonido del conjunto.
No obstante lo anterior, creemos que el programa de inusitado interés y belleza, no fue suficientemente aquilatado por gran parte de la audiencia, que agradeció, con más cortesía que entusiasmo las interpretaciones, y al parecer, sin lograr apreciar la sobresaliente calidad del conjunto.
Su sonido envolvente musical y pleno de vida, se apreció ya en el Sexteto Op. 85, llamado “Capricho” de Richard Strauss, y que corresponde al fragmento inicial, de la ópera del mismo nombre; en el, fue evidente la claridad melódica, fraseos de corte lírico, que acentuaron intencionalidades, con exquisitos contrastes dinámicos, que fueron algunos de los factores, que revelaron la potencialidad musical del conjunto.
El Sexteto Nº 1 en Si bemol mayor, Op. 18 de Johannes Brahms, les llevó al severo romanticismo germano, palpable desde la levedad del inicio, que conduce a una oscura y expresiva progresión; posteriormente el entramado polifónico se acentuó con los precisos y nítidos diálogos.
Muchas veces se ha dicho, que la música de cámara, nos lleva a lo más profundo del alma humana, sin duda esta obra es un claro ejemplo de ello, es así entonces, que no se debe buscar una emocionalidad exterior, ya que en este caso estamos frente a una serena exposición de estados emocionales, magníficamente logrados por los visitantes.
En la obra se mezcla, lo sutil con lo macizo, la luz y la sombra, razón que obliga al auditor a descubrir el mundo de sugerencias, que rozan hasta lo filosófico; tal vez este mundo pudiera resultar un tanto hermético, y sin duda lo es, en razón a que la obra va más allá de lo externo; y es aquí donde radica una de las grandes dificultades de interpretación, pues cada uno de los seis intérpretes, debe estar totalmente al servicio de la música, sin que nadie pretenda ser protagonista, a lo más, solo en algún pequeño fragmento, en este aspecto, la versión del American String Quartet fue ejemplar.
Aquellas secciones en que Brahms le otorga mayor protagonismo al violín y chelo primero, tanto como a la viola, encontraron en Peter Winograd, Daniel Avshalomov y Wolfram Koessel, formidables intérpretes.
El Sexteto “Souvenir de Florence” Op. 70 de Piotr Ilich Tchaikovsky, es sin duda una de las obras más populares de su autor, debido a la profusión de melodías y temas muy entrañables.
Pero esta característica, se puede volcar en contra de los intérpretes, si solo privilegian lo externo, sin rescatar el mundo angustioso, en que debatía el compositor.
Sin llamar a engaño, el primer movimiento se presenta con aparente júbilo, donde el canto esbozado por algunos solos, en notables diálogos, nos dan la primera mirada, a estos recuerdos, atesorados por Tchaikovsky, en su visita a Italia.
Contrastes, progresiones dramáticas, ralentando, así como ataques y cortes perfectos, a la vez que musicales, llevaron a los auditores atentos, a llegar hasta el asombro.
Muy expresivo y con una encantador juego de voces a cargo del violín, viola y chelo, mientras el resto asumía exquisitos pizzicato, fue el inicio del segundo, antes de llegar a la sección de carácter elegíaco, donde pareciera escucharse a lo lejos, susurros y tal vez truenos.
Popular al tiempo que oscuro, se presentó el tercero, con una hermosa progresión dramática, movimiento en el que se aprecia, un carácter más ruso, que italiano.
El cuarto entre sutil y virtuoso, con un genial fugato, terminó por completar una presentación, que debe enorgullecer a los organizadores, por la total excelencia de los intérpretes.
Gilberto Ponce. (CCA)