ESTRENO DE LA ÓPERA “EL DEMONIO MUDO” EN LA SALA ARRAU.
En la Sala Arrau del Teatro Municipal de Santiago, tuvo lugar el estreno, de la ópera de cámara “El Demonio mudo” con música de Florianus Ött y textos del jesuita Franz Lang, obra que habría sido estrenada en Munich en 1717, la que posteriormente llegó a América y Chile, alrededor de 1750, donde habría ocurrido su primer estreno en nuestro país.
Posteriormente, quedó en al Archivo del Convento de Santo Domingo, hasta su incendio ocurrido en 1963, posteriormente junto a otros manuscritos, estos fueron llevados hasta el Convento de la Recoleta Domínica, donde algunas partes fueron descubiertas por el musicólogo Víctor Rondón en 1998, quien posteriormente investigó en bibliotecas alemanas, logrando armar la obra completa.
La Conciencia (Francisca Muñoz), Eduardo (Ramón Gutiérrez) y el Ángel (Francisca Jünemann). foto Patricio Melo
Esta, es uno de los tantos trabajos de aquella época, que pretende renovar en los espectadores, incluidos seminaristas, conciencia moral y religiosa, siguiendo una tradición que venía de antiguo, evangelizar mediante el arte, algo de primera importancia, tomando en cuenta las feroces guerras en que se enfrascó el mundo, luego de la Reforma de Martin Lutero, esta ópera responde al sentimiento católico, predominante en esa región de Alemania, en contrario recordemos, la mayor parte de la obra de Bach, lo es, en el sentido protestante.
Los católicos desde la época de inicio del Barroco, vieron en las artes, el medio propicio para propagar la fe, siguiendo los principios de la Contrarreforma, por ello no extraña que hayan surgido muchas óperas, junto a otras formas musicales, destinadas a este robustecimiento espiritual.
El argumento es muy sencillo, a la vez que totalmente vigente en nuestros días; la eterna lucha del hombre por vivir de acuerdo a los principios morales, los mismos que pregona el evangelio; y vemos una vez más el enfrentamiento entre el bien, personificado por el Ángel, y el Demonio representando el mal, con la intervención de la Conciencia, quienes luchan para que el protagonista, se incline por una u otra de estas fuerzas. Algo similar encontramos en la Ópera de San Ignacio de Domenico Zipoli, estrenada en Chile hace años, ahí el Demonio, tienta a Iñigo para que no cumpla su misión,
La Conciencia (Francisca Muñoz), el Demonio (Rony Ancavil) y el Ángel, tratando de convencer a Eduardo (Ramón Gutiérrez). foto Patricio Melo
En el Demonio mudo, se conjugan arias y recitativos con diálogos, que en el original estaban en latín, traducidos ahora al español en una adaptación.
La música de Florianus Ött, es de sorprendente belleza, demostrando un completo manejo, de la composición barroca en cuanto a forma y ornamentaciones, incluyendo “arias da Capo”, típicas del período y hasta se permite insertar algunas danzas.
Ofreciendo algunas genialidades, como aquella aria de la soprano, acompañada solo por el clavecín, que es de gran belleza; reparemos que Ött maneja además y a la perfección el registro y tesitura de la soprano y la contralto. En el caso del Demonio, lo escribe para un tenor con rasgos de barítono, cosa frecuente en la época, y hasta podemos afirmar, que el compositor contaba con muy buenos cantantes, en particular la soprano, que es muy exigida, particularmente en fiato y coloraturas, la contralto debe poseer un registro grave y poderoso.
El Demonio (Rony Ancavil) argumenta (canta) mientras el resto de los protagonistas están en movimiento congelado. foto Patricio Melo
Señalemos que utiliza con destreza la instrumentación, para darle texturas y carácter a los textos y las partes solo instrumentales son de gran riqueza melódica.
El excelente y musical conjunto Harmonices Mvndi, de instrumentos antiguos, contó en esta oportunidad, con dos violines, viola da gamba, violoncello, flauta recta, guitarra, tiorba y clavecín, siendo todos dirigidos profesional y musicalmente por el maestro argentino Ramiro Albino.
Los protagonistas fueron; Eduardo, aquí un hombre, de apariencia algo kafkiana, que se debate entre seguir en la senda del hedonismo, fomentada por el Demonio, o la de la salvación que ofrece el Ángel, tironeado además por la Conciencia; el actor Ramón Gutiérrez asumió con bastante propiedad su rol, con algunos alardes caricaturescos, bastante convincentes.
Demonio, Conciencia y Ángel tratando de convencer a Eduardo. foto Patricio Melo
Igualmente caricaturezco es el Demonio, que fue asumido por el tenor Rony Ancavil, de excelente presencia escénica, fue tan sibilino como arrogante, además fue muy solvente en la parte vocal, que demanda algunas coloraturas complejas, su perplejidad al final fue genial. El Ángel fue asumido por la soprano Francisca Jünemann, con gracia como actriz, y estupenda como cantante, mientras que la Conciencia fue asumida por Francisca Muñoz, una contralto de sorprendente registro grave y gran potencia vocal, siendo muy buena actriz.
Gabriela Torrejón realizó el diseño integral, escenográfico y de vestuario, utilizando tres paneles traslúcidos de estupendo efecto, en este marco Gonzalo Cuadra, en forma muy inteligente, desarrolló la dirección escénica, dándolo precisos toques de caricatura, que resultaron muy pertinentes; creemos que tal vez, pudo buscar una mejor solución a los textos hablados de los cantantes, no obstante perfiló cada personaje con precisión, y sus interacciones, fueron coherentes y pertinentes, logrando verosimilitud, en un argumento bastante obvio.
Todos los intérpretes, actor, cantantes y el Conjunto Harmonices Mvndi, y el director musical Ramiro Albino agradecen los aplausos del público. foto Patricio Melo
Una producción largamente ovacionada por el público, que se sorprendió gratamente con esta ópera barroca de cámara, que por sus valores, debiera ser vista por muchas personas, por la calidad de la música y de su puesta en escena, felicitaciones a las autoridades del Teatro Municipal de Santiago, por haber entregado esta apuesta.
Gilberto Ponce. (CCA)