ECKART PREU Y LA SINFÓNICA.
El último programa de la Orquesta Sinfónica de Chile, nos permitió conocer al talentoso director alemán, Eckart Preu residente desde hace un buen tiempo en Estados Unidos.
Su gesto claro y musical, junto a su experticia en la batuta, le llevaron a conquistar a la orquesta y al público, estableciendo un empático nexo con los asistentes, pues no duda en entregar didácticas explicaciones cuando una obra lo requiere, así ocurrió en el citado concierto con una de ellas.
A lo largo de toda la presentación, en un programa que presentó cinco obras muy dispares entre sí, la orquesta exhibió hermoso y brillante sonido, destacando la musicalidad de los instrumentos con intervenciones a solo.
Salón México, poema sinfónico de Aaron Copland que abrió la velada, se inició algo dubitativo, y creemos que el carácter folclórico que la envuelve, no se concretó plenamente, por una cierta rigidez de pulso, no obstante la excelencia de los solos instrumentales y la estupenda respuesta de todo el conjunto fue la tónica de la versión.
Luego un grupo de cuerdas, acompañó al sólido fagotista de la sinfónica Nelson Vinot, en Meeelann del conocido trompetista Wynton Marsalis; la obra de interés relativo, debido a que no concreta un estilo definido, ni docto ni popular, pues alude a Piazzolla, Stravinsky y otros, mientras que los elementos de carácter más popular, apenas se insinúan.
En lo relativo al fagot, el trabajo es más acucioso al aplicar exigencias notables al instrumentista, en este aspecto Vinot, fue un estupendo solista, musical y con carácter, brillando particularmente en la cadenzas,que son de extraordinaria dificultad, casi excediendo las posibilidades del instrumento.
La cálida respuesta del público, obligó al solista a ofrecer junto a su hijo en percusión, unas interesantísimas variaciones sobre un tema de Violeta Parra, en la que ambos intérpretes derrocharon musicalidad.
Finalizó la primera parte con otro poema sinfónico, ahora Un americano en París de George Gershwin, obra en la que el director sí entró plenamente en su carácter lúdico descriptivo, una vez más los solistas aprovecharon la oportunidad para lucir potencialidad musical, a manera de ejemplo el solo de trompeta y saxo.
Preu manejó los contrastes dinámicos y de carácter a la perfección, logrando descripciones casi pictóricas; un triunfo que el público reconoció con largas ovaciones.
Unas didácticas explicaciones de Eckart Preu, precedieron a La Pregunta sin Respuesta de Charles Ives, que abrió la segunda parte, obra para cuerdas, cuarteto de maderas y trompeta, en este caso fuera del escenario, esta fue un logro absoluto con la sensible y musical base de las cuerdas en un hermoso pianissimo, y sutiles cambios dinámicos, que sustentan el desgarrado diálogo de la trompeta con las maderas, que inútilmente tratan de entregar la respuesta a las interrogantes planteadas por la trompeta, algo que jamás logran.
La sólida versión fue acogida con gran entusiasmo por el público.
Finalizaron el concierto con las danzas sinfónicas de West Side Story, conocida en español como Amor sin Barreras, obra que con el pasar del tiempo, es cada vez más valorada, debido a sus indudables valores musicales, que sintetizan los lenguajes docto y popular.
La versión fue éxito rotundo, primero por el certero carácter impreso por el director, luego por el estupendo desempeño de la orquesta, con bronces brillantes, la numerosa percusión en uno de sus días estelares, maderas rivalizando en perfección y las cuerdas de extraordinaria musicalidad.
Las delirantes muestras de entusiasmo, fueron respondidas, con la repetición de uno de los fragmentos más espectaculares, el Mambo, que volvió a encender al público.
Gilberto Ponce. (CCA)