APERTURA DE LA TEMPORDA FILARMÓNICA EN EL MUNICIPAL.
Con un programa de obras rusas, se inauguró la Temporada 2019 de la Orquesta Filarmónica de Santiago en el Municipal de Santiago, ocasión en que la dirigió su director titular Konstantin Chudovsky.
Nosotros concurrimos a la segunda función del concierto que se inició con la Marcha eslava de Piotr Ilich Tchaikovsky en una versión que consideramos solo correcta, pues en ella se deslizaron algunos pequeños desajustes y más de algún sonido crudo.
Un vuelco absoluto se dio desde la segunda obra, donde no solo Chudovsky demostró toda su capacidad expresiva, al haber captado en su totalidad el carácter de la segunda Suite del Ballet Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev.
A lo largo de sus siete partes, la Filarmónica de Santiago hizo gala de su espléndido sonido en una interpretación superior, en la que el uso de contrastes dinámicos y expresivos, y la musicalidad de fraseos y articulaciones fue una constante, sin duda que en los logros debemos señalar el estupendo desempeño de los solos instrumentales.
Mencionaremos sin desvalorizar nada, algunos números; a manera de ejemplo la fuerza arrolladora de Montescos y Capuletos, realzada por sus contrastes dinámicos; los planos sonoros de Julieta, la joven. La Danza de los Saltimbanquis por su exquisita gracia y transparencia; el carácter angustioso y opresivo de Julieta antes de partir y toda la dramática sección final donde se combinan crescendo y diminuendo, con sutiles progresiones expresivas que acentuaron la emotividad. Es así que a pesar que el final culmina en un pianissimo, el público reconoció la excelencia de la versión y la ovacionó larga y entusiastamente.
El hecho de poder escuchar esta obra sin la coreografía, permite abstraerse para gozar plenamente de una partitura, que sin duda es una obra maestra.
La segunda parte nos hizo escuchar un estreno, se trató de la Suite De la almas muertas de Alfred Schnittke, escrita como música incidental para la obra teatral del mismo nombre de Nikolai Gogol, la que nunca llegó a representarse, debido a que su trama resultó demasiada satírica en su crítica social para la mentalidad soviética de la época, años después se pudo estrenar, pero solo la suite orquestal.
La música recoge todo el espíritu satírico del texto, resultando una especie de collage que recuerda a ratos la música para el cine, incluso con algunos esbozos circenses, todo mezclado con atmósferas tanto lúgubres como atmosféricas.
Chudovsky, a quien al parecer le gustan bastante las obras con algo de teatralidad, condujo con desparpajo y gracia esta suerte de lucha entre un pianista rebelde -al que incluso expulsa en un momento por no seguir la partitura-, mientras el director trata de dar forma a las diversas partes de la obra, una de las cuales incluye la participación de dos metrónomos marcando diferentes pulsos, la concertación de la partitura presenta algunas complejidades tanto rítmicas, como de fraseos y articulaciones, en medio de constantes contrastes de toda naturaleza.
Algo similar ocurrió hace algunas temporadas con estreno de la semi ópera Mozart y Salieri de Nikolai Rimsky-Korsakov, donde Chudovsky consiguió un rotundo éxito, permitiéndole mostrar su faceta lúdica, algo que pareciera, le gusta y acomoda.
La respuesta de la orquesta fue notable y a muchos de ellos se les vio muy divertidos con la performance, Jorge Hevia plasmó muy bien su rol del rebelde pianista en su interacción con el director y a ratos con la orquesta.
El público luego de la sorpresa inicial entró en el juego rápidamente, escuchándose continuas risas, que finalizaron con una larga y agradecida ovación.
Sin duda un aporte, pues se logró conocer en vivo otra obra de Schnittke, que amplió el repertorio auditivo de muchos de los presentes.
Gilberto Ponce. (CCA)