MOZART ESPIRITUAL EN LA FILARMÓNICA.

SOLO MOZART EN LA FILARMÓNICA.

La Temporada 2017 de la Orquesta Filarmónica de Santiago se ha destacado ofrecer en cada concierto, programaciones del mayor interés, y lo que más importante siempre con un resultado de primer orden.

En esta ocasión asistimos al primero del llamado “Mozart espiritual”, que dirigió  Konstantin Chudovsky, escuchándose dos obras sinfónico corales de diversas épocas y características, estableciendo un paralelo potente por lo contrastante.

Wolfgang Amadeus Mozart. foto visionescriticas

Primero se escuchó, una obra injustamente relegada de nuestras salas de conciertos y temporadas, nos referimos a las Vísperas solemnes de un confesor, correspondiente al Koechel 339 de Wolfgang Amadeus Mozart, escrita para coro y cuarteto solista, una de las muchas que debía escribir por encargo, y otra de sus tantas obras maestras; esta comprende cinco Salmos y un Magnificat, siendo cada parte de características muy diferentes, muestra de la prolífica imaginación del genio de Salzburgo, este factor es el primer desafío del director, obligado a tender un hilo de unidad entre cada una de sus muy diferentes partes, en este punto es donde creemos que Chudovsky logró plenamente este objetivo.

Arzobispo Gerónimo Colloredo, uno de los patrones de Mozart, que tuvo una conflictiva relación con Mozart. foto wikipedia

El Coro (Dir. Jorge Klastornick) que tiene que gran importancia a lo largo de toda la obra, una vez más lo hizo con la maestría acostumbrada, mientras que el cuarteto vocal interviene solo a través de partes concertadas, lo que no le resta dificultad, a diferencia el Laudate Dominum es una hermosa aria para soprano con coro.

El cuarteto vocal Patricia Cifuentes, Evelyn Ramírez, Francisco Huerta y Patricio Sabaté cumplió una destacada labor, tanto en musicalidad como expresividad, el Laudate Dominun fue cantado por Patricia Cifuentes con la musicalidad precisa.

El Barón Gottfried van Swieten uno de los grandes protectores de Mozart. foto wikimedia

Chudovsky hizo una versión en la que cuidó extremadamente articulaciones y fraseos orquestales, fundamentales para lograr el equilibrio y balance con coro y solistas, asimismo fue riguroso en los énfasis del texto y en los constantes contrastes dinámicos tanto del coro como en solistas, haciendo de cada parte un orgánico relacionado con el todo.

La obra que posee gran cantidad de cambios rítmicos, mostró solo en dos breves momentos una pequeña confusión de pulso entre voces e instrumentos, en el Laudate pueri y en la introducción del Magnificat.

Dixit se destacó tanto por los diálogos de extrema claridad y bellos contrastes; de gran solidez fue el Confitebor, destacaremos las articulaciones instrumentales en un gran complemento a la solidez de los contrastes dinámicos del coro.

A pesar de lo timbrado del sonido de las cuerdas y la belleza vocal del coro, en algunos momentos se produjeron algunas inseguridades de pulso en el Laudate pueri; mientras que el Laudate Dominum llegó a conmover por la dulzura de la soprano y la exquisita expresividad de los piano del coro.

Ya mencionamos que en la introducción del Magnificat hubo alguna inseguridad de pulso, pero el desarrollo fue una estupenda muestra de la calidad de cada uno de los intérpretes, en una brillante versión, que el público agradeció con entusiastas y largos aplausos.

Konstantin Chudovsky dirigiendo a solistas, orquesta y coro en Las Vísperas Solemnes de Confesor. foto Patricio Melo

La Gran Misa en Do menor, K. 427 que ocupó la segunda parte, provocó verdadera conmoción en el público, no solo por su sublime belleza también por lo extraordinario de su versión.

Chudovsky el Coro y los solistas Patricia Cifuentes, Marcela González, Francisco Huerta y Patricio Sabaté alcanzaron cumbres en la interpretación, que por su perfección hicieron creer a ratos que escuchábamos una grabación.

Bien se sabe que Mozart escribió solo hasta el Hosanna posterior al Benedictus, pero existe además una versión extendida hasta el Agnus Dei, que utiliza la música del Kyrie, la que fue escuchada en esta ocasión y que completa el arco expresivo y la forma litúrgica.

El Kyrie mostró una bellísima progresión dinámico-expresiva tanto en orquesta como coro, en el Christe de Patricia Cifuentes salvó estupendamente los desafíos de tesitura cantando con la mayor prestancia.

Patricia Cifuentes y Marcela González quien canta el Laudamus Te, a la derecha Patricio Sabaté. foto Patricio Melo

El Gloria permitió al coro mostrar indescriptibles contrastes forte-piano, la orquesta no le fue zaga además en articulaciones y fraseos; en el Laudamus Te que cantó Marcela González, se pudo apreciar no solo la hermosa voz de la soprano, además de su seguridad posee una gran facilidad de coloraturas las que canta con musicalidad, sus diálogos con los instrumentinos fueron perfectos.

Majestuoso y dramático fue el Gratias del coro, y el Domine Deus para las dos sopranos que sigue, hizo apreciar lo complementario de los timbres de las solistas, en este verdadero desafío vocal para ambas sopranos.

Hermosos fueron los contrastes y piano súbito de coro y orquesta en el Qui Tollis, sigue el Quoniam para cuarteto vocal donde ahora se apreció la hermosa voz del tenor Francisco Huerta, en musical armonía con el resto de los solistas, que tuvieron un despliegue vocal de la mejor factura.

La Orquesta Filarmónica de Santiago, los solistas Patricia Cifuentes, Marcela González, Francisco Huerta y Patricio Sabaté junto al Coro del Teatro Municipal todos dirigidos por Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo

Sólido y musical fue el Jesu Christe y formidable la fuga del coro en el Cum Sancto Spiritu; en el Credo destacó la precisión de la orquesta así como la fonética del coro.

Sin duda que el Et Incarnatus Est cantado por Patricia Cifuentes, fue una de las cumbres de la función, donde la expresividad de la solista rivalizó con la de la orquesta incluidas la perfección de la flauta, oboe y fagot, en particular en la sección dialogada con la solista de asombrosa naturalidad, tampoco soslayaremos la dulzura y musicalidad de las cuerdas, la cadenza la consideramos insuperable, para concluir en el emocionante final de la orquesta.

Brillaron los dobles coros del Sanctus tanto como la fuerza del Hosanna, el Benedictus del cuarteto solista les mostró en toda su potencialidad musical, luego el Agnus Dei cantado con enorme sensibilidad, cerró una versión que sin duda será recordada por largo tiempo.

Gilberto Ponce. (CCA)

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Elisa Álvarez
Elisa Álvarez
6 Años Hace

Fue para mi un goce enorme todo el concierto y concuerdo contigo que la elección del repertorio de la orquesta Filarmónica este año ha sido particularmente afortunada.El gran nivel de coro y orquesta bajo la dirección del maestro Chudovsky hace que uno como aficionado llegue contento y confiado en los resultados que nunca defraudan.Muy bueno el análisis que haces de las obras,a mi me permiten aprender bastante.Mozart vivirá por siempre sobre todo con estas interpretaciones tan bellas

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