MOZART Y CHOPIN SEGÚN LANG LANG.
Se le anuncia como el artista clásico más taquillero de todos los tiempos, algo absolutamente cierto, como también lo es, que Lang Lang sabe perfectamente que hacer para satisfacer a su público, que se rinde incondicionalmente ante cada uno de sus gestos, algunos grandilocuentes, como ocurre a veces frente al piano, o al saludar, mirando fijo a diferentes partes de la audiencia, gesticulando de forma tal que recuerda a un candidato político.
No obstante, e independiente de lo anterior, convenimos en que el enfoque artístico y profesional que Lang Lang le dio a su carrera, es absolutamente válido, a pesar de algunas excentricidades con las que a logrado atraer hacia la música clásica, a una gran cantidad de nuevos auditores, lo que por supuesto es un logro mayor, por ello, a pesar de las objeciones que podamos tener respecto a sus versiones, le reconocemos ese gran mérito.
Estas apreciaciones obligan entonces a realizar un análisis muy diferente, al que haríamos ante un artista, que malamente calificaríamos de tradicional.
Para su recital en Santiago, ante un repleto Teatro Municipal, aplicó una fórmula poco tradicional, ofreciendo un abanico escaso de su amplio repertorio, como tampoco es usual que un pianista incluya en su recital tres obras de Wolfgang Amadeus Mozart, precisamente lo que el afamado visitante hizo, al interpretar las Sonatas Nº 5, 4 y 8 (en ese orden).
Mozart exige de sus intérpretes una enorme claridad en digitación, algo que Lang no logró plenamente en las escalas rápidas, las que resultaron en general confusas, asimismo sus tempos en exceso variables conspiraron en contra del estilo de las obras, algo particularmente notorio en los movimiento rápidos.
En los movimientos lentos, creemos que el de la Sonata 5, fue el más logrado, por la transparencia y sensibilidad que se apreció en su desarrollo, en cambio, lo dos restantes se acercaron demasiado a lo romántico, en particular en el de la 8, donde en momentos pareció un nocturno de Chopin. Pero ese es el enfoque que Lang Lang escoge y que encanta a sus seguidores.
Pero lo más perturbador fue el uso constante del pedal, algo lícito en muchos pianistas jóvenes, pero sin llegar a los extremos de Lang, que lo golpea con demasiada fuerza, provocando una molesta percusión.
La segunda parte incluyó solo las Cuatro Baladas de Frederic Chopin, sin duda un repertorio que le acomoda mucho más, debido a su extrovertida personalidad, por ello consideramos esta parte como la más exitosa de su presentación, considerando sus mayores logros con las dos primeras.
En la primera en Sol menor, entró muy bien en su espíritu, y las progresiones y gradaciones fueron expresivas con la dosis justa de emotividad, con inteligente fraseo y buen manejo de contrastes.
En la segunda en Fa mayor, el éxito total solo fue opacado por algunos apresuramientos, que ensuciaron la digitación; en las dos restantes, tal vez producto de cansancio, fueron algo erráticas en la forma y unidad, en particular la cuarta en Fa menor que resultó demasiado dispersa.
En todo caso, supo aplicar los recursos precisos para lograr el máximo impacto en los presentes, que lo ovacionaron largamente de pie.
Como encore ofreció una sentida versión de una canción folclórica china, y la celebérrima Campanella de Liszt.
Un gran regalo para sus fieles admiradores, que en nuestro país se cuentan por miles, además para quienes no pudieron estar en el Teatro Municipal, pudieron hacerlo en directo vía Internet, gracias al auspicio del Grupo Telefónica, de cual Lang Lang es un embajador a nivel mundial.
Gilberto Ponce. (CCA)
Por fín un comentario totalmente acertado entre tanta alabanza al pianista Lang Lang. Entre tanta figura e imagen en el que prima el pianismo del intérprete sobre la escritura del compositor suele obnubilar al auditor y perder el verdadero sentido de una ejecución musical. Tal como lo señalaras muy bien sobretodo en Mozart, Lang Lang está por encima de todo quebrando constantemente un discurso musical del cual quizás la sencillez sea su cualidad más importante. Ojalá que los brazos tentadores del mercado fácil no desvirtúen al auditor de las verdaderas razones de los intérpretes más profundos. Por lo menos con esta crítica nos ayuda a reflexionar más sobre esto.
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