ESTRENO DEL CONCIERTO PARA PIANO DE MAUPOINT.

IMPORTANTE ESTRENO EN JORNADA DE CONTRASTES EN LA SINFÓNICA.

Bajo la dirección del director Matthias Bamert, la Orquesta Sinfónica de Chile, continuó con su Temporada 2015, ocasión en que obras de Franz Liszt y Robert Schumann, se confrontaron con el estreno mundial del Concierto para piano y orquesta de Andrés Maupoint, compositor chileno residente en Alemania.

Matthias Bamert. foto radioswissclassic
Matthias Bamert. foto radioswissclassic

Esta obra, fue sin duda alguna, lo más logrado del programa, no solo por el hecho de escucharse por primera vez, también porque su intérprete fue Alfredo Perl, el notable pianista y director chileno, que está realizando una interesante carrera en Detmold, Alemania.

El músico chileno, que ha sido reconocido internacionalmente, como un sólido intérprete, en obras de los grandes clásicos, enfrentaba ahora una obra -que le fue dedicada especialmente-, en leguaje contemporáneo, lo que agregó otro factor de interés al programa.

Andrés Maupoint. foto corporacionculturalvina
Andrés Maupoint. foto corporacionculturalvina

Ante un público expectante, que llenaba el CEAC (Ex Baquedano), Alfredo Perl, con gran aplomo y seguridad abordó, una partitura, que está repleta de desafíos tanto pianísticos como de intencionalidad expresiva.

La obra, posee cuatro movimientos, los que se tocan sin interrupción, pero a nuestro juicio, creemos que posee más bien un carácter de una “Fantasía” para piano, con intervenciones orquestales, tratada en forma muy libre, en donde la orquesta, pareciera realizar un trabajo más bien concertante, y solo a ratos en contraposición dinámica al solista; en algunos fragmentos, el piano parece acercarse al impresionismo, mientras la orquesta responde con atmósferas de corte expresionista, o en alusiones a otros referentes; recordemos que Maupoint, no esconde sus influencias.

Alfredo Perl. foto radio.uchile
Alfredo Perl. foto radio.uchile

Si bien la música de Maupoint, posee elementos en general eclécticos, en esta ocasión, los tres primeros movimientos, son de lenguaje muy similar, con una excesiva reiteración de elementos, tornando algunos fragmentos en bastante predecibles, tanto en el piano solista, como en la orquesta; a pesar de ello, el desafiante trabajo que debe enfrentar el pianista, mantiene siempre el interés, a pesar, que a ratos pudiera sentirse, como una obra bastante divagatoria.

El viaje sonoro culmina con un fragmento, sensible y poético, de exquisita finura, creando un diálogo sutil, entre un clarinete y el piano, envuelto en una ensoñada atmósfera de las cuerdas.

El conmovedor final, fue estropeado, por un desubicado espectador, que creyó que una de sus pausas era el final, comenzando a aplaudir, ante la sorpresa indignada del Alfredo Perl y la orquesta.

Al final, largos aplausos coronaron una versión, en la que fue ovacionado Alfredo Perl, reconociendo su impecable desempeño, del mismo modo creemos que el trabajo de la sinfónica, muy bien conducida por Bamert, fue de excelencia, por ello es que junto al compositor, también recibieron el justo reconocimiento del público.

El concierto se había iniciado, con una versión de muy poca fuerza del Poema sinfónico Mazeppa de Franz Liszt -sin duda, que el estupendo trabajo realizado en la obra de Maupoint, restó tiempo al resto del programa, viéndose este de alguna forma perjudicado-, es así que las figuras rápidas de las cuerdas, resultaron confusas, en particular al inicio, mientras que los bronces mostraban un estupendo rendimiento, especialmente notables los trombones, que contribuyeron al carácter heroico, que se alcanzó en varias secciones; los enlaces entre sus partes, fueron dudosos, y a veces con fuertes desajustes. En contraste el rendimiento de los chelos, fue de excelencia en la sección antes del final, tanto en musicalidad como en hermoso sonido.

Robert Schumann fotografiado en 1850. foto duke.edu
Robert Schumann fotografiado en 1850. foto duke.edu

Mejores resultados, se observaron con la Sinfonía Nº 2 en Do mayor de Robert Schumann, que finalizó la presentación, aunque consideramos irregular el sonido, que fue a ratos bastante crudo, contrastado con otros de gran belleza.

Algo desarmado, fue el inicio del segundo movimiento marcado Scherzo, y con más de algún problema de afinación en las maderas, su desarrollo, fue más bien tenso, aunque debemos destacar el trabajo de las cuerdas, por su gran musicalidad.

Sin duda, lo mejor de esta sinfonía, fue el Adagio expresivo, de sensible musicalidad, aquí tenemos que destacar el carácter logrado por las cuerdas, la gran superación de las maderas, donde sobresalieron los solos del oboe, clarinete y la flauta. Aquí Bamert, logró extraer lo mejor de la musicalidad de los músicos.

El carácter fue lo que destacó en la interpretación del cuarto movimiento, aunque nos habría gustado, que los contrastes dinámicos fueran más nítidos, no obstante, la belleza de la obra, hizo que el público, respondiera con gran entusiasmo ante la versión.

Gilberto Ponce. (CCA)

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