ROTUNDO ÉXITO DE LA TRAVIATA (ELENCO 2).
Alguna vez le escuché decir a alguien, que: “Verdi escribe con el corazón”, aunque es justo decir que, sin duda la mayoría de los compositores lo hace, debido a que en sus obras siempre queda algo de su alma.
La afirmación relativa a Verdi, es en La Traviata, particularmente cierta, pues a lo largo de la partitura desfila una amplia gama de sentimientos que develan el alma de sus protagonistas.
Vista general desde la platea de la puesta en escena, todo el elenco. foto Patricio Melo
Pero es necesario señalar, que La Traviata en general, está atravesada por el dolor, incluso en las escenas festivas, donde la tensión que se manifiesta a veces en ellas, esconde anuncios de tragedia; ya en el preludio del primer acto se nos anuncia, el desgarrador “ámame Alfredo” que será después uno de los clímax de la ópera.
Del mismo modo, en cada uno de los actos el dolor está presente, como en los soliloquios de Violeta en el primer acto, llenos de dudas y entereza ante la vida que lleva, junto a la enfermedad que la acosa; en el segundo los diálogos con el padre de Alfredo; la premonición de eventos trágicos que tiene la protagonista, en la fiesta en casa de Flora, y por supuesto el desgarrador acto final, donde el “fatum” de Violeta concluye.
Violeta (Yaritza Véliz) y Alfredo (Santiago Ballerini) foto Patricio Melo
La paleta orquestal de Verdi es un apoyo contundente para cada escena y carácter de los personajes, en un juego de contrastes, que obliga al director musical a desentrañar los sentimientos humanos que el compositor quiso mostrar, en el caso del elenco 2 que fue dirigido por Pedro Pablo Prudencio, pensamos que acertó plenamente tanto en el acompañamiento a los cantantes, como en la acentuación del carácter de las diversas escenas, logrando diferenciar el ambiente de cada acto; exultante el primero, más profundo y dramático el segundo, brillante a la vez que tenso en tercero, mientras que el cuarto, fue la síntesis de la tragedia. La respuesta de la orquesta, los solistas y el coro dirigido por Jorge Klastornick, fue del mejor nivel, particularmente en los cambios de pulso, o en los ascelerando y ritardando, que impuso en ciertas ocasiones; algunas de las escenas donde el coro participa, las tomó a una velocidad que pudo ser peligrosa, pero el profesionalismo y musicalidad de orquesta y coro, respondieron fantásticamente.
Violeta (Yaritza Véliz) junto a sus amigos en el primer acto. foto Patricio Melo
Aunque parezca redundante, debemos reiterar el notable profesionalismo de estos conjuntos pues tanto Pedro Pablo Prudencio, como Roberto Rizzi-Brignoli, director del primer elenco, impusieron sus propias visiones, reflejadas en tempi y contrastes, así como diferencias de dinámica, logrando en las dos funciones que presenciamos, solo alabanzas a su desempeño.
El entorno de la presentación, sin olvidar que fue en formato de concierto, diferenció los ambientes grandes, de los íntimos, con uso de todo el escenario en las fiestas en las casas de Violeta y Flora, con énfasis en la iluminación, así como achicándolo en la casa de campo, en el segundo, con una sugerencia de flores, en sutil alusión al campo, en un acierto de iluminación (Ricardo Castro), en el último, se acota en los costados, mientras se abre el fondo muy iluminado, tal vez aludiendo a la esperanza de Violeta, y desde allí se producirá la llegada de Alfredo, para encontrarse con su amada, en sus últimos momentos.
Giorgio Germont (Javier Weibel), pidiendo a Violeta (Yaritza Véliz), que deje a su hijo Alfredo, durante el segundo acto. foto Patricio Melo
Todo lo anterior inserto en la dirección dramática de Francisco Krebs, quien planteó en esta, la acentuación de sentimientos, consiguiendo en ambos elencos muy buenos resultados; en relación al vestuario, este nos pareció poco convincente, particularmente en sus contrastes, y en lo que parece ser, una cierta libertad para algunos, como en el caso de Germont, donde no coincidieron para nada los cantantes de ambos elencos; en contraste creemos muy acertado el camisón de Violeta en el acto final.
Yaritza Véliz, la soprano chilena, que ya está en medio de una prometedora carrera internacional, logró un enorme éxito, que el público ratificó con ovaciones. Posee un bello timbre en toda la tesitura, con agudos muy fáciles tanto como sus coloraturas, que sin duda alcanzarán todo el brillo que desea, cuando estas se asienten corporalmente.
Realizó una evolución dramática que se inició, con la dualidad de su personaje, primero segura de si misma, tratando de ocultar la enfermedad, y el trastorno que significa enamorarse de Alfredo, en el primer acto, donde su aria “siempre libre”, fue con más enojo, que orgullosa, pero con tal fuerza que conmovió completamente al público. En el acto del campo, abandonó el rol de cortesana, para enfrentarse con hidalguía al padre de Alfredo, para luego entregarse a la decisión de este, de abandonarlo, para así conceder la felicidad a la hermana de su amado, notable fue el “ámame Alfredo”, antes de abandonarlo. En la fiesta en casa de Flora, creemos que faltó énfasis en la dualidad entre, la amante del Barón y el hecho de no poder revelar el porqué de la decisión de dejarlo, algo nada de fácil, que sin duda resolverá cuando madure aún más el personaje. El acto final, fue un éxito absoluto, en su lucha por segur viviendo luego de la llegada de Alfredo; su aria “adiós al pasado”, fue sobrecogedora.
Giorgio Germont (Javier Weibel), consuela a su hijo Alfredo, por el abandono de Violeta, durante el segundo acto. foto Patricio Melo
Santiago Ballerini, tenor argentino, que nos ha visitado en otras ocasiones, cantó como Alfredo, mostrando su hermosa voz, de amplia tesitura, que corre con facilidad y se distingue sin problemas en las escenas grupales, ello a pesar de no poseer una gran volumen, y como posee una actuación muy natural, fue muy convincente y dramático en el acto del campo, primero haciendo notar su felicidad por Violeta, para luego mostrar ira incontenible, ante lo que supone traición de su amada. Su dúo con Violeta en el último acto, no solo fue de gran convicción, también conmovedor.
Giorgio Germont, lo asumió Javier Weibel, rol que le permitió desarrollar toda su musicalidad y capacidad actoral, a través de su hermosa voz, como actor se desenvolvió con naturalidad y convicción tanto frente a Violeta, cuando la consuela (llora, llora) por tener que dejar a Alfredo, como con su hijo en su discusión en el acto del campo; su imprecación a su hijo al final del acto tres, luego que este ofendiera gravemente a Violeta, fue una muestra de su capacidad actoral.
Violeta (Yaritza Véliz), es increpada por Alfredo, en la fiesta en casa de Flora, ante el horror de los presentes. foto Patricio Melo
Flora la amiga de Violeta, fue cantado por María Luisa Merino, ella tiene bonita voz y es musical, pero aún debe desarrollar más su volumen, y lograr un desempeño más creíble como actriz, ella es muy joven sin duda lo conseguirá.
Gonzalo Quinchahual, Eleomar Cuello, Cristián Lorca, David Gáez, Pilar Garrido, Alexis Valencia y Francisco Salgado, completaron el elenco, en esta exitosa presentación de La Traviata de Giuseppe Verdi, largamente ovacionada por el público.
Gilberto Ponce. (CCA)