TEO GHEORGHIU EN CICLO GRANDES PIANISTAS.
Su presencia en el Ciclo Grandes Pianistas, del Teatro Municipal, está plenamente justificada, porque a pesar de su juventud -tiene solo 22 años-, Teo Gheorghiu muestra una madurez sorprendente en cada una de sus interpretaciones, las que se aparejan con una técnica impecable.
Su acercamiento, sin falsos aspavientos a las obras, buscan al parecer, solo llegar a la esencia de sus autores, algo que logra con bastante certeza, pues algún reparo que se pudiera tener con alguna versión, responde a apreciaciones de carácter personal.
Lo que no cabe duda, es la honestidad con Gheorghiu asume sus programas.
Su recital, se inició con la Sonata Nº 18 en Re mayor. K. 576 de Wolfgang Amadeus Mozart, que consideramos un logro absoluto, tanto por su acercamiento estilístico, como por la extrema claridad de voces y diálogos, balance entre ambas manos y la expresividad precisa.
Su asombrosa digitación, y finura de toucher, convirtieron en entrañable su versión, mostrando gran virtuosismo en los movimientos extremos, y una sensible expresividad en el Adagio, en el que cada una de sus secciones, se contrastó sutilmente con las demás.
Continuó con la Balada Nº 3 en La bemol mayor, Op. 47, de Frédéric Chopin, cuya versión encontramos tal vez demasiado contenida, con cambios adecuados de pulso, pero con lo que creemos, una falta en el uso del rubato, que habría profundizado la expresividad.
Su progresión dinámico-expresiva, aunque musical, creemos que le faltó una mayor cantidad de fuego interior.
En todo caso, la perfección técnica, que derrocha Gheorghiu, le significó un rotundo éxito entre el público que llenaba el teatro.
Finalizó con una de las obras más desafiantes, en cuanto a interpretación, nos referimos a los Años de Peregrinaje, de Franz Liszt, en este caso el Primer Año, Suiza.
Sus nueve partes, obligan al intérprete a recrear verdaderos mundos, a veces con marcadas diferencias de carácter; en este plano creemos que Teo Gheorghiu, triunfa plenamente, pues pasa de la sutileza a lo grandioso, de lo serenamente melancólico, a los atisbos de la pasión, tanto como a lo descriptivo de sensaciones.
Resulta complejo destacar sus mayores logros, pues consideramos su versión de gran profundidad y madurez; no obstante nos atrevemos a señalar, nuestras preferencias; Pastoral, Tormenta, El Valle de Obermann, Nostalgia por su belleza poética y Las campanas de Ginebra.
El público, incansable en sus ovaciones, logró dos entrañables encore; sin duda una visita, que esperamos se repita, para continuar apreciando su talento en otros repertorios.
Gilberto Ponce. (CCA)