EL REGRESO DE LA FUNDACIÓN BEETHOVEN

                         EL ESPERADO REGRESO DE LA FUNDACIÓN BEETHOVEN.

Tras un largo y muy penoso receso, la Fundación Beethoven dio inicio a una breve, pero contundente temporada en el Teatro Municipal de Las Condes, ocasión en que actuó el “Jerusalem Chamber Music Festival Ensemble”, un sólido conjunto de cámara, compuesto por Nathalia Milstein en piano, Michael Baremboim en violín, Astrig Sirenossian en chelo y Pablo Barragán clarinete, todos con exitosas y sólidas carreras,y  reconocidos además por ser muy buenos intérpretes, en esta oportunidad lo hicieron con un programa de diversos estilos y épocas, en el que se escucharon obras de Mozart, Beethoven, Ravel y Bartók, permitiendo valorar la calidad y musicalidad de los invitados, que interpretaron las obras en diferentes combinaciones instrumentales.

                                                                    La pianista Nathalia Milstein. foto FB

Un Trío para violín, chelo y piano de Wolfgang Amadeus Mozart, que fue interpretada por Michael Baremboim, Astrig Sirenossian, y Nathalia Milstein, inauguró su presentación, la obra que es casi una sonata para piano, con agregado de violín y chelo, pues su autor pone permanentemente como eje melódico al teclado, ocupando las cuerdas un rol más concertante, esta característica permitió apreciar las bondades de la pianista, de extraordinaria digitación, musicalidad y estilo, el contrapunto melódico del violín y chelo, fue certero y complementario, recordamos la expresiva musicalidad del movimiento lento y la precisión de los dos rápidos.

                                     El violinista Michael Baremboim. foto FB

Poco usual, es la combinación de la siguiente obra del programa, se trata de la Sonata para violín y chelo de Maurice Ravel, que está estructurada en cuatro movimientos, obra que se aleja completamente del Impresionismo, con el que es asociado su autor, pues su sonoridad la podemos asociar, a lo contemporáneo, siendo además de una gran complejidad técnica, pues explora no solo en lo armónico, también en las posibilidades de los instrumentos, esta fue interpretada por Michael Baremboim y Astrig Sirenossian, con gran sensibilidad, y dando muestras de enorme virtuosismo en los movimientos rápidos, que son de enorme complejidad técnica. El público no escatimó sus aplausos, para la estupenda versión.

                                    La intérprete en violochelo Astrig Sirenossian. foto FB

La obra siguiente, encendió de entusiasmo al público, se trata de un Trío del período medio de Ludwig van Beethoven, su Gessenhauer Trío Op 11, y su nombre hace referencia a las canciones que se escuchaban en las calles, que sirven de base para la obra, por ello su carácter es luminoso, y de melodías directas y claras, de fácil recuerdo. Está escrito originalmente para clarinete (Pablo Barragán), chelo (Astrig Sirenossian) y piano (Nathalia Milstein), posteriormente el mismo Beethoven realizó una transcripción para violín en reemplazo del clarinete, pero la versión que habitualmente se ejecuta, es la original que fue la que escuchamos.

La experticia y virtuosismo de Barragán, quedó de manifiesto a lo largo de toda la obra, tanto en las líneas melódicas, como en las más exigentes por técnica o velocidad. Perfectamente ensamblados los intérpretes avanzaron por sus tres movimientos, captando al máximo la atención del público, en el jubiloso y contrastante primer movimiento, la sensible musicalidad del Adagio, que exige mucho “canto” de parte de los intérpretes, y posteriormente el Tema con variaciones que es el tercero, que con su fuerza expresivo melódica, hizo estallar en ovaciones al público, al finalizar la versión.

                                                  El clarinetista Pablo Barragán. foto FB

En 1938 fue escrita por Béla Bartók, “Contrasts” para violín, clarinete y piano, obra de gran exigencia para los intérpretes tanto en lo técnico, como en el manejo de los contrastes de todo tipo que la obra propone, algunos de los cuales explotan al máximo, las posibilidades de los instrumentos, la calidad profesional y musical de Baremboim, Barragán y Milstein, logró relevar todos los valores de la obra, logrando las más entusiastas ovaciones.

De esta forma concluyó en forma brillante la jornada, que significó, y para regocijo del público, la vuelta de la Fundación Beethoven, a las temporadas musicales de nuestro país.

Gilberto Ponce (CCA)

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