JOHANNES MOSER CON LA ORQUESTA DE CÁMARA DE CHILE.
La Temporada Internacional de Conciertos de la Fundación Beethoven, ha logrado traer en las últimas temporadas a dos de los más renombrados cellistas de la actualidad, antes fue Natalie Clein, que deslumbró a la audiencia, ahora fue el turno de Johannes Moser el superlativo solista germano-canadiense, que se presentó junto a la Orquesta de Cámara de Chile, que dirige Juan Pablo Izquierdo.
En la primera parte ofreció una vital y hermosa versión del “Concierto N° 1 en Do
mayor para cello y orquesta” de Franz Joseph Haydn, en su transcurso fue posible apreciar algunas de las características que le han encumbrado a la fama; los contrastes sonoros que logra con su instrumento, pudiendo ser pastoso o dulce, o bien forte y acerado, con lo que se permite afianzar los contrastes dinámicos.
Incuso no elude pequeñas variaciones melódicas, en las repeticiones temáticas, a la belleza de su sonido, agrega su extrema musicalidad, con fraseos y articulaciones que revitalizan la obra.
Calificaremos de elegante y con espléndidos contrastes su primer movimiento, en extremo expresivo y sensible el segundo, y brillante y virtuoso el tercero.
El acompañamiento de Izquierdo y su orquesta, fue ajustadísimo y de una claridad melódica y rítmica ejemplar, convirtiéndose en el contraste perfecto para Moser, una demostración palpable estuvo en la enorme velocidad del “Allegro molto” con que concluye, en el que todos los intérpretes dieron cuenta de virtuosismo y musicalidad.
En la interpretación del “Concierto para cello y orquesta Op. 129” de Robert
Schumann, tanto Moser como la orquesta, asumieron peso romántico, ya desde los primeros compases a cargo de las maderas, que mostraron expresividad y bello sonido, la interpretación de Moser, se acerca a lo rapsódico en una aparente libertad de tempo, Izquierdo no solo logró un perfecto contraste, también logró unir coherentemente un acompañamiento que en su fragmentación puede resultar inconexo, el “lento” logró un asimilarse a un “lied”. El vital tempo del tercero mostró un diálogo perfecto entre el solista y la orquesta, con énfasis en los contrastes dinámicos.
A ratos Johannes Moser e Izquierdo, dieron la impresión de haber tocado en muchas ocasiones juntos, por la coherencia y sintonía de la interpretación.
Los “encore” –dos fragmentos de una de las suites para cello de Bach– fueron exquisitos y sensibles. Sin duda esta visita será recordad por mucho tiempo.
El programa se completó con la versión de Anton Webern para el “Ricercare a 6” de la Ofrenda Musical de Johann Sebastian Bach, este acercamiento a los sonidos del siglo XX, puede provocar rechazo, por una sonoridad que puede resultar agresiva, no obstante es una apertura a diversas combinaciones de timbres, que representan un desafío para los intérpretes.
La versión fue bastante correcta, con algunas inseguridades en particular al inicio, las que fueron desapareciendo con el desarrollo.
Muy diferente fue la suerte de las “Seis piezas para orquesta Op. 6” también de Anton Webern, en arreglo del mismo compositor para orquesta de cámara, esta versión nos lleva a un minimalismo desolado, que por su orquestación bien podría parecer una obra nueva, a manera de ejemplo, la cuarta pieza “marcha fúnebre” nos resulta mucho más atrayente para orquesta de cámara, con el piano percutido en las cuerdas por dos percusionistas, que en la versión para gran orquesta.
Izquierdo y sus músicos lograron un gran éxito al sumergirse en este mundo oscuro y expresionista.
Gilberto Ponce. (CCA)