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EDITH FISCHER ES OVACIONADA DE PIE EN EL MUNICIPAL

EDITH FISCHER YA ES LEYENDA LO CONFIRMÓ SU RECITAL EN EL MUNICIPAL.

Sin lugar a dudas, este titular no gustará a Edith Fischer, la consagrada pianista chilena que al cumplir 90 años decidió celebrarlos con con una serie de recitales y conciertos, que incluye el que ahora comentamos en el Ciclo Pianistas Claudio Arrau del Teatro Municipal, que le permiten recoger gran parte de su enorme repertorio, y porqué creemos que el titular no le gustará; simplemente porque posee una sencillez y humildad propia de los verdaderamente grandes.

La pianista Edith Fischer foto teatromunicipal

Ella pertenece a ese gran grupo de notables pianistas, que además de ser estupendos intérpretes son longevos, pero conservando todas las características que los elevaron al podio de Maestros, por ello los públicos asisten a sus presentaciones siempre con las mayores expectativas, sabiendo que no serán defraudados.

Verla tocar, resulta una experiencia, porque la energía y fuerza de sus versiones corresponde a la de una persona joven que demuestra una sorprendente madurez, con razón dice: “no está en mis planes retirarme”. Su maestro, el gran Claudio Arrau, no escatimó adjetivos para describir la admiración que sentía ante su talento, y no se equivocó, Edith Fischer ha tenido una carrera que despierta enorme admiración.

De gran transparencia, elegancia y ajustado estilo fue la Fantasía en Re menor de Wolfgang Amadeus Mozart con la que dio inicio a su programa, la obra dentro de brevedad posee una gran cantidad de partes contrastantes, algunas más cantabile en oposición a otras de gran virtuosismo que la solista enfrentó con precisión sin ningún alarde efectista que desvirtuara el planteamiento mozartiano, fue su primer gran éxito.

Edith Fischer durante su recital  foto teatromunicipal

De dieciocho partes consta la llamada “Danzas de la Cofradía de David” del op 6 de Robert Schumann, obra de gran complejidad técnica que se suma a la necesaria indagación del carácter de cada parte, para así obtener el contraste preciso de cada una de ellas, donde encontramos; serenas, agitadas, meditativas, exultantes, dulces o agresivas, en fin una verdadera galería de emociones y sentimientos, que el intérprete debe desentrañar, para obtener un todo coherente y armónico que responda a lo que el compositor deseaba, pues se dice que en algunas de ellas hay elementos autobiográficos, y así no caer en lo rutinario o reiterativo; acá nos encontramos con una versión que fue siempre fresca y novedosa, captando permanentemente la atención, las secciones de bravura como las calmas o de transición fluyeron con naturalidad siempre expresiva, por las razones expuestas, no extrañó la eufórica reacción del público que ovacionó largamente la versión de Edith Fischer.

Edith Fischer en otro momento de su recital  foto teatromunicipal

El recital finalizó con una de las últimas Sonatas para piano de Ludwig van Beethoven, la 31 en La bemol mayor, op 110, que son obras en las que autor reflexiona permanentemente, por ello en su audición la forma podría desconcertar un poco, por la gran cantidad de cambios que se perciben al menos en la superficie, pues en su esencia es férreamente unitaria.

Las reflexiones están relacionadas tanto con su sordera, como sus enfermedades y dificultades personales, por esta razón la música transita desde lo depresivo a lo eufórico, lo desolado y el optimismo, sin contar otros sentimientos, en un continuo que bien puede desconcertar y que obliga al intérprete a sacar a luz esas emociones o sentimientos, y al público encontrar las claves a veces ocultas en la partitura.

En la obra Beethoven indaga en lo armónico al tiempo que desarrolla dos fugas a la manera de Bach, y contrasta temas en carácter y explota al máximo los contrastes dinámicos.

Edith Fischer fue meticulosa en lo dinámico, mientras manejó lo expresivo emocional en progresiones contenidas o resueltas, dejando claves a resolver por el oyente.

Con inteligencia y gran seguridad entró en lo vericuetos de la partitura para ir resolviendo sus claves y entregarlas al público a lo largo de sus tres movimientos, que con las denominaciones del propio autor, nos hacen comprender muchas de sus intensas y meditadas reflexiones. (I Moderato cantabile molto espressivo. I Allegro molto. II Adagio ma no troppo, Allegro ma non troppo donde se incluyen dos fugas).

Dejando en claro las excelencias de la versión, no podemos dejar de mencionar las dos fugas del tercer movimiento en las que Fischer realizó una síntesis perfecta entre el romanticismo de Beethoven y la austeridad contrapuntística de Bach antes de la poderosa conclusión.

De pie y por largos minutos el público agradeció la formidable interpretación de Edith Fischer que de esta forma está celebrando sus juveniles 90 años.

Edith Fischer agradece las ovaciones. que le brindó de pie el público del Municipal foto. teatromunicipal

Gilberto Ponce (CCA)

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