DEBUT SINFÓNICO CON MUCHAS DUDAS.
El primer concierto de su Temporada 2018 realizó la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile en el Teatro de Universidad de Chile (Ex Baquedano), el evento se realizó bajo la dirección de su Director Titular Leonid Grin, contando con un invitado de excelencia, el letón David Geringas.
Dos obras de gran atractivo de público casi colmaron la sala, que mantiene una acústica muy desfavorable que destaca todos los errores y en general funde mal los sonidos, por ello es imprescindible que el director ponga especial cuidado en ese importante detalle para conseguir el balance adecuado. Creemos que como ahora la universidad es dueña del recinto, se podría modificar el escenario, ampliándolo hacia el fondo dándole además de amplitud, “aire” para que sonido fluya mejor.
En lo musical, la orquesta pareció no haberse sacudido aún de las vacaciones, pues mostró sonido crudo, no siempre afinado, incluso algo estridente en algunas familias, algo demasiado evidente en la primera obra, el hermoso y complejo Concierto en Si menor para violonchelo y orquesta, Op. 104 de Antonin Dvorak, en el que se apreciaron dos planos muy dispares, por uno la extrema musicalidad de David Geringas, quien posee bello sonido, fraseos y articulaciones precisas, demostrando que la obra es parte de él.
En el otro plano la dirección de Leonid Grin fue sin duda descuidada, en particular con el balance sonoro, sobre todo en aquellas frases con instrumentos a solo, donde en más de una ocasión taparon al solista, que decir cuando se trataba de familias completas, pero sin duda lo más evidente fue que no existió correspondencia entre la intencionalidad y fraseos del solista con los de la orquesta, que tampoco tenían uniformidad entre sí, los frecuentes rubato de la partitura fueron interpretados csi siempre en tempo, sin dejarse llevar por los que insinuaba el chelo de Geringas.
Creemos que para el solista, una verdadera leyenda del violonchelo, debe haber sido muy incómodo las desafinaciones que se apreciaron en varias secciones, tanto como los ataques de frases poco precisos y duros en musicalidad, en este aspecto los cornos tienen un camino largo por recorrer, en el resto del Dvorak el desempeño de la orquesta fue muy irregular con fragmentos hermosos que luego contrastaban con defectos. No puedo dejar de mencionar un hecho lamentable; la música por el hecho de tratarse de un trabajo humano, puede ser afectada por errores involuntarios, los que un músico disimula al máximo, por ello no comprendemos la actitud de dos violines segundos, que ante una evidente falla, se rieron durante varios minutos.
El público aplaudió con gran entusiasmo el desempeño de David Geringas, quien con enorme musicalidad hizo justicia a la obra, es así que luego el solista dejó muy en claro su nivel de maestría con los dos encore que ofreció, pertenecientes a Pau Casals y a Johann Sebastian Bach.
En la segunda parte si bien el resultado final fue mejor que en la primera parte, este está aún bastante alejado de los niveles a que puede llegar la orquesta, es así que se escuchó otra obra maestra; la Sinfonía Nº 4 en Mi menor, Op. 98 de Johannes Brahms, en ella Grin pudo preocuparse solo de la orquesta y no como en Dvorak que debió conjugar también al solista.
Luego de una hermosa entrada de las cuerdas, se llegó súbitamente a un forte bastante exagerado con articulaciones muy duras y sin mayor preocupación por el balance sonoro, sobresaliendo los errores se sonido de los cornos, asimismo el desbalance hizo muy confusos los fraseos, convirtiendo el primer movimiento en algo muy plano y poco expresivo.
En el Andante moderato que sigue, pasaremos por alto el ingreso de los cornos, debido a que este condujo a la expresiva sección del pizzicato que acompaña a las maderas, en uno de mejores momentos de la versión, en el desarrollo las cuerdas nos recordaron sus grandes logros.
El Allegro giocoso mejoró bastante en su primera parte, produciéndose luego algunas confusiones, así llegamos al Allegro enérgico e passionato, que no mostró una intencionalidad clara, al insistirse en la dureza con acentuaciones poco musicales, a pesar del entusiasmo puesto por buena parte de la orquesta.
Un concierto que plantea dudas y desafíos a la Sinfónica Nacional y a Leonid Grin su director, para superar los aspectos que necesariamente deben mejorar para alcanzar el nivel que el público espera del conjunto.
Gilberto Ponce. (CCA)