REORQUESTACIONES EN LA SINFÓNICA.
El segundo programa del director español Josep Caballé-Domenech, frente a la Sinfónica de Chile, presentó como obras eje, orquestaciones de dos partituras escritas una para órgano y la otra un cuarteto con piano; algo poco usual en nuestro medio, pero de común ocurrencia en otras latitudes.
Este aspecto le otorgó al concierto un particular interés, siendo de estupendo nivel, gracias al gran trabajo realizado por sus orquestadores.
Se inició la presentación con la Passacaglia y Fuga en Do menor de Johann Sebastian Bach, orquestada por el famoso director Leopold Stokovski, algo que también realizara para la Toccata y Fuga en Re menor, que se incluyó en el notable film de Walt Disney, Fantasía.
Lo interesante de su trabajo, fue conservar en gran medida, las sonoridades propias del órgano, incluso al utilizar variados instrumentos de percusión.
La versión de Stokovski, obliga a un tratamiento de carácter romántico, por lo grueso de la orquestación, y creemos que Caballé-Domenech apunta bien en esa dirección, presentando muy bien los temas principales, no obstante en la versión del día viernes, se apreciaron atrasos en las respuesta de las maderas, en ciertas secciones, en tanto que otras su rendimiento fue notable.
Si bien, el director logró de la orquesta, un hermoso sonido, lo único objetable fueron los aludidos atrasos, entre familias, donde la precisión barroca se perdió.
Por alguna razón no especificada, la obra original del compositor chileno Christian Vásquez, fue cambiada primero por la Doloras de Alfonso Leng, para luego, volver a cambiarse, por el Andante del mismo Leng, se sumó además la Danza Fantástica de Enrique Soro, obras en las que director y la orquesta, consiguieron grandes triunfos.
El Andante de Leng, recibió una versión bastante expresiva, donde rubatto, acelerando y rittardando, fueron esenciales en la expresividad, las cuerdas de la Sinfónica, respondieron a cada una de las indicaciones de la batuta, que logró un arco expresivo muy sensible.
La hermosa Danza Fantástica de Enrique Soro, fue enfocada en forma vigorosa y exultante en la sección inicial, allí se enfatizaron los contrastes y múltiples detalles de orquestación, la segunda sección, se tomó ágil, vital, lírica y fina, y la reexposición ahondó en las bondades del comienzo, en síntesis, una mirada muy interesante de un director un español, para dos obras emblemáticas de la música chilena.
Finalizaron con la hermosa orquestación de Arnold Schoenberg, del Cuarteto con piano, en Sol menor, op. 15 de Johannes Brahms, obra que rescata estupendamente las características del original, incluso, haciendo recordar permanentemente, y aunque suene contradictorio, la sonoridad del piano.
El enfoque sinfónico de Schoenberg, no pretende indagar en su propio estilo, por ello es posible encontrar sonoridades propias de alguna sinfonía de Brahms, o de su obertura Festival Académico, y tampoco resulta ajena la incorporación de una buena cantidad de percusiones, por su notable trabajo de asimilación.
Por ello el problema se reduce, a como recrear sinfónicamente, música de cámara, y es en este punto donde Josep Caballé-Domenech, acierta plenamente, logrando asimismo un bello sonido orquestal y enfoque estilístico.
Sin mayor importancia, fue una pequeña confusión en una de las transiciones en el primer movimiento, debido a lo acertado del todo.
En el segundo, logra certeramente carácter y espíritu lírico, muy hermosa fue la sección con los violines en sordina, y la respuesta de las maderas.
Bellos fraseos e intencionalidad, caracterizaron el tercero, el trío del mismo, fue jubiloso.
El Rondó a la zingarese, solo puede ser calificado de espléndido, en una orquestación que recuerda las Danzas Húngaras, del mismo Brahms.
El público, no se cansó de aplaudir la estupenda versión, agregándose luego los integrantes de la orquesta, para reconocer el gran trabajo de Josep Caballé-Domenech.
Gilberto Ponce. (CCA)