FRANCESES Y MOZART EN LA FILARMÓNICA.
Un cambio muy notable, se observó en el cuarto concierto, de la Orquesta Filarmónica de Santiago, que dirigió Rani Calderon.
La orquesta, retomó la senda del hermoso sonido, exhibido en las primeras fechas.
La mezcla de autores como, Debussy, Mozart y Ravel, podría sonar atrabiliaria, no obstante, en este caso, encontró justo equilibrio.
“Jeux” Poème Dansè de Claude Debussy, obra escrita para los ballets rusos de Paris, tiene al igual que muchas obras escritas en ese tiempo, un argumento débil, que solo sirve de pretexto, para la música y la danza.
Obra llena imágenes contrastantes, con exigencias musicales, más allá de las usuales en Debussy, obligando a la dirección, a un férreo control dinámico y manejo de los contrastes. Debiendo cuidar, colores y atmósfera sugeridas por los timbres instrumentales.
Calderon realizó un acercamiento pragmático, destacando los constantes guiños a “El Mar” del mismo Debussy y al “Pájaro de Fuego” de Stravinsky, que fuera estrenada pocos años antes de “Jeux”, el director realzó esas alusiones, contrastándolas con las secciones más propias de la obra, y moviéndose diestramente en sus ambigüedades.
La respuesta de la orquesta fue ejemplar, los solos de violín y el de los dos chelos, fueron musicalmente hermosos.
A pesar de la interpretación, la respuesta del público fue discreta.
Luego se interpretó el “Concierto para violín y orquesta Nº 5 en La mayor. K. 129” de Wolfgang Amadeus Mozart, interviniendo el estupendo violinista italiano Emmanuele Baldini.
En su interpretación, Calderon tuvo la virtud, de adecuarse muy bien al concepto y tempi de Baldini, logrando una sólida unidad, que se manifestó en los perfectos diálogos entre solista y los instrumentos.
Baldini, mostró hermoso sonido, buscando intencionalidades sonoras de gran interés, juega con las melodías, frasea elegantemente, permitiéndose mostrar su virtuosismo en las Cadenzas, pero el valor mayor, lo encontramos en su capacidad expresiva, en riguroso estilo clásico.
Los diálogos con la orquesta, fueron sensibles y en total comunión, realzando contrastes dinámicos y expresivos.
Bellísima, fue la introducción orquestal del segundo movimiento, con sonoridad mágica, permitiendo el sensible ingreso del violín; sin duda este movimiento dejó casi suspendido al público, por su poética belleza.
El carácter del “Rondó” final, fue marcado por las primeras frases del solista, y complementado por la orquesta, aún más, cada repetición, fue sutilmente diferente; no podemos dejar de mencionar el estupendo cometido de cornos y oboes, por su elegancia y musicalidad.
Seguramente a Baldini, le habría gustado un poco más rápida la sección “alla turca” que es el gran contraste que plantea Mozart, pero esto se corrigió, cuando a él, le correspondió marcar pulso, contando con la colaboración de Calderon, que siempre estuvo alerta a la interpretación del solista, demás está decir, que en esta sección, Baldini, se permitió una serie de juegos, en timbre y arcos.
El alado final, arrancó las más efusivas ovaciones del público, respondiendo el solista, con un virtuoso “encore”, cuyo nombre y autor desconocemos, pues no fue anunciado.
Maurice Ravel ocupó la última parte: primero la “Alborada del gracioso”, en una versión llena de colores, contrastes y llena de vitalidad, con una Filarmónica brillando en sonido e intencionalidad. Destacaremos la gracia del fagot, el hermoso sonido de las cuerdas y la espectacularidad de la percusión, donde el timbalista ofreció, al igual que en la obra siguiente, una clase de virtuosismo y musicalidad.
Finalizaron, con el Poema Coreográfico “La Valse”, frustrado intento de ballet, encargado por Diaghilev para sus ballets rusos. Calderon opta válidamente, iniciarlo ya con el pulso de vals, y no como las pequeñas células, que darán forma al vals.
En este caso, las células fueron pinceladas, que iban y venían, armando el edificio sonoro del vals, en un camino lleno de dificultades, que convierten esta obra en algo muy opuesto, a los gloriosos valses de Strauss; Calderon manejó inteligentemente la progresión dramática, para concluir en el eufórico final.
Una vez más, cada solo instrumental, fue de excelencia, y el rendimiento de la orquesta, reafirmó el estupendo momento por el que pasa la orquesta.
Un muy buen concierto, dirigido por Rani Calderon.
Gilberto Ponce (CCA)
Muchas gracias por su palabras! Es una satisfacción muy grande ver que el trabajo duro de meses pasas para el publico en forma de sons musicales! Muchas gracias e espero en una próxima ocasión de conocerlo de persona! Emmanuele Baldini