MUY BUEN BARBERO DE SEVILLA INTERNACIONAL.
Nos correspondió presenciar la segunda función de la versión Internacional del Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini en el Municipal de Santiago, función que dio cuenta como una producción del 2013, y del mismo Municipal de Santiago, mantiene su vigencia encantando por su modernidad, en una sólida pertinencia al estilo, además, se pudo escuchar en general a un muy buen nivel de cantantes.
Simple en su transparencia y movilidad es la escenografía de Giorgio Richelli, donde se desarrolla la régie de Favio Sparvoli que es sugerente, ágil y con aspectos de fina comicidad, lo visual se complementa con el inteligente vestuario de Simona Morresi.
Creemos que la iluminación del experimentado José Luis Fiorruccio, pecó un poco de exceso de oscuridad, si consideramos que estamos frente a una ópera, que en sí es luminosa en su trama llena de enredos, por ello algunas escenas que incluyen comparsas, estas pasaron más bien desapercibidas.
Mantiene intacta su belleza y plasticidad la escena de la tormenta, con ese “ballet” de paraguas y comparsas que además de moverse suben y bajan, también el efecto en las escena donde aparece por primera vez Fígaro, donde las comparsas complementan el texto de Fígaro, en el resto de la ópera su trabajo es estupendo, lamentando que en el aria de la Calumnia, por su oscuridad comparsas se aprecien poco, destaquemos que sus movimientos son siempre cercanos a una coreografía.
La dirección musical fue de un experimentado, el español José Miguel Pérez-Sierra que desde una obertura llena de detalles, manejó todo tipo de contrastes en el resto de la ópera, con unos pianissimo muy hermosos y musicales, pero tal vez algunos fueron demasiado, pues en breves instantes al parecer los cantantes no escuchaban bien, razón por la que tuvieron algunas dudas de afinación.
Señalaremos que la velocidad impresa en algunos concertato de solistas y con el coro, hubo más de algún compás levemente desajustado, pero esto no resta mérito a su notable trabajo. El Coro del Municipal de Santiago (Jorge Klastornick), en sus voces masculinas tuvo su habitual estupendo desempeño.
Fígaro lo asumió en gran forma Rodion Pogossov, este barítono tiene además de una hermosa voz, todas las condiciones actorales para el rol, su naturalidad de movimientos no solo convence, divierte ya sea solo o en dúos y concertatos, la ovación que recibió fue merecidísima.
El tenor Levi Sekgapane fue un débil Conde de Almaviva, tiene un timbre de voz bastante extraño, el que cambia constantemente de color, no obstante a pesar de su escaso volumen, realiza las coloraturas muy bien, lo que es recibido con furor por los aficionados al bel canto; asimismo debemos señalar que para una ópera de estas características, a su actuación le falta prestancia y naturalidad, es muy débil en este aspecto.
Victoria Yarovaya fue una estupenda Rossina, de voz generosa, amplio registro, con hermosas coloraturas, asumió actoralmente con prestancia su Rossina, que fue desde la ingenua hasta la mujer firme que no soporta someterse a su tutor, pasando por la simpáticamente astuta para conseguir sus fines.
Simplemente genial estuvo Don Bartolo estupendamente cantado y actuado por José Fardilha, su personaje llena el escenario, su endemoniada aria donde reprende a Rossina fue espectacular, tanto por su canto y debido a que es un excelente comediante.
Bastante débil estuvo Pavel Chervinsky el bajo que cantó como Don Basilio, a su voz muy pequeña, se agrega una actuación bastante elemental, su famosa aria La Calumnia pasó sin pena ni gloria, cuando es una de las más importantes de la ópera.
Muy bien estuvo Jeanette Fischer, quien desplegó su hermosa voz en su única aria, demostrando ser además buena actriz.
Javier Weibel quien asumió como Fiorello, demostró una vez más todas sus condiciones vocales y como actor.
Una función que hizo olvidar algunos tragos amargos de la Temporada 2018.
Gilberto Ponce. (CCA)