ATTILA EN EL MUNICIPAL.

REACCIONES ENCONTRADAS EN ESTRENO DE ATTILA.

Pocas veces, hemos visto reacciones tan encontradas en un estreno, como las ocurridas en la primera función de la ópera Attila de Giuseppe Verdi,  las que incluyeron sonoros abucheos a la régie de Curro Carreres, que se contrastaron con las ovaciones para el resto de los intérpretes.

Escena de conjunto,  Odabella y Ezio. foto Marcela Poch

Durante su desarrollo encontramos aspectos de absoluta excelencia, en oposición a otros que al menos resultaron muy desconcertantes, siendo el más incompresible el haber desdibujado completamente el dramático final, dejando en segundo plano a los protagonistas, además de una serie de elementos absurdos y sin sentido.

El confuso final, los protagonistas, las proyecciones y la orquesta emergiendo. foto Marcela Poch

Todo el dramatismo desapareció durante el asesinato de Attila, pues se proyectaron escenas de un film de Visconti, mientras una orquesta vestida de frac emergía  del escenario, a la vez que una gran cantidad de papel caía en el escenario y platea; con razón un adolescente que presenciaba el espectáculo exclamó: me perdí, ¿qué pasó con Attila?, sin duda la parafernalia superó a la música y el drama.

Lamentablemente  en este caso, la sensación agria que dejó este final en el público, induce a creer que se trató una mala presentación, nada más alejado de la realidad, porque los puntos a favor, son muchos más.

Una de las escenas más hermosas, Attila, Odabella, Foresto y Ezio. foto Marcela Poch

Ya es un hecho común referirse en forma bastante crítica, a algunos “gustitos” que desde hace tiempo se vienen dando algunos regisseurs, porque en demasiadas oportunidades, y en forma caprichosa incorporan elementos que desdibujan los planteamientos originales de los autores; no estamos diciendo que no se puedan hacer innovaciones o extrapolaciones temporales, solo esperamos que estas no desvirtúen la obra, aciertos se dan con frecuencia, y el mismo escenario del Municipal ha sido testigo de ello.

Attila (Stefan Kocán) en su campamento. foto Marcela Poch

En este caso la idea de Curro Carreres, de mezclar los hunos, con la fuerzas invasoras austríacas en tiempos Verdi, puede ser buena, pero contradictoria por la cantidad de siglos de diferencia y porque quiso asimilar los hunos a los  austríacos, que en la ópera eran los romanos del tiempo de Attila, y si a todo agregamos, mesas de billar, una enorme bandera italiana con escenas de películas de Visconti, la confusión se hace mayor.

Attila describe su visión del Papa. foto Marcela Poch

Los elementos que realmente triunfaron se encuentran en la hermosa y sugerente escenografía en dos niveles de Enrique Bordolini, quien además se encargó de la iluminación, sus aciertos fueron múltiples, eficaces cambios de escena, y fluidez con los elementos móviles en el escenario, agreguemos el manejo de las proyecciones (las de la tormenta y la lluvia bellísimas), por lo que transformó muchas de las escenas en verdaderas pinturas del neoclasicismo.

Attila en su tienda. foto Marcela Poch

Su complemento estuvo en el estupendo vestuario de Imme Möller de indudable buen gusto y belleza.

El Coro del Teatro Municipal que tiene una extensa labor en esta ópera, cantó con la soberbia calidad de siempre, recibiendo además de las ovaciones del público, y en la persona de su director Jorge Klastornick, un entusiasta abrazo de parte del director Alberto Hold-Garrido, como muestra de su admiración; no son muchos los teatros que se  pueden dar el lujo de un coro de esta categoría.

Alberto Hold-Garrido. foto wikipedia

La orquesta en manos de Hold-Garrido, cumplió una loable tarea, espléndido sonido, que la batuta consigue con mínimos gestos, creemos que su labor hizo lucir mucho más el juvenil trabajo de un Verdi en plena búsqueda, tal vez haber privilegiado más contrastes dinámicos en la segunda parte, aunque este factor no disminuyó en nada su espléndido trabajo.

El equipo de cantantes, es sin duda uno de los mejores que haya pisado el Municipal, además de sus grandes y hermosas voces, fueron muy adecuados para cada uno de sus roles.

Foresto (Walter Fraccaro) y Odabella (Liudmyla Monastyrska) foto Marcela Poch

Attila fue cantado por el bajo eslovaco Stefan Kocán, con su recia estampa y gran actuación, fue muy adecuado para su papel, posee una timbrada y poderosa voz sin límites de tesitura, además de una enorme musicalidad.

Liudmyla Monastyrska la soprano ucraniana que cantó el complejo y difícil papel de Odabella, tiene una increíble, poderosa y bellísima voz, su timbre parejo en graves y agudos lo maneja en forma soberbia, sus pianissimo son emocionantes y arrolladores sus forte; sin duda una soprano que debiera frecuentar el escenario del Municipal.

Ya conocíamos la bella voz de Walter Fraccaro, ahora cantó Foresto con gran voz en tres cuartos de la ópera, hacia el final decayó su prestancia, incluso su afinación en los concertados, algo que atribuimos a cansancio o a un imprevisto vocal.

Ezio (Vitaliy Bilyy) y Attila (Stefan Kocán) foto Marcela Poch

Ezio fue asumido por Vitaliy Bilyy el barítono ucraniano, con su poderosa y habitual hermosa voz, posee una actitud actoral de gran nivel haciendo muy creíble su personaje, una de sus escenas con Attila, cuando trata de convencerlo para quedarse con Italia, y el resto para el huno, fue convincente y bellamente cantada.

Primer encuentro de Attila con Odabella. foto Marcela Poch

El breve papel del Papa León fue cantado convincentemente  por el bajo coreano  In-Sung Sim, quien cantará Attila en la versión estelar.

Uldino el esclavo de Attila, mostró los grandes progresos del tenor Juan Pablo Dupré, sólida voz y actuación.

Nos parece lamentable, que una desafortunada régie, haya menoscabado una producción, que se pudo convertir en una de las mejores de la temporada.

Gilberto Ponce. (CCA)

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Renato
Renato
12 Años Hace

No soy un experto si hablamos de ópera. Es un gusto que he ido desarrollando durante este año. Sin perjuicio de eso, ir al Municipal para ver estos espectáculos cada día me entusiasma más. Attila no fue la excepción, Verdi y la historia de esta ópera generaron altas expectativas en mí, las que se vieron fuertemente defraudadas por dos o tres aspectos mal logrados. Primero, Walter Fraccaro y su interpretación de Foresto no pudieron mantenerse más allá del primer acto. Con posterioridad la calidad de su interpretación, la potencia de su voz y su afinación disminuyeron hasta profundidades irreconocibles. Al finalizar la ópera miraba atento la respuesta del público para saber si mi oído poco entrenado era el culpable de aquella mediocre interpretación. Las pifias en contra de Fraccaro respaldaron a mi oído poco entrenado. Sin duda, su interpretación no pasó la prueba del público. El segundo aspecto mal logrado es la mezcla de épocas y pasajes históricos. La funesta aparición de una mesa de billar, banderas italianas y vestuario de distintas épocas marcaron un espectáculo que se hundía en la confusión. Quizás los expertos entendieron, en mi caso, presenciaba un sin sentido. Finalmente, el aspecto que me motivó a escribir esta crítica es el desarrollo de una maravillosa escenografía en dos niveles. Por un lado, el escenario central podía verse desde todas partes, no tengo nada que decir. Por otro, el segundo nivel (donde transcurre todo el desenlace de la ópera) se transforma en un espectáculo reservado solamente a los asientos ubicados en la planta baja. Esta situación implicó que los que estábamos sentados en Anfiteatro Preferencial no viéramos nada. Desde esa ubicación (y similares) se pierde absolutamente todo el final de la obra y detalles tan interesantes como las proyecciones de Visconti. Es una vergüenza que al comprar entradas de ese precio no adviertan sobre las serias deficiencias para apreciar la ópera en su integridad. Me sentí estafado y, lo más terrible, defraudado. Es la primera vez que escucho abucheos en el Municipal (y créanme, este año he sacrificado parte de mi salario, en ir y apreciar maravillosos espectáculos, cuya asistencia, al final nos entregan recuerdos de valor infinito). En fin, una ópera compleja, a ratos mal lograda, con un Foresto por debajo de la media y sobre todo, hecha solamente para ser apreciada por los afortunados que pueden optar a entradas en la primera planta. El resto, a ver óperas y espectáculos por DVD!!!!!!

José
José
12 Años Hace

Adhiero a todo lo dicho. Es curioso, porque fui anoche, y las reacciones del público fueron exactamente las mismas. Nunca había escuchado abucheos en el Municipal, y llevo más de 15 años abonado a la ópera internacional.
Fue triste, porque el nivel de los cantantes y el desempeño de la orquesta fue extraordinario. También hubo algunos abucheos para el tenor, lo que me pareció bastante injusto, considerando que se trata de un artista que, si bien no estuvo al altísimo nivel del resto del elenco, se desempeñó, a mi modesto entender, muy por encima de varios tenores mediocres a quienes en el pasado hemos premiado con aplausos tibios.
Y la regie… creíamos estar lejos de la basura que se impone en Europa, pero el Macbeth rockero y la Alcina plástica de hace algunos años nos demuestran que la dirección del Teatro Municipal no es del todo inmune a los encantos de esos vendedores de humo que son los registas.

Fabián
Fabián
12 Años Hace

Estoy en desacuerdo en lo musical y vocal, especialmente en lo relativo al tenor.

Fraccaro es un tenor de voz pequeña, que ha errado al escoger un repertorio no apto para su voz. Por lo mismo, suena desgastada, forzada, chillona y estridente especialmente en el agudo. Muchas veces se notaba mal colocada: o atrás o muy nasal (¿paradójico, no?). Fue un espectáculo lamentable.

La soprano si bien poseía un timbre bastante interesante, solía gritar mucho; y la ópera se trata de cantar no de gritar. A su voz le falta cuerpo en el centro, que era quizá su punto más débil. Sin embargo, por las características de su voz, sería fantástica en roles que exigen voces poco gratas como Lady Macbeth.

Kocan tenía una voz grande, poderosa para el papel, pero con un vibrato extraño, un poco desagradable musicalmente a ratos. Cumplió bien el papel, pero no sobresalió.

Bilyy tiene una voz hermosa y dúctil. Ha interpretado varios personajes en el municipal con distintas exigencias dentro de su tesitura. Como Ezio, lució un agudo fantástico y una interpretación convincente; sin embargo, si se trata de Verdi es preferible un barítono de voz más gruesa.

Mario Lobos
Mario Lobos
12 Años Hace

Adhiero totalmente a los comentarios anteriores. Mi decepción y mi molestia fueron más que el agrado de escuchar cantantes que en gran medida estuvieron a la altura de esta ópera bastante exigente, especialmente en el personaje de Odabella, que exige una soprano poderosa y a la vez capaz de realizar grandes sutilezas.
La idea de asimilarla a la época del “Risorgimento” movimiento que nace con el afán de liberarse de la dominación austríaca, claramente sugerido con la invasión de los Hunos a Roma, me pareció interesante y plausible; pero la mesa de billar, el “confetti” final y las proyecciones rayaban en lo absurdo e hicieron perder el verdadero dramatismo que lleva al desenlace de esta ópera incomprensiblemente tan poco representada. Esta ópera que marca el fin de la colaboración de Temístocle Solera con Verdi tiene muchos momentos musicalmente notables, partiendo con el bello preludio, de una factura poco acostumbrada hasta ese momento por el maestro de Busseto. Aunque tal vez abusa un poco de las “cabalettas” que a ratos resultan un tanto majaderas, el hecho de prescindir de las acostumbradas fanfarrias usadas hasta la saciedad en otras óperas patrióticas anteriores, nos muestra un Verdi más maduro y consciente del devenir de los acontecimientos.
Desde una desafortunada versión de “Norma” el año 87 que no escuchaba tantos abucheos para el regisseur. Yo me pregunto: ¿Las “autoridades” del teatro conocen previamente y en detalle las ideas de los registas?, ¿hay alguien que fije los límites, en las a veces, descabelladas producciones que nos entregan? ¿Será que el TM también está cayendo en la tentación de aceptar cuanta basura viene de afuera con el fin de complacer a una minoría?
Como bien expresó un comentarista anterior, tenemos el absoluto derecho a sentirnos estafados cuando salimos de funciones tan decepcionantes como a la que acabamos de asistir.

Jaime Torres
Jaime Torres
12 Años Hace

He leído con suma atención lso cinco comentarios anteriores, y todos aportan muchas verdades.
Además, se puede advertir que la gran mayoría de los mismos han visto funciones distintas. En mi caso, la vi el día martes 25, y lamentablemente no pude ver el segundo elenco. En general, me pareció bien el elenco, incluyendo al tan vilipendiado Walter Fraccaro, que si bien partió más bien débil, pero estuvo excelente en el último acto.
Ahora, quisiera aportar mi experiencia de haber visto esta ópera verdiana hace 20 años, la que tuvo resultados mucho más parejos en todo sentido. Recuerdo que tuvimos un elenco excelente encabezado por Boris Martinovic, la recientemente fallecida Elizabeth Connell y otros que se desempeñaron muy bien, más una soberbia dirección de Miguel Ángel Veltri, MUY superior al resultado de Hold Garrido, que si bien fue profesional, pero jamás con el refinamiento de Veltri (Hold Garrido no supo trabajar bien los planos sonoros ni menos los pianos (¡qué horror el preludio, a punta de martillazos en los timbales, etc, etc…!!!).
La escenografía en aquella oportunidad, a cargo del excelente Peter Buse, más bien convencional, y ante todo muy limpia y aclaratoria de la trama, a MUY dramática diferencia con Curreres, que apenas se le puede calificar de «escolar», en cuanto dispuso de muchos recursos para ahcer lo que quisiera, pero dispendiándolos de manera escandalosa. No entiendo cómo puede ampararse bajo el alero de un gran regista como Emilio Sagi. Con esta vergonzosa puesta, no califica para seguir viniendo al Municipal ni a ningún teatro. Incluso, con el despliegue barato de papeles y una orquesta en el primer nivel del escenario, claramente es un insulto al mismo pueblo italiano, pues ridiculiza toda una valorización patriótica, en este caso italiana, y que por lo demás es un sentimiento universal. Así no se exaltan esos valores, los menoscaban y los dejan relegados a un plano de «diversión circense»…
Y en cuanto a la responsabilidad de la Dirección del Teatro, por cierto que deben hacerse cargo, pues me imagino que la Dirección Artística debe conocer a cabalidad con anterioridad los los enfoques de las puestas, y por tanto la suscripción de los mismos. Obviamente, esto en sus lineamientos macros, pues el detalle se va dando en el camino, y probablemente Curreres vendió una idea inicialmente interesante de cruces temporales con el fin de aclarar y proyectar la trama en el curso de la historia. Pero aún así, la Dirección del Teatro tiene que prever mejor las cosas y no arriesgarse en exceso.
Y antes de terminar, es muy cierto que los «puntos de fuga» claramente NO están ni siquiera para el balcón, sino como mucho hacia la platea alta. Lástima que en este Attila hizo más crisis, al haber desarrollado toda la última escena en un absurdo segundo nivel, el cual imposibilitó que los amigos de anfiteatro pudieran verla. Al menos tuve, algo de suerte en mi balcón lateral izquierdo….
Los saluda,
Jaime Torres Gómez

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