ÚLTIMO TANGO EN BERLÍN CON UTE LEMPER.
Enorme expectación provocó en nuestro país la presentación de la cantante alemana Ute Lemper, quien se ha especializado en el repertorio propio de los “cabaret” germanos del tiempo de la República de Weimar y en el de los grandes creadores de la canción.
Ella no solo es cantante, también es una excelente bailarina además de pianista y pintora, lo que nos coloca frente a una artista de nivel superior, por lo que no extraña su natural musicalidad; estas fueron algunas de las razones por las que el público llenó el Teatro Municipal de Las Condes, en su única presentación en Chile, traída por la Fundación Beethoven.
En el evento, estuvo acompañada solo por dos excelentes músicos, Werner “Vana” Gierig en piano y Héctor Castro en bandoneón, ambos dieron muestras de un sobresaliente profesionalismo, al acompañar a Lemper, que en muchas ocasiones realiza improvisaciones sobre los temas, algo muy propio de este tipo de repertorio.
Presentes o sutiles, como base armónica o doblando líneas melódicas, ellos con su extraordinaria musicalidad, fueron factores fundamentales en el éxito de su presentación.
El programa se basó en obras de Kurt Weill, Bertolt Brecht, Edith Piaf, Jacques Brel, Léo Ferré y Astor Piazzolla entre otros, lo que significa desentrañar claves diversas para su interpretación, labor que Ute Lemper desarrolla tendiendo una suerte de manto común para todas las obras, aún más, dando a las versiones un ambiente cercano al tango, para ello cuenta con el bandoneón de Castro como soporte.
Este factor unitario, desdibuja el carácter de algunos autores y sus canciones, a manera de ejemplo, la más famosa de la Ópera de tres centavos, pierde la fuerza decadente que la caracteriza, el mismo efecto se produce con la mezcla de algunas.
No obstante la presencia escénica de Lemper, resulta casi hipnótica debido a la sensualidad de sus movimientos y el uso inteligente de los espacios, o impactando con aquella canción acostada sobre el piano.
Su baile, el uso de una boa roja, y un sombrero le permiten crear situaciones y personajes tal si fuera un cabaret, por ellos se permite dialogar con los espectadores, pero el uso coloquial de la voz, como los alejamientos del micrófono, impidió su plena comprensión.
En el aspecto vocal, si bien posee hermosos tonos graves, en las zonas superiores se observaron dificultades de emisión y pequeñas desafinaciones, que salva con su potente actuación, no obstante creemos que en un recital tan largo, sin intermedio, la reiteración de los recursos vocales, termina provocando un cierto agotamiento, tal vez si hubiera dejado algunos números a los instrumentistas, el programa ganaría en contrastes y la tensión no decaería.
En el ámbito fonético, sus aproximaciones al francés y español no son exitosas, aunque su fraseo sea del más alto nivel.
No obstante estas consideraciones, está fuera de duda, el carisma casi hipnótico de la estrella sobre los espectadores, que terminan rendidos ante la potencia escénica de Ute Lemper, que no descuida detalles de su presentación, tanto en lo musical como en la escenografía sobria y hermosa, sobre la que se proyectan sutiles cambios de iluminación, que le otorgan al espectáculo la gran categoría que tiene.
Gilberto Ponce. (CCA)