UN RÉQUIEM DE VERDI EMOCIONAL.

REQUIÉM DE VERDI EN EL CEAC.

Nos correspondió presenciar la cuarta y última función del Réquiem de Giuseppe Verdi, que ofrecieron como concierto de Semana Santa, la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, junto al Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile (Director Juan Pablo Villarroel) y un cuarteto de solistas vocales, todos bajo la dirección de Leonid Grin.

Ahora bien, si en relación al primer concierto de la Sinfónica Nacional manifestamos nuestros reparos, ahora en esta presentación la orquesta mostró una franca recuperación, con un sonido más cuidadoso y en el caso de la dirección se observó mayor balance sonoro, las objeciones que podríamos hacer estuvieron en desajustes de pulso en las fugas de la obra, como la del Sanctus y en el Libera me Domine, así como que en el último tercio -seguramente debido al calor del escenario-, la afinación se resintió en los instrumentos, afectando en cierto modo la afinación del cuarteto solista en alguna sección a capella, pero estos detalles no opacaron un resultado a todas luces positivo.

Orquesta, Solistas y Coro dirigidos por Leonid Grin. foto Patricio Melo

Leonid Grin se dirigió al público para señalar que ofrecía el concierto en memoria de las víctimas de la tragedia ocurrida en Siberia (Rusia) pocos días antes donde murieron según planteó más de 400 personas, entre ellas gran cantidad de niños, no el menos de un centenar que oficialmente se dijo.

Con severo sentido emotivo dirigió el Introito, el Coro mostró bello sonido y certera expresividad en el Te decet Himnus a capella, el Kyrie que sigue se interpretó con sentido de súplica, destacándose el carácter del cuarteto vocal, pero ya el tenor Patricio Saxton mostró alguna inseguridad vocal.

Con enorme fuerza se interpretó el Dies Irae una de las partes más importantes y recurrente en esta obra, poderosos fueron los llamados de las trompetas, que el Coro respondió vigorosa y musicalmente.

El Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, durante la presentación. foto Patricio Melo

Con acento teatral en su enfoque del texto, cantó luego Homero Pérez-Miranda el Mors stupebit, característica que mantuvo a lo largo de toda la obra, elevando el nivel de la expresividad general, algo similar realizó la magnífica Evelyn Ramírez en el Liber scriptum por su manejo de la progresión dramática encontrando en el Coro la respuesta más adecuada, debemos decir que la orquesta a esas alturas era un muy buen sustento.

Homero Pérez-Miranda bajo, Patricio Saxton tenor, Evelyn Ramírez mezzo y Andrea Aguilar, durante el concierto.
foto Patricio Melo

El trío siguiente Quid sum miser para soprano, mezzo y tenor, mostró mucho carácter y solidez tanto en la soprano Andrea Aguilar como en Evelyn Ramírez, pero el tenor Saxton mostró disparidades que hacen suponer que no se encontraba en plenas condiciones vocales.

La fuerza del inicio de Rex Tremendae para Coro y solistas se contrastó bellamente con la sensibilidad del angustioso pedido “Salva me”. Uno de los momentos más altos de la versión vino con el dúo Recordare, Jesu pie para soprano y mezzo que fue cantado por ambas con exquisita sensibilidad.

Coro y Orquesta durante la presenatación. foto Patricio Melo

Patricio Saxton volvió a mostrar su irregularidad en uno de los momentos más complejos para el tenor, hablamos de Ingemisco, tamquam reus, no obstante tuvo secciones bellamente cantadas. El Confutatis maledictis encontró en Homero Pérez-Miranda el bajo, un soberbio y expresivo intérprete.

Otro de los momentos más emotivos de la obra, es el bellísimo Lacrimosa, cuya melodía central el mismo Verdi la introdujo, con otro texto, en su ópera Don Carlo, los interpretes guiados por Leonid Grin lo hicieron solemne, bella y expresivamente, aquí debemos destacar el estupendo trabajo de la mezzo y el bajo, tanto como el Pie Jesu del Coro cantado estupendamente.

El Cuarteto Solista en ontro memento del concierto. foto Patricio Melo

El Domine Jesu Christe mostró algunas disparidades de afinación en la orquesta, aunque manteniendo tensión dramática, como sostén de las voces. Hostias otro de los momentos claves para el tenor, fue inseguro y tenso.

El doble coro que es el Sanctus, dio cuenta de la estupenda preparación del Coro, aunque el resultado al inicio fue con poco carácter, y con los pequeños desajustes con la orquesta en las partes fugadas.

El Agnus Dei fue otro de los grandes logros de la versión, con el impecable dúo en octavas de Andrea Aguilar y Evelyn Ramírez con la estupenda réplica del Coro.

Evelyn Ramírez descolló en su solo Lux aeterna con una sólida progresión expresiva, en el final de esta parte destacaremos la musicalidad de la flauta solista.

El impresionante Libera me de morte aeterna que cantó Andrea Aguilar nos mostró a una solista en plena madurez artística, tanto el desgarro en el desarrollo como su pianissimo final fueron de extraordinaria belleza, por ello no es de extrañar que el Coro respondiera con la misma intencionalidad emocional, llegando a conmover al público que aplaudió fervorosamente la versión.

El Director del Coro Juan Pablo Villarroel, los Solistas, el Director General Leonid Grin junto a la Orquesta y Coro, agradecen al final los aplausos del entusiasta público. foto Patricio Melo

Gilberto Ponce. (CCA)

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