CARMINA BURANA, UN PASO EN FALSO.
Ha sido catalogada de música tóxica, por lo adictiva, y sin duda lo es, ya que desde su estreno en 1937, se ha convertido en una de las obras más populares e interpretadas de todos los tiempos, y el solo anuncio de su presentación ya sea como cantata o como ballet, atrae multitudes que no se cansan de verla y escucharla.
Nos referimos a la Cantata escénica “Carmina Burana” de Carl Orff (1895- 1982), basada en una selección de textos de poemas y cantos medievales de los siglos XII y XIII, pertenecientes a los “goliardos”, poetas vagabundos, algunos de ellos ex seminaristas, que viajaban constantemente por algunas regiones de Europa, cantando y recitando obras de alabanza al amor, los placeres y la comida, y en particular burlándose de la sociedad y del clero.
La Sinfónica Nacional, los Coros Sinfónico y Camerata Vocal y solistas dirigidos por Carlos Vieu foto Jacqueline Uribe
Estas obras están cantadas en latín, alemán antiguo, francés primitivo y en una jerga conocida como “macarrónico” que es una mezcla de estos. Los textos, son muy numerosos, y Orff solo uso veinticuatro de acuerdo a sus fines, estos manuscritos fueron encontrados en un convento benedictino de Baviera, por el estudioso Johann Christoph von Aretin, en unos códices profusamente ilustrados, interesante resulta notar el interés de los monjes por conservarlos, ya que muchos de esos poemas se burlaban de monjes y de la iglesia, lo que habla muy bien de su apertura y del valor cultural que le otorgaron.
Carmina Burana es parte de una Trilogía llamada “Trionfi” que exalta el amor, Carmina en la Edad Media, Catulli Carmina durante el Imperio romano y El Triunfo de Afrodita en la Grecia antigua, en nuestro país solo falta por estrenar la última de ellas.
El director Carlos Vieu en pleno desarrollo de la obra. foto Jacqueline Uribe
Carmina Burana fue conocida en Chile gracias a la poética coreografía de Ernst Uthoff, creada para el Ballet Nacional Chileno, que se estrenó en 1953 además con el Coro de la Universidad de Chile y la Orquesta Sinfónica, constituyéndose en un suceso en nuestro país y en el extranjero, incluido USA, siempre con el BANCH. Desde aquella época son legiones de espectadores los que la han ovacionado, tanto como ballet o en formato concierto, y es como la marca registrada de los actuales conjuntos del CEAC.
Esta última serie de la obra se ofreció los días 27, 28 y 29 de noviembre en la Gran Sala Sinfónica y fue interpretada por La Orquesta Sinfónica Nacional, los Coros Sinfónico y Camerata Vocal de la Universidad de Chile que dirige Juan Pablo Villarroel, la soprano Tabita Martínez, el contratenor Moisés Mendoza y el barítono Patricio Sabaté, todos dirigidos por el director argentino Carlos Vieu.
El barítono Patricio Sabaté cantando su parte en In Taberna foto Jacqueline Uribe
Nos ha correspondido asistir a innumerables representaciones de la obra con casi los mismos intérpretes, muchas de ellas memorables, pero en esta ocasión nos cuesta entender que ocurrió, pues la versión del día 27 acusó gruesos errores, tal vez exceso de confianza por haberla hecho muchas veces, dándole poco tiempo, por lo tanto escasos ensayos, no lo sabemos, pero confiamos que en las funciones siguientes mejoraron lo suficiente como para estar al nivel de los intérpretes.
Podríamos detallar in extenso nuestras objeciones, pero por el respeto y aprecio que sentimos por los conjuntos. Nos remitiremos solo a los más importantes.
El contratenor Moisés Mendoza cantando su parte del cisne foto Jacqueline Uribe
En forma increíble el primer acorde “O Fortuna” del Coro fue desafinado, y lo mismo ocurrió en la repetición del final, después se encaminó bien esa parte, para producirse los primeros desajustes del coro en la sección siguiente “Fortune plango”, con el director haciendo enormes gestos para ordenar el pulso en cada estrofa.
Mejoró mucho en el “Veris leta facies” del Coro y en el solo del barítono “Omnia sol temperat”. Bastante inseguro fue el Ecce gratum” y el “Floret silva” del Coro, la Orquesta hizo correctamente el “Tanz” instrumental con los musicales solos de la flauta y el timbal.
Problemas de afinación y pulso en algunas frases del coro femenino en el “Chramer”, pero se rehabilitaron en el entrañable “Chume Chum geselle min”.
Inusitada e inútil fue la velocidad que la batuta le imprimió al inicio de “In Taberna” que impidió apreciar la musicalidad de Patricio Sabaté y desdibujó el trozo, afortunadamente en la alocución del monje de la cofradía de Decio pudo cantar noblemente, claro está que en esta parte, él impone el pulso.
Moisés Mendoza cantó formalmente bien el “Canto del cisne”, se lo hemos escuchado con mucha más expresividad, la respuesta de los varones fue solo correcta, para después cantar sin nervio y sin mucha precisión el final de la Taberna, con partes al borde del grito.
Muy lograda estuvo la parte del coro femenino en “Amor volat undique” y el posterior solo del barítono con todos esos saltos de tesitura.
La soprano Tabita Martínez en una de sus intervenciones foto Jacqueline Uribe
La soprano Tabita Martínez a quien le hemos escuchado muy buenas versiones de esta obra, en esta oportunidad estuvo muy dispareja, aunque con la hermosa voz que posee, en “Stetit puella” se le vio insegura en afinación, mejorando mucho en “In trutina” y brillante en el complejo “Dulcissime”.
Con algunos cruces de pulso avanzaron las últimas partes, pero no podemos soslayar el a capella del coro masculino “Si puer cun puellula” desajustado y desafinado en extremo.
El Coro se pudo recuperar muy bien en el “Ave formosissima” cantado con voz firme y timbrada.
Juan Pablo Villarroel director de los Coros, Carlos Vieu y solistas agradeciendo foto Jacqueline Uribw
Como vemos, una versión con demasiadas dudas, con un experimentado director, que en esta ocasión tuvo una batuta errática en gestos, una orquesta irregular, con percusiones en exceso estruendosas, frases desdibujadas en algunos bronces, la fanfarria de trompetas inentendible, en fin una función para el olvido, que no refleja el nivel real de sus intérpretes y que sin duda, acusó la falta de los ensayos necesarios.
Creemos que el CEAC no se puede permitir este tipo de situaciones, que ensucian y menoscaban el profesional trabajo de sus conjuntos.
Gilberto Ponce (CCA)








