PERFECCIÓN NÓRDICA EN LA BEETHOVEN.
No creemos equivocarnos, al afirmar, que el concierto ofrecido por la orquesta de cámara noruega Trondheim Soloists, será uno de las grandes eventos musicales del año; su presentación fue en el séptimo programa, de la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, que organiza la Fundación Beethoven, en el Teatro Municipal de Las Condes.
De sus 16 integrantes, la mitad son bellísimas intérpretes, mientras que la dirección artística está a cargo del chelista Øyvind Gimse, quien es el responsable del alto nivel alcanzado, el que ha sido ampliamente reconocido internacionalmente, luego de su exitoso debut en Londres, el año 1990.
Llama poderosamente la atención, la perfección, prestancia y enorme entusiasmo, que muestran en cada una de sus versiones, sin duda producto del más acabado estudio, es por ello que su afiatamiento es absoluto; perfectos ataques, cortes, contrastes dinámicos, así como en articulaciones y arcos, de más está decir que su afinación es perfecta.
El atrayente y variado programa, mezcla clásico y contemporáneo, con excelencia y certero estilo.
El programa se inició, y no podría ser de otra manera, con Dos Melodías Noruegas de Edvard Grieg, en la primera de carácter algo popular, mostraron elegancia y una exquisita progresión dinámica, destacaremos el hermoso diálogo entre violas, chelos y contrabajo, y la sutil contraparte de los violines; en la segunda, gracia cantabile y contrastes sonoros poderosos y delicados, la segunda sección mostró júbilo en el carácter danzado; el público respondió con una estruendosa ovación, algo poco común para una obra de inicio.
Luego el extraordinario chelista Andreas Brantelid, de solo 26 años, interpretó el Concierto para violonchelo y orquesta Nº 1 en Do mayor de Franz Joseph Haydn, del que debemos destacar, como convirtieron, una obra muchas veces escuchada, en algo nuevo de principio a fin; fraseos, articulaciones, acentos, e intencionalidades, le otorgaron una frescura renovadora; en la versión, el solista fue acompañado magníficamente por las cuerdas, en una fusión de enorme musicalidad, donde nadie tuvo el menor titubeo, en un balance sonoro perfecto.
Brantelid, mostró bello y noble sonido, a la vez que expresivo, destacando sus diálogos con el conjunto, la cadenza del primer movimiento fue sensible, con derroche de virtuosismo; el Adagio que sigue, mostró musicales acentuaciones, en la interacción solista- orquesta, mientras que Brantelid, exhibió exquisitos pianissimo, musicales inflexiones, tanto como sensibles contrastes dinámicos.
El Allegro Molto, final, fue tomado peligrosamente rápido, no obstante, fue de asombrosa perfección, rivalizando Andreas Brantelid con la orquesta en la sucesión de virtudes, que se sumaron a la exhibidas, en los movimientos anteriores; la euforia que provocó la versión obligó al solista a entregar como encore, dos fragmentos de Bach, en una noble versión.
La segunda parte nos transportó al siglo XX, primero la música para el ballet de Igor Stravinsky, Apollon Musagète, en un radical cambio de estilo, manteniendo el hermoso sonido, incorporando ahora, timbres y colores; mencionaremos la sutileza de aquella parte en pizzicato para acompañar al violín solo (el concertino Daniel Turcina), de estupendo desempeño, o bien los sonidos casi espectrales de una de las secciones finales, con los musicales trémolos; del mismo modo el manejo de contrastes, que entre otros fueron factores, que captaron en todo momento la atención.
Una gran versión para una obra de gran complejidad.
Finalizaron con Orawa del polaco Wojciech Kilar, obra de manifiesto modernismo, con inclusiones de minimalismo, que mezcla magistralmente ritmos y breves melodías, en una textura musical de enorme interés, a veces el material se presenta en contraposición rítmico melódica, en una progresión que resulta a veces electrizante.
Los interminables aplausos, lograron que como encore, ofrecieran dos fragmentos de la Suite Holberg de Grieg, de tal perfección, que hicieron añorar, poder escucharla completa, en su versión.
Un concierto, que permitió conocer a un extraordinario conjunto, que esperamos volver a escuchar muy pronto en nuestro país.
Gilberto Ponce. (CCA)