EMOCIONANTE CONCIERTO DE LA SINFÓNICA CON RODOLFO FISCHER.
Un concierto del más alto nivel, fue el que dirigió el director chileno residente en Europa, Rodolfo Fischer, y de quien cabe preguntarse, el porqué su presencia en los escenarios nacionales, es tan esporádica, debido a que invariablemente sus presentaciones, han sido exitosas.
Su gesto claro y preciso, acompañado de su talento y preparación, logra que los conjuntos por él dirigidos, respondan al máximo de su capacidad, consiguiendo programas que son recibidos con el mayor entusiasmo por el público que los presencia.
Esto mismo ocurrió, en este programa de la Orquesta Sinfónica de Chile, cuyos resultados fueron largamente ovacionados, en las dos únicas obras que lo estructuraron.
Celebrando 150 años del nacimiento de Alexander Glazunov, se programó primeramente su ballet Las Estaciones, obra para gran orquesta, que consideramos de irregular inspiración, a pesar de estar excelentemente orquestada; esta música de ballet posee una gran cantidad de números, algunos de gran brevedad, como se acostumbra en este tipo de música, que privilegia la funcionalidad, por ello es que su audición completa, se puede tornar un tanto cansadora por lo extensa.
No obstante, es de justicia señalar el estupendo desempeño de la Sinfónica, señalado por el hermoso y musical sonido, logrado por los músicos conducidos por Fischer, quien realizó una cuidadosa versión, de preciso balance, fraseos y articulaciones, manejando muy bien progresiones y contrastes, lo que sin duda le dio más brillo a la obra.
La segunda parte, se constituyó en un momento estelar, de gran significado emocional, porque en un hecho inédito, la mitad de la Sinfónica, cedió sus atriles, a la mitad de la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana, que dirige el talentoso Felipe Hidalgo, conjunto formado por niños y adolescentes entre 13 y 18 años.
En primer lugar debemos señalar, la total entrega de su experiencia y profesionalismo de los maestros de la Orquesta Sinfónica de Chile, como apoyo fundamental para el trabajo de los jóvenes, incluso, en algunas partes cediendo la titularidad de frases importantes; como no mencionar, al primer timbal sinfónico, que entregó los movimientos finales de la sinfonía, a un prometedor y talentoso percusionista, que deslumbró por su desempeño; así ocurrió también, con algunas maderas.
Cada muchacho o muchacha, acompañado de un maestro, en una conjunción que logró sorprendentes resultados, en la compleja, a la vez que bellísima Sinfonía Nº 3 en Do menor, Op. 78, llamada con Órgano, de Camille Saint-Saëns.
Sin duda, la acuciosa preparación de Felipe Hidalgo, y la experimentada musicalidad de Rodolfo Fischer, lograron una versión unitaria, de espléndido sonido, que hizo relucir las bondades de una obra, que inexplicablemente, se escucha muy poco en nuestros escenarios.
Luego del bello y sugestivo inicio, se llega al allegro, que tiene dificultades rítmicas importantes, las que salvo, algún ripio menor, en nada opacó su brillante resultado, pues cada tema, se expuso musical y claramente, mediante un preciso uso dinámico.
El segundo movimiento, lento, fue una verdadera joya en musicalidad, en este, donde participa ya el órgano, se crearon atmósferas expresivas notables, en el diálogo órgano cuerdas, el que replicó al ingreso de las maderas; destacaremos además el hermoso diálogo de violines I y II, tanto como la sutil progresión del tutti, desde el pianissimo.
Los movimiento finales, asombraron por la perfección de las partes vertiginosas, en las que se incluye el piano a dos y cuatro manos; estas partes que están unidas, mostraron logradas transiciones, así como preciso balance, entre órgano, piano y orquesta, para culminar en el final, en que rivalizaron por la perfección las diferentes familias, mediante el profesionalismo de los maestros y al entusiasmo arrollador de los jóvenes, en una experiencia que sin duda les quedará grabada para siempre; experiencia, que debiera repetirse, no solo con esta orquesta, ya que de esta forma, se asentará, no solo el movimiento de orquestas juveniles, pues por añadidura, lo hará con el futuro orquestal en nuestro país.
El apoteósico final, que arrancó larguísimas y merecida ovaciones, premió la excelencia del trabajo mancomunado del maestro Rodolfo Fischer, la Orquesta Sinfónica de Chile y la Orquesta Sinfónica Estudiantil Metropolitana.
Gilberto Ponce. (CCA)
No puedo más que felicitar a quienes hicieron posible esta iniciativa de juntar las dos orquestas,así se abre el camino para los jóvenes que el día de mañana serán sin duda el relevo de los actuales integrantes de nuestras orquestas.
Es una gran iniciativa, que debiera replicarse, no solo en la Sinfónica, también sería valioso que otras orquestas lo imitaran.