DESAFIANTE Y EMOTIVO RIGOLETTO EN EL MUNICIPAL.
(ANÁLISIS AMBOS ELENCOS)
Sin duda alguna, la síntesis más perfecta, de la enorme tragedia que es la ópera “Rigoletto” de Giuseppe Verdi, la predice el breve y poderoso Preludio del primer acto, en el que prevalece el inevitable dolor que sufrirá el protagonista, en su afán de venganza.
Fiesta del primer acto, el Duque (Mihails Culpajevs) y cortesanos foto Patricio Melo
Ópera repleta de contrastes, siendo el primero de ellos, el inicio del primer acto, con la sensual y desenfrenada fiesta en casa del Duque de Mantua, que nos lleva desde el dolor anterior, a la superficialidad de la corte.
Lo anterior, es un reflejo de algunos de los múltiples desafíos, planteados al equipo a cargo de la producción, con la que continuó su desarrollo la Temporada de Ópera 2023 del Teatro Municipal de Santiago, este fue encabezado por Christine Hucke en la dirección de escena, Rebekka Dornhege, a cargo de la escenografía, Constanza Meza-Lopehandía en vestuario y Ricardo Castro iluminación, que resolvieron, a nuestro parecer, en excelente forma, las diversas locaciones y ambientes en que se desarrolla la obra.
Fiesta del primer acto, a la derecha el Duque (Iván Ayón-Rivas) foto Patricio Melo
Con notables e interesantes detalles, Hucke desarrolló su dirección de escena, en los que buscó y consiguió verosimilitud en las acciones, tales como la duda y dolor del protagonista, su desprecio por sus “señores”, y su ambivalencia entre ser bufón de la corte, con el ser humano que realmente es, el mismo que tratará inútilmente de proteger a su hija, así como también sus posteriores deseos de venganza.
El Duque (Mohails Culpajevs) y el cortesano Borsa (David Rojas) foto Patricio Melo
Describió cabalmente la desfachatez del Duque, y sus fingidos afectos; enfatizó la inocencia de Gilda, la hija del bufón, quien a la vez ansía conocer el amor, desengañándose posteriormente al haber creído falsamente conocerlo, lo que la llevará posteriormente, y por “amor”, al sacrificio.
La frialdad del asesino Sparafucile, la sensualidad de Magdalena su hermana y cómplice, el servilismo de los cortesanos con el Duque y su desprecio por Rigoletto, también fueron claramente expuestos, además creemos, que los movimientos coreográficos recrearon certeramente la sensualidad y lujuria de la fiesta del comienzo. Lamentablemente no se consigna, quien los creó, si corresponden a Hucke, fue un acierto.
Fiesta del primer acto en casa del Duque de Mantua; Rigoletto (Juan Jesús Rodríguez), el Duque (Iván Ayón-Rivas) y cortesanos. foto Patricio Melo
Del mismo modo, en el baile de los varones, hacerlos jugar con fragmentos de piernas de cuerpos femeninos, o hacer de las bailarinas, especies de maniquíes, y así convertirlas en objetos de deseo, lo consideramos otro acierto, amplificando la sensualidad ambiental; Otro punto alto, fue el despojo escenográfico de la escena final, que acentúa dolorosamente la tragedia del protagonista.
La escenografía de Rebekka Dornhege, moviéndose entre lo concreto y lo simbólico, con agilidad cinematográfica, contribuyó a la continuidad, al crear los ambientes de las escenas; del mismo modo, la movilidad de algunos de sus elementos, como la casa de Rigoletto y su hija, tanto como la de Sparafucile y Magdalena, así como la de los perfiles de la ciudad, que con un guiño renacentista, rodean la casa de Rigoletto, los que al subir y bajar, con apoyo de iluminación, acentúan lo dramático, tanto como lo hacen las manos que se proyectan durante el rapto de Gilda, en un gran efecto dramático.
Rigoletto (Nikoloz Lagvilava) y Monterone (Francisco Salgado) foto Patricio Melo
El palacio del Duque, con sus dorados y velos traslúcidos, insinúan tanto lo sensual como la intriga, mientras que, los domos de la casa de Gilda, como el de Magdalena, se contrastan por su sobriedad el primero y lo recargado y algo kitsch del segundo, recordemos que ella es la encargada de seducir, a las futuras víctimas de su hermano.
Si bien el vestuario, podría ser objeto de objeciones, en más de algún caso ( como el traje de Gilda luego de ser seducida), el estupendo trabajo de iluminación de Ricardo Castro, disimula algunas incongruencias.
No tenemos duda en calificar la producción como muy lograda, a pesar de algunas objeciones, ya que observó rigurosamente, la progresión dramática y los contrastes que plantean tan bien la música y el libreto, por ello en ambos elencos, el público reconoció su trabajo, sin ambages.
Gilda (Aigul Khismatulina) con Rigoletto (Juan Jesús Rodríguez), luego que ella ha sido abusada por el Duque de Mantua. foto Patricio Melo
PRIMER ELENCO.
La dirección musical estuvo a cargo de Roberto Rizzi-Brignoli, de estupendo cometido desde el Preludio inicial, muy alerta en el seguimiento de los cantantes, atento a cualquier esbozo de desajuste, como en aquel momento en el inicio del primer acto, con solistas y coro, donde bastó un solo gesto, para impedir que este ocurriera. Consiguió de la orquesta un hermoso y expresivo sonido, base fundamental en el desarrollo del drama, debemos señalar la musicalidad de los instrumentos, con partes a solo.
El grupo masculino del Coro del Teatro Municipal, dirigido por Jorge Klastornick, vocalmente impecables, y como es su costumbre, avezados actores.
El rol protagónico de Rigoletto el bufón, lo asumió el barítono español Juan Jesús Rodríguez, no solo con estupenda y expresiva voz, de gran volumen y parejo timbre en toda la tesitura, él posee un porte imponente, además de ser muy buen actor.
Sus momentos más estelares, creemos que fueron, fueron; la seguridad mostrada frente a la corte, antes de ser maldecido por Monterone, cambiando luego radicalmente a la duda y al temor; también la fuerza cuando se enfrenta a los cortesanos, tratando de saber primero, dónde está su hija, para luego maldecirlos, y posteriormente pedir humildemente, que se la devuelvan, al enterarse que ellos la raptaron.
La escena con Gilda, cuando esta le confiesa que fue seducida por el Duque, mostrando todo su dolor, y consuelo a su hija, mientras ya trama la venganza. También la escena final, con su angustioso “la Maldición”, luego que ella muere. Fue con justicia ovacionado.
Iván Ayón-Rivas, el joven tenor peruano, fue el Duque de Mantua, lo hizo con su hermoso timbre vocal, y aunque no posee un gran caudal, lo maneja con inteligencia, para cantar toda la extensión exigida por la tesitura en la partitura, algunos de sus dúos y concertatos, fueron en momentos algo dificultuosos, por el volumen; pero creemos que logró pleno éxito en sus arias, que le significaron ruidoso reconocimiento del público.
Gilda, fue cantado por la joven soprano rusa Aigul Khismatulina, de hermosa voz, firmes coloraturas e importante fiato, no obstante, creemos, que aún debe perfeccionar su expresividad vocal y naturalizar más su actuación, que a veces es poco convincente, a pesar de estas objeciones, el público fue muy caluroso con ella, y pensamos que sería de gran interés, verla en este escenario, en otros roles.
Taras Berezhansky un joven bajo barítono ucraniano, fue el intrigante asesino Sparafucile, posee un bello timbre, sin problemas en notas graves y agudas, pero sin duda debe trabajar más en actuación, esta vez a su papel, le faltó más desarrollo dramático, sin duda lo logrará, pues es muy joven aún.
Rigoletto (Juan Jesús Rodríguez) le hace contemplar a Gilda (Aigul Khismatulina), como el Duque (Iván Ayón-Rivas), conquista ahora a Magdalena (Evelyn Ramírez. foto Patricio Melo
Magdalena, la hermana de Sparafucile, encontró, una vez más, en la mezzo soprano chilena Evelyn Ramírez, la intérprete ideal, vocalmente impecable, sobresaliente actuación, con la sensualidad y desparpajo preciso, para su sinuoso y cruel personaje.
Monterone, el noble agraviado por el Duque, que ante las burlas de este y Rigoletto, les maldice, lo cantó el bajo barítono cubano-chileno Homero Pérz-Miranda, con su conocida calidad vocal y poderosa actuación.
Marullo (Javier Weibel) y los cortesanos le comunican al Duque (Iván Ayón-Rivas), que Gilda, no está perdida, pues ellos la raptaron y trajeron hasta su casa. foto Patricio Melo
Javier Weibel, barítono chileno, dio una vez más, muestra de su gran calidad vocal y experticia como actor, al asumir el breve, pero trascendente rol de Marullo.
Giovanna, la criada de Gilda, fue la soprano, integrante del Coro del Teatro Municipal Paola Rodríguez, de gran presencia escénica y vocal. Cristián Lorca fue un acertado Conde Ceprano, otro de los burlados por el Duque, junto a Gonzalo Araya que fue Borsa, otro de los intrigantes de la corte.
Rigoletto (Juan Jesús Rodríguez), es engañado por Marullo (Javier Wribel) y Borsa, para lograr raptar a Gilda. foto Patricio Melo
Se completó el elenco con el profesional desempeño de Marcela González, Condesa de Ceprano, Kevin Mansilla y Camila Aguilera, como el Heraldo y el Paje respectivamente.
Producción largamente ovacionada.
SEGUNDO ELENCO
A este elenco, le correspondió la dirección de Pedro Pablo Prudencio, quien con batuta firme y gesto sensible, condujo la versión, en la que resaltó sus contrastes, al tiempo que acentuó algunos pasajes dramáticos, como la imprecación de Rigoletto a los cortesanos, uno de los puntos cúlmines de la ópera, así como el impactante final. Al igual que en el otro elenco, hubo un momento, en que uno de los cantantes, apresuró peligrosamente el pulso, ahí con con oficio, Prudencio se lo señaló desde el podio, salvando imperceptiblemente, una situación que pudo ser grave. La Filarmónica respondió a todos sus requerimientos, de fraseo e intencionalidad para el logro total de la función.
Rigoletto (Juan Jesús Rodríguez) aconseja a Gilda (Aigul Khismatulina), abajo Giovanna (Paola Rodríguez) foto Patricio Melo
Nikoloz Lagvilava, el barítono georgiano cantó el rol protagónico de Rigoletto, y con justicia, se llevó una de las ovaciones más grandes, que hemos escuchado en el Municipal, entre muchas razones, tenemos, una voz poderosa de amplio y parejo registro, y tanto sus agudos como los graves, son timbrados y musicales, posee un manejo dinámico estupendo, sus “piano” son de gran sutileza, mientras que sus “forte”, tienen coherencia expresiva. Pero sin duda, lo que más llama la atención, es su increíble perfil del personaje, desde su aparición, no cabe duda, él es Rigoletto, sufre, se angustia, se burla o se enfurece, es paternal tanto como vengativo, mientras le ronda sin cesar, la idea de la maldición de Monterone, que le trastorna tanto como le teme. No tememos equivocarnos, al decir que su escena de confrontación con los cortesanos, donde pasa de la duda a la ira incontenible, para luego con lágrimas de humildad, pedir perdón, a los mismos a quienes increpó, se convertirá en leyenda de interpretación.
Gilda (Rosalía Cid) es consolada por Rigoletto (Nikoloz Lagvilava) después de haber sido ultrajada por el Duque. foto Patricio Melo
Qué decir, de la escena cuando conforta a su hija, luego de haber sido vejada por el Duque, o bien la escena final, cuando con el cadáver de su hija en sus brazos, sollozando, grita “la Maldición”, mientras cae el telón. Qué privilegio, sería tenerlo, en este escenario nuevamente, en otro de sus tantos roles.
El Duque de Mantua, fue el tenor letón, Mihails Culpajevs, de interesante currículo en los teatros de los países nórdicos, Alemania e Inglaterra, se trata de un cantante de poderosa voz, en momentos algo excesiva, de timbre brillante, con sólidos agudos y bastante musical. Tiene gran presencia escénica, es bastante buen actor, desplazándose con seguridad en el escenario. Convenciendo plenamente con su lascivo personaje.
Sparafucile (Taras Berezhansky) y Magdalena (Evelyn Ramírez) foto Patricio Melo
La soprano española Rosalía Cid, asumió como Gilda, luego de un comienzo irregular, en volumen, se asentó en su personaje, creciendo tanto en voz, como en actuación, que es de gran naturalidad, un gran suceso logró, con el aria “Caro nome”, de ahí en adelante, se empoderó totalmente. Posee una voz muy hermosa, coloraturas fáciles y su canto es muy expresivo, la escena con su padre, luego de ser seducida por el Duque, fue de notable dramatismo, tanto como la escena final, en la que agónica, se despide de Rigoletto, pidiendo su perdón, por haber buscado la muerte, para salvar al Duque.
Gilda (Rosalía Cid) moribunda en manos de su padre (Nikoloz Lagvilava) foto P. Melo
Jaime Mondaca, el bajo-barítono chileno, fue un extraordinario Sparafucile, con poderosa y expresiva voz, que acompaña con una convincente actuación, obtuvo un gran éxito. Magdalena la cómplice de Sparafucile, fue la mezzosoprano Gabriela Gómez, muy correcta en lo vocal y natural en actuación.
Francisco Salgado, bajo chileno, fue un convincente Monterone, mientras que, Sergio Gallardo puso todas sus condiciones de cantante y actor, al encarnar al cínico Marullo. Francisca Muñoz fue una muy correcta Giovanna, tanto como lo fue el Conde de Ceprano, cantado por Rodrigo Quinteros. Del mismo modo Constanza Olguín y David Rojas pusieron todo su profesionalismo como la Condesa de Ceprano y el cortesano Borsa, respectivamente.
Rigoletto (Juan Jesús Rodríguez) exclamando «LA MALDICIÓN» ante el cadáver de su hija, al finalizar la ópera. foto Patricio Melo
El Heraldo y el Paje, lo volvieron a interpretar con solvencia en este elenco, Kevin Mancilla y Camila Aguilera.
Interminables aplausos, premiaron a este elenco, por su profesional y honesto desempeño, donde se contó con la sorpresa, de conocer a un notable Rigoletto, en la voz y actuación de Nikoloz Lagvilava.
Gilberto Ponce (CCA)
Ante el extenso y exhaustivo análisis de ambos elenco poco queda por decir,yo asistí sólo al primer elenco el día del estreno,sólo haré algunos comentarios que difieren del crítico,por gustos personales más que nada,coincido plenamente en el desempeño de Juan Jesús Rodríguez,creo que hizo palidecer por presencia escénica ,interpretación y caudal vocal,casi al resto del elenco,especialmente al tenor,y hasta Hilda,aunque musical y de bella voz ,no me convenció demasiado en actuación
Tampoco me pareció muy adecuada la casa de Hilda,en lo que respecta a su habitación,porqué no colocar un sofá o una cama?aparece acostada en el suelo y un sillón bastante grande sin embargo,son detalles ,es cierto así como también lo exagerado del decorado kitsch de la casa de Magdalena,en fin todo esto no empaña para nada el resultado general de la función en lo musical ,regie ,escenografía,algunos reparos en vestuario.Largamente aplaudidos al final y eso es lo que refleja que el público terminó muy satisfecho con el resultado general,la orquesta y el coro y la dirección del maestro Rizzi-Brignoli como siempre muy bien.Me habría gustado mucho asistir al segundo elenco.