TRÍO VIVADO EN LA SALA ISIDORA ZEGERS.
Al parecer, debutando como conjunto en música de cámara, escuchamos en la Sala Isidora Zegers de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, al Trío Vivado, conjunto integrado por Paulina Zamora en piano, Oriana Silva violín y Gabriela Olivares violonchelo, como parte de la Temporada de Conciertos DMUS (Departamento de Música y Sonología de esa Facultad.
El programa, tan desafiante como interesante, abarcó estilos muy diferentes, permitiéndose incluso, estrenar una obra de una joven compositora chilena.
Del trío, es posible alabar su musicalidad y un afiatamiento casi perfecto, del que no cabe duda alcanzaran, cuando tengan más tiempo tocando juntas, porque si bien en cuanto a fraseo, este es de gran calidad, aún falta cohesionar la intencionalidad de acentos, como asimismo mejorar alguna debilidad en afinación en la violinista, como a veces alguna dureza en el violonchelo.
No obstante, nos parece que con lo escuchado en esta oportunidad, el conjunto, bien podría llegar a ser un referente en la música de cámara de nuestro medio, pues su instinto y musicalidad, les llevó a convertir su presentación, en un hecho de singular atractivo, siendo calurosamente recibido por el público.
Las razones, se encuentran en las obras del programa, que se inició con una de las obras más hermosas del romanticismo alemán, estamos hablando del Trío Nº 1 Op. 8 de Johannes Brahms; en el que destacó la expresividad y claridad de temas, tanto como lo entrañable del canto en la segunda sección del Scherzo; la sutileza casi misteriosa, del pianissimo al inicio del Adagio, así como la progresión dinámico-expresiva de los diálogos del piano con las cuerdas; notable el del chelo con el piano, a lo anterior agregaremos el rotundo manejo expresivo, con que las tres transmitieron, lo que podíamos definir como, el “dolor del alma”, que se plasma en este movimiento.
Tormentosamente retenido y muy expresivo, en sus contraste de luz y sombra, fue el cuarto, siempre en constante inquietud, que conducirá al brillante final, que arrancó grandes manifestaciones de entusiasmo en los presentes.
Continuaron con un estreno mundial, nos referimos a “Arrurrú a tres” de la pianista y compositora Karina Glasinovic; obra del mayor atractivo, por la cantidad de recursos melódico-rítmicos que utiliza.
Luego de la oscura introducción, que presagia algo en extremo atonal, en la que utiliza armónicos como recurso expresivo y de textura, aparece el tema de la canción de cuna, que alude el nombre de la obra, de allí en adelante, la inteligente mezcla de elementos, nos lleva a una identidad americanista, debido a que no se queda en un específico, apareciendo desde los ritmos andinos, síncopas, hasta alusiones al tango.
El entusiasmo de las intérpretes, por la partitura, se transmitió al público, que aplaudió sin reservas, y largamente una obra que seguramente, será codiciada por otros tríos, por su belleza y atractivo.
Del compositor estadounidense Paul Schoenfiel, tacaron para finalizar, Café Music, obra que una buena síntesis de los docto, con el blues y el jazz, en una suerte de música de pub o cabaret.
En sus tres movimientos, el trío se movió como en una fiesta, llevándonos desde la sutileza, hasta el campo del blues, y otras formas musicales, mostrando en todo momento, goce por tocar una obra, que no dudamos, se convertirá en favorita de otros tríos, y por consiguiente del público.
Un programa que por su equilibrio, encantó a los asistentes, que no dudaron en aplaudir largamente.
Gilberto Ponce. (CCA)
Estimado,
me parece muy bien que haya hecho un buen analisis del concierto y que haya disfrutado y conocido las obras que ese dia fueron tocadas, que alabe la presentación porque fue buena y no cabe duda que al publico nos pareció un manjar.
Admiro el interés con el que ha formulado sus críticas y elogio su conocimiento que queda en evidencia.
Mas me parece una falta de respeto referirse a la técnica de cualquiera de las tres musicos quienes gratuitamente le han ofrecido un concierto tan particular, bonito y entretenido, dejeme decirle que la técnica esta al servicio de la música y jamás al revés. Mientras haya musicalidad, expresividad algún fallo o accidente es una demostración garrafal de lo sublime de la música y la belleza del arte mismo. Si fuera perfecto, y aquellas como menciona usted «desafinaciones» no estuvieran y no fueran parte del espectáculo créame que me quedaría en casa para oír una grabación muy bien arreglada como lo es la música envasada en su generalidad. Son los accidentes la pimienta en cuestión para nosotros, lo que sucede in situ, la energia y la electricidad del momento y no importa tropezar sino a dónde llegamos, y mas que a dónde llegamos, es mas bien el cómo lo hicimos y de dónde venimos… el ambiente, la magia, el alma en si hablando en un idioma no humano. Me parece de mal gusto su inapropiado comentario acerca de esta gran violinista que en el medio es muy respetada o darse el lujo de catalogar de duro el sonido de una Cellista talentosa y dulce como lo es la Profesora en cuestión.
Sin mas,
le escribe un músico, joven y estudiante de cuerda frotada.