TERCER PROGRAMA FILARMÓNICO.

EL BRAHMS DE RANI CALDERON.

El tercer programa de la Temporada 2012, de la Orquesta Filarmónica de Santiago, fue asumido por su titular Rani Calderon, dirigiendo solo obras de Johannes Brahms.

Johannes Brahms joven. foto redmayor

Todas las características de este director, afloraron a lo largo del concierto; pulcra preparación, la elegancia contenida, apreciable en muchas ocasiones, y un mejor acercamiento, hacia el estilo clásico.

Y en la orquesta, a ratos sonido duro y poco ensamblado, y a veces desbalanceado.

Primero interpretaron las “Variaciones sobre un tema de Joseph Haydn”, donde por su acercamiento al clasicismo, Calderon obtuvo un resultado muy satisfactorio.

Estilo y nobleza melódica en la exposición del tema, elegancia de fraseos y claridad melódica, fue su sello, aunque reconocemos, que en aquellas variaciones cercanas a lo clásico, obtuvo mejores resultados.

Rani Calderon. foto ranicalderon

Creemos que, los mayores logros estuvieron en: la variación III, por la resolución de diálogos y fraseos, la V por el hermoso sonido y ensamblaje de las cuerdas, VI por el bello contrapunto entre maderas y cuerdas, la brillante progresión de la VII, y la X por los contrastes, diálogos y progresión dinámica.

No obstante lo anterior, Calderon contuvo el final, que tiende a un clímax muy expresivo.

Enseguida, junto a la contralto Evelyn Ramírez, y los varones del Coro del Teatro Municipal ( Dir. Jorge Klastornick), interpretaron la “Rapsodia para Contralto y Coro masculino, Op. 53”, obra que a pesar de su brevedad, se inscribe entre las más profundas y hermosas, escritas por Brahms, en la que en varias secciones, alude en forma casi textual, a fragmentos orquestales, de su Réquiem Alemán.

Obra  de sereno desgarro, con pequeñísimas luces de esperanza, donde Brahms traduce espléndidamente, los versos de Johann Wolfgang von Goethe.

Una característica muy importante, es la sutil ambigüedad de pulso, que le permite adentrarse en la profundidad del texto; por ello, la expresividad se encuentra en los cambios dinámicos, y en una difusa manifestación de contrastes, sin llegar a una explosión expresiva; se trata de expresividad clásica o apolínea, pero nunca, fría.

Coro completo y Orquesta, en otra presentación. foto terra

Incluso esta Rapsodia, debido a su fuerza musical, puede comunicar le esencia del  mensaje, aunque se desconozca el texto.

Por ello, una contención expresiva consigue magros resultados, más aún si se tiende a una uniformidad de pulsos, como ocurrió en esta oportunidad.

Evelyn Ramírez. foto emol

Evelyn Ramírez, consiguió a cabalidad el arco dinámico expresivo propuesto por Brahms, fusionándose emotivamente con las espléndidas voces del Coro del Teatro Municipal, que cantaron con la sensibilidad propia de un lied.

Ella, se adentró en los textos con su hermosa voz de cálido timbre, y no creemos equivocarnos, al pensar que a momentos, lideró la expresividad.

No obstante la magia de la partitura, envolvió en gran medida a orquesta, contralto y coro.

Si Calderon, hubiera sintetizado mejor, lo apolíneo y lo expresivo romántico, abandonando la flema, la versión habría conseguido plenamente los propósitos de su autor.

Cierto o no, la leyenda cuenta que Brahms, se habría resistido a escribir una sinfonía propia, pues pensaba, que después de la Novena de Beethoven, estaba todo dicho en ese campo.

Lo cierto es que, su “Primera Sinfonía en Do menor, Op. 68”, abrió nuevos cauces en el campo sinfónico, inauguró una nueva época.

Johannes Brahms adulto. foto caminodemusica

La versión, mostró luces y sombras; entre las sombras, algunos desajustes de pulso, y algunas frases poco afortunadas, de algunos instrumentistas, a manera de ejemplo, el irregular desempeño del timbalista, con desfases de anticipación o retraso, algo muy notorio, pues en la sinfonía, tiene un rol de gran importancia.

Muy serena fue la introducción lenta del primer movimiento, manteniéndose en su desarrollo, cuando se torna rápida, por ello desapareció la necesaria tensión, destacaremos la actuación brillante del oboe, así como lo dubitativo del timbal.

Orquesta Filarmónica de Santiago. foto municipal.cl

El segundo movimiento, fue muy laxo, poco unitario, aunque destacaron el corno solista y los violines.

El tercero, fue demasiado contenido en expresión.

El cuarto mejoró notablemente, notable los pizzicato del las cuerdas, así como la sección de los bronces, tanto como aquella del diálogo entre las cuerdas y maderas; aquí vimos a Calderon, muy compenetrado del espíritu de la obra, aunque nos habría gustado, mayor fuerza en el final.

Gilberto Ponce. (CCA)

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