PAOLO BORTOLAMEOLLI CON LA FILARMÓNICA.
Paolo Bortolameolli, es sin duda alguna, uno de los futuros grandes directores de nuestro país, tiene talento de sobra, es muy culto –algo fundamental en cualquier director-, y se percibe como un hombre muy estudioso, razones, entre otras, que le llevarán muy lejos en el difícil y complejo mundo de la dirección orquestal.
Cada presentación, algunas de sorprendentes resultados, revelan como avanza en pos de las metas, independiente que algunos resultados, no sean como el joven director los desea.
Así es, el pedregoso camino que lleva al triunfo, camino que se recorre conforme se va madurando, tanto como persona, como en lo profesional; por ello es que, a pesar de la profunda admiración que le tenemos, no hemos dudado en señalar en algunas ocasiones, aquellos aspectos, que honestamente creemos debiera perfeccionar.
Pensamos que la labor de un crítico, debe restarse a las alabanzas engañosas, y ser honesto con lo que piensa.
Bortolameolli está abordando, al menos en nuestro país, un repertorio que abarca obras de gran dificultad técnica -las que ha resuelto brillantemente-, hasta obras de repertorio en variados estilos, muchas de ellas con señalado éxito, en otras, ha demostrado que no basta talento y riguroso estudio, ya que estos se complementan con la madurez.
Sirva esta reflexión, para el análisis del concierto que analizamos, que consultó tres obras en diferentes estilos, cuyos resultados fueron de diversa factura.
Creemos que el mayor logro, fue su impecable versión de La Procesión del Cristo de Mayo, de Próspero Bisquertt, uno de los compositores clásicos más importantes de nuestro país, obra para gran orquesta, de carácter casi programático, que alude al evento religioso que se celebra, en cada aniversario de un de los tantos terremotos, que han asolado Santiago, ocasión, en que la corona de espinas de Cristo crucificado, quedó para siempre, en el cuello de la escultura.
Bortolameolli, creó atmósferas, desde el sutil inicio en pizzicato de la cuerdas bajas, que no deja de recordar, el comienzo de El Pájaro de fuego, de Stravinsky; el director sacó a luz tanto lo impresionista, que abunda en la obra, como aquellos arranques expresionistas; fue puntilloso en fraseos y articulaciones, abordando el carácter severo religioso, con las alusiones de carácter descriptivo.
La respuesta de la orquesta, fue del mejor nivel, tanto en sonido, como en atender las inflexiones de carácter pedidas por la partitura; creemos que la respuesta del público debió ser más entusiasta, considerando la estupenda versión.
Continuaron con el bellísimo Réquiem en Re menor, de Gabriel Fauré, en el que participó el estupendo Coro del Teatro Municipal, que dirige Jorge Klastornick, junto a la soprano Patricia Cifuentes y el barítono Patricio Sabaté.
Si bien no podemos dudar de la honestidad de la versión del joven director, creemos que su carácter en extremo intimista y espiritual, conspiró en contra del resultado final, ya que terminó desperfilándose, perdiéndose en gran medida, el minucioso trabajo con la orquesta, que tocó cercano a lo alado, casi permanentemente en pianissimo, con momentos muy hermosos, que duda cabe, pero con fría expresividad.
Asimismo, pensamos que la partitura, plantea una fusión absoluta entre orquesta y coro, no como en otras obras donde la orquesta es complemento de las voces, entonces, por ello, el exceso de contención instrumental, le restó sustento al coro, que puso todo su potencial musical, al servicio de las indicaciones del director.
Uno de los momentos más hermosos, es el Pie Jesu, para soprano solista, Patricia Cifuentes, lo cantó bellamente, en la contención pedida, pero no logró junto a la orquesta, a nuestro parecer, la expresividad requerida.
Algo similar ocurrió, con el Libera me, para el barítono, Patricio Sabaté debió cantar casi toda su parte en pianissimo, mejoró la expresión con el ingreso del coro, y el pizzicato de la cuerdas bajas, llegándose a uno de los momentos más logrados.
Esta suerte de hermoso cuadro, visto detrás de un vidrio, que fue la versión, no logró asimismo conmover al público, que reaccionó al final, solo cuando tras breves segundos, el director indicó a la orquesta, levantarse para saludar.
Finalizaron con la versión de la Sinfonía Nº 3 en La menor, Escocesa de Felix Mendelssohn, obra en que le inyectó más vuelo romántico, queremos destacar la sensible belleza obtenida en el Adagio, no obstante en el desarrollo, se observaron algunos desajustes de pulso, y poca transparencia en las filigranas de las articulaciones en las partes rápidas.
Un concierto, que vuelve a mostrar la potencialidad de Paolo Bortolameolli, de quien, no obstante las consideraciones, se perfila con fuerza, como un gran director.
Gilberto Ponce. (CCA)
Gilberto…. sin duda, fue una velada muy bella.
Siendo un seguidor de la obra de Fauré, me pareció que el enfoque del director fue el ideal… y muy connmovedor al menos para un servidor y para varios de quienes habitamos en las alturas del Municipal… me parece que si los aplausos se demoran es signo de eso, no de lo contrario en este caso.
Su Mendelssohn fue de una exactitud estilística sorprendente… como bien señalas, fruto del espíritu culto y sensible del director… hubo desajustes ocasionales, pero el trabajo contrapuntístico y tímbrico de Bortameolli fue notable… sin ir más lejos, las dinámicas de la cuerda, el empaste de las maderas (que sonaban como un conjunto de cámara aparte) y el canto que obtuvo de la sección de las violas muestra un director en pleno uso de facultades y no solamente una promesa…
… perdón, se me acortó el apellido de Paolo: BORTOLAMEOLLI.
Agregar solamente la bella y musical gestualidad que posee. Eso no es menor.
Hay que seguirlo…
Muchas gracias por los comentarios, que revelan que, afortunadamente, las percepciones frente a las versiones, son diversas, las objeciones que encontré en el programa, no menoscaban en lo más mínimo, la admiración que siento por él, y reitero que jamás he dudado de su innegable talento, que le llevará lejos.