TAKÁCS UNA MUESTRA DE PERFECCIÓN.

MUSICALIDAD ABRUMADORA DEL CUARTETO TAKÁCS.

La Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, de la Fundación Beethoven, logró el que sin duda, será uno de los momentos estelares del año, con la presentación del formidable Cuarteto Takács.

Cuarteto Takács. foto conciertosaugusto
Cuarteto Takács. foto conciertosaugusto

El público del Teatro Municipal de Las Condes, quedó sobrecogido, con esta soberbia muestra de musicalidad, repleta de madurez, con versiones acabadas, producto tanto de un profundo estudio, como de la gran experiencia de estos cuatro músicos, que se convierten en una máquina perfecta, en cuanto a hacer música.

Edward Dusinberre y Károly Schranz en violines, Geraldine Walther viola y András Fejér en violonchelo, sus integrantes, buscan solamente la excelencia interpretativa, por ello jamás pretenden un protagonismo individual; su forma de manejar el balance instrumental, les permite destacar las líneas melódicas principales, sus fraseos y articulaciones siempre consiguen los énfasis precisos, todo logrado mediante, la sencillez propia de los grandes intérpretes.

Ejercicio bastante inútil, es hablar sobre su aproximación estilística, o de algunos aspectos técnicos, por ello solo manifestaremos opinión, sobre algunos aspectos de sus versiones.

Franz Joseph Haydn. foto willcwhite
Franz Joseph Haydn. foto willcwhite

La grandeza como compositor de cuartetos, que fue Franz Joseph Haydn -quien le dio la forma definitiva-, se refleja muy bien en su Cuarteto Op. 74, Nº 3, llamado “El jinete”, obra con que dieron inicio a su presentación, allí mostraron finura, incluso sentido del humor, mediante fraseos y contrastes dinámicos; su segundo movimiento, que anticipa el romanticismo por venir, fue de expresividad casi alada, recordando incluso el lenguaje de Schubert; el carácter firme, a través de sus diálogos, marcó el Minuetto, mientras que, juegos vibrantes, que insinuaban el galope del jinete caracterizaron el cuarto, convirtiendo los contrastes en un lujo, tocados siempre con la mayor perfección.

Como era de esperar, largas y efusivas ovaciones recibieron por su interpretación.

Claude Debussy, como alumno del Conservatorio. foto debussy.fr
Claude Debussy, como alumno del Conservatorio. foto debussy.fr

El único Cuarteto para cuerdas, escrito por Claude Debussy continuó el programa, su interpretación, y no creemos equivocarnos, logró extraer mucho más de lo usualmente escuchado, lo decimos por el desarrollo de los motivos y la manera de manejar el balance, para ello además del lógico cambio de carácter, logrado con un mayor peso en los arcos, sacaron a luz toda la riqueza armónica, que lo lleva casi hasta un oscuro expresionismo, mediante grandes exigencias técnicas..

La belleza melódica de la viola, acompañada de un sutil pizzicato del resto, que abre el segundo movimiento, anticipa los juegos, que efectuarán los demás instrumentos en una inversión temática, que hizo “cantar” cada cuerda, en su intervención melódica; si los pianissimo habían maravillado, el alado final, confirmó ese estado.

Cuarteto Takács. foto lamusicadecamara
Cuarteto Takács. foto lamusicadecamara

Desolado e íntimo, en su declarado impresionismo, es el tercero, que se podría considerar, como la exposición de melodías acompañadas, interpretadas con sensible expresividad.

La gran versión del cuarteto de Debussy, culminó con el movimiento final , en el que la expresividad se consiguió mediante una poderosa progresión dinámica, cautivando plenamente a los asistentes, que la ovacionaron ruidosamente.

Franz Schubert. foto article
Franz Schubert. foto article

La presentación del Cuarteto Takács, culminó con uno de los cuartetos más famosos de todos los tiempos, el Nº 14, llamado “La Muerte y la Doncella” de Franz Schubert, basado en la segunda sección, del lied del mismo nombre, que corresponde a las palabras con que la muerte consuela a la doncella, para quitarle el temor ante ella.

Sin duda, está melodía, de sencillez y expresividad absoluta, proclama que, no hay que ser complicado, para crear una obra maestra, y es eso lo que la ha inmortalizado. Si bien el tema en cuestión, se presenta nítidamente en el segundo movimiento, es posible vislumbrar algo de el, en los otros.

Takács lo toma en general, con un pulso levemente más rápido, que en otras versiones, pero sin restarle nada de su dramatismo, que se plantea desde su desgarrado inicio, para luego en su desarrollo llegar a la expresión mediante una gran claridad de diálogos, adecuados contrastes e inflexiones.

El tema con variaciones, que es el segundo fue de exhaustivos contrastes dinámicos y de carácter, marcado por la finura en la exposición del tema central, que realiza cada uno de los instrumentos. La magia creada mantuvo prácticamente en vilo a la audiencia, por su perfección.

Carácter contrastante se apreció, en las secciones del tercero, fuerza en la primera, y cantábile, en la central, antes de retomar el tema inicial.

Todo el virtuosismo que exige el casi frenético movimiento final, dio cuenta de la absoluta excelencia del ilustre cuarteto; en el, acentos, inflexiones, articulaciones y fraseos, mostraron las alturas a que se puede llegar, en interpretación.

Cuarteto Takács. foto classicalmusic
Cuarteto Takács. foto classicalmusic

El broche de oro, fue el encore exigido por el maravillado público, un movimiento de uno de los cuartetos de Bartók; queremos reconocer que al revés de otras ocasiones, parte de la audiencia, no abandonó el recinto, sino hasta que los intérpretes lo hicieron, accediendo a la petición realizada antes de iniciar el concierto, por los organizadores.

Gilberto Ponce. (CCA)

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