LUIS ALBERTO LATORRE ARRODADOR CON SONATA DE IVES.
Estimamos muy importante el estreno en Chile de la Sonata para piano Nº 2 de Charles Ives, autor de la legendaria “Pregunta sin Respuesta”, obra bastante asidua en la programación de nuestras orquestas.
Charles Ives (1874 – 1954), es considerado como uno de las más grandes compositores estadounidenses, no obstante, y a pesar del constante trabajo en música de cámara –la mayor parte de su obra-, cuatro sinfonías, la reconocida Pregunta sin Respuesta, recién comenzó a ser valorado, unas décadas después de su muerte.
Su relación con el público no es constante, recibiendo tanto aclamaciones como fuertes críticas, debido a lo experimental de sus obras, que siguen una línea poco definida en estilo; y aunque se habla del lenguaje de Ives, este no resulta suficientemente claro, pues es evidente que está en permanente búsqueda, desde el minimalismo de recursos, como ocurre en la primera versión de La Pregunta sin Respuesta, a verdaderos gigantismos, como ocurre con su Cuarta Sinfonía, que resulta comparable con la Octava de Mahler, debido a la cantidad de recursos que utiliza; una enorme orquesta sinfónica, otras fuera del escenario, un gran coro, gran cantidad de percusiones, dos pianos afinados con diferencia de un cuarto de tono, dos órganos, uno llamado “etéreo” no definido por Ives; esto por solo mencionar algunos de sus muchos elementos; según los críticos de la época, Leopold Stokowski, a pesar de su fama, solo logró una fría respuesta en su estreno.
No obstante, el nombre de Ives, a pesar de todas las opiniones contradictorias que provoca, se mantiene como uno de los íconos de la música contemporánea.
La Concord Mass o Sonata Concord, escrita a lo largo de cuatro años, y sometida a varias revisiones posteriores, bien puede representar el espíritu de la música de Charles Ives, pues en ella encuentramos los elementos que utiliza en sus partituras; disonancias, politonalidad, fragmentos aleatorios, uso de complejos ritmos, todo mezclado con alusiones o citas a otras obras, como el uso del tema inicial de la Quinta Sinfonía de Beethoven, que se escucha en varios fragmentos de la sonata; para los cluster del segundo movimiento, indica que debe hacerse con una barra de madera de 37,5 cm.
Otro factor interesante, son las dos brevísimas intervenciones de una viola y una flauta, las que también pueden ser obviadas; como se ve, Ives no cesa de indagar en sus trabajos.
Esto ayuda a comprender parte de las tremendas dificultades a que se enfrenta el intérprete al abordarla.
Luis Alberto Latorre, el notable pianista chileno, fue el intérprete, y no creemos equivocarnos al afirmar, que difícilmente se pudo encontrar uno mejor, por su estupenda técnica, el saber abordar estilos con inigualable perfección, capacidad de penetrar en el espíritu de las obras, pues es dueño de una gran intuición, respaldada por su sólida formación y experiencia.
En la estupenda acústica del GAM, y luego de una introducción del periodista y crítico Álvaro Gallegos, Latorre abordó los cuatro movimientos de la sonata, los que llevan el nombre de un escritor estadounidense, aunque sin aludir a algo específico, pretende llegar a la esencia conceptual de esos autores, lo que bien podría incluir la naturaleza.
Latorre fue certero en digitación, desentrañando fragmentos de gran complejidad, haciendo visibles pequeños motivos, logrando estupendos contrastes dinámicos y de carácter.
Asimismo hizo lucir las partes de carácter popular, contrastándolas con las que podemos denominar de cerebrales.
Muy correctos en la brevedad de sus intervenciones Alejandro Vargas viola y Guillermo Lavado flauta.
Un nuevo gran triunfo de Luis Alberto Latorre, en esta Sonata Concord.
Gilberto Ponce. (CCA)