SOLISTAS DE CÁMARA CHECOS.

SORPRENDENTES SOLISTAS DE CÁMARA CHECOS.

Una de los aspectos que más llamó la atención en los “Solistas de Cámara Checos”, en su presentación en el marco de la “Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas” organizada por la “Fundación Beethoven”, fue su notable aproximación a los estilos de las obras que interpretan, evidenciado incluso en un cambio del peso sonoro en cada una de las seis obras del programa.

Solistas de Cámara Checos. foto cd-cc.si

Esto, que bien se podría traducir en un simple cambio, por solo hacer las cosas diferentes, responde en ellos a una necesidad de lograr la interpretación más fidedigna posible, en el estilo de cada uno de los compositores que abordan, por ello mostraron sonidos a veces crudos, elegantes, pastosos, sutiles o poderosos, todo en concordancia con la obra interpretada.

El viaje musical de este conjunto dirigido desde el violín por Ivan Matyás, nos llevó desde Bach hasta Martinu, pasando por Mozart, Telemann, Britten y el bastante desconocido Richter, pero sorprendiendo siempre con su musicalidad, afinación total y un afiatamiento que se logra gracias a años de trabajo en conjunto.

Ivan Matyás concertino director. foto capixabao.
Franticek Xaver Richter. foto wikipedia.

Franticek Xaver Richter, poco conocido compositor checo, contemporáneo de Mozart, fue el autor escogido para abrir el programa con su “Adagio y Fuga en Sol menor”, de notable expresividad es el “Adagio” que tocaron en forma austera, luego en la “Fuga” que le sigue se privilegiaron los contrastes y la claridad de las líneas melódicas, en una versión cercana al clasicismo temprano.

Continuaron con una estupenda versión del “Divertimento en Fa mayor KV 138” de Wolfgang Amadeus Mozart, este se caracterizó por un hábil manejo dinámico, y ajustados contrastes, destacaremos el soberbio “pianísimo” conseguido en el “Andante”, así como el jubiloso virtuosismo del “Presto” final con sus geniales articulaciones.

Vilém Veverka. foto muzikus.cz

El “Concierto para oboe y cuerdas en Re menor” de Johann Sebastian Bach, sirvió para conocer al sorprendente oboísta Vilém Veverka, quien asombró con su musicalidad, fiato y gran expresividad, su bello sonido fue replicado con un nuevo peso sonoro de las cuerdas, en una simbiosis perfecta. Veverka tiene la cualidad de “cantar” con su instrumento, provocando la misma respuesta en el conjunto, no será fácil olvidar la expresividad de la “Siciliana” o su virtuosismo extremo en el “Presto” final.

Todo habría sido perfecto de no mediar el grosero sonido de un celular y los reflejos de otros cuyos dueños respondían impertérritos los correos recibidos, en una demostración soberbia de falta de educación y cultura.

Vilém Veverka. foto cd-cc.si

El barroco cantábile, cercano a lo italiano de Georg Philipp Telemann, abrió la segunda parte con su “Concierto en Mi menor para oboe y cuerdas” con Veverka nuevamente en la parte solista, en esta obra hizo gala de todos sus recursos musicales, obteniendo un resonante triunfo en todo sentido, la respuesta de las cuerdas no le fue en zaga, al enfrentar cada uno de los grandes desafíos planteados por la partitura.

Cada uno de sus movimientos fue un goce, tanto por la perfección del solista como por las atmósferas conseguidas en el acompañamiento o bien por el derroche de virtuosismo de todos los intérpretes.

Una merecida ovación retribuyó la versión de Vilém Veverka y los Solistas checos.

Benjamin Britten. foto its.caltech

Un nuevo y sorprendente cambio sonoro mostraron luego al interpretar la “Simple Symphony” de Benjamin Britten, para no abundar en elogios nos detendremos solo en algunos de ellos, a manera de ejemplo, su extrema delicadeza y carácter del inicio, el delicioso y perfecto “pizzicato” y sus progresiones dinámicas, o bien el sutil y atmosférico sonido de la “Sarabanda” y el carácter popular del final.

Bohuslav Martinu. foto uh.brod.cz

La última obra fue el “Sexteto para cuerdas” de Bohuslav Martinu compositor bohemio, fallecido en 1976, la obra con leguaje cercano al expresionismo recibió a lo largo de sus tres movimientos, una exquisita interpretación en sus diálogos, fraseos, así como en sus cambios de carácter, que fueron desde la desolación a la ironía, a lo enérgico o popular, siempre con un férreo afiatamiento.

El público no se cansó de manifestar su admiración por tan excelentes intérpretes.

Gilberto Ponce. (CCA)

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