NOVEDADES SINFÓNICAS.
El segundo programa de la Temporada 2014 de la Orquesta Sinfónica de Chile, fue de gran interés en virtud de las novedades que se ofrecieron; el programa dirigido por Leonid Grin, fue llamado: Compositores del Este, el que contra todos los pronósticos, debido a lo desconocido de las obras, convocó a una gran cantidad de público, y obtuvo un ruidoso éxito, tanto, que al final el director se vio obligado, a tomar la partitura, saludar despidiéndose, para llevarse a sus músicos, con los asistentes aplaudiendo aún.
Al parecer el éxito del primer programa, dejó al público con ganas de volver a escuchar a la sinfónica, y no salieron decepcionados, debido a la calidad de la orquesta, que se vio apenas enturbiada, por algunos deslices y una preocupante afinación poco justa de los contrabajos, algo también apreciado en la primera jornada.
Con el estreno para nuestro país de la Sinfonía Sacra del compositor polaco-inglés Andrzej Panufnik, la sinfónica mostró gran parte de sus virtudes, en una obra particularmente exigente para algunas familias, como lo es con las trompetas, que abren la partitura con una brillante fanfarria, con dos de ellos tocando detrás de los violines y chelos respectivamente.
En ella, se recogen algunas características de la profunda espiritualidad, de la música religiosa polaca, a través de tres visiones y un himno, que poseen un engranaje musical de gran atractivo y singular belleza, elementos que conquistaron plenamente a la audiencia.
Leonid Grin manejó con destreza, las numerosas progresiones dinámicas y expresivas, los diálogos instrumentales a solo y entre familias, así como los contrastes de carácter, que abundan en la obra.
Quisiéramos destacar, la belleza de la sección, en que las cuerdas en armónicos, dialogan en pianissimo con las maderas, creando una bella atmósfera.
Largos y ruidosos aplausos, premiaron la versión.
Estos se repetirían, con la versión del Scherzo Capriccioso de Antonin Dvorak en la que brillaron especialmente las cuerdas, Grin cuidó los contrastes dinámicos, logrando momentos brillantes y otros de gran finura, la musicalidad general, hizo olvidar algunos desajustes y más de algún sonido crudo.
El concierto finalizó con la Sinfonía Nº 5 en Si bemol mayor, Op. 55 de Alexander Glazunov, obra de fuertes alusiones al folclor ruso, aquí la orquesta mantuvo la calidad de sonido, tanto en las secciones cantabile, como en aquellas de gran brillo, que en verdad abundan; queda la impresión, que su autor buscó más lo externo que la profundidad.
En el primer movimiento destacaremos el manejo dinámico, y la complejidad de algunas secciones, en las que existieron pequeños desajustes; el Scherzo mostró un hermoso juego de las maderas y bronces con el pizzicato de las cuerdas, y un logrado carácter popular en la sección conclusiva.
El Andante, fue muy lírico, pero un poco grueso en peso sonoro, mientras que, la afinación de trombones y contrabajos, no fue demasiado justa.
El Allegro maestoso con que finaliza, fue jubiloso en extremo, y algo desajustado al inicio, algo que mejoró notablemente en el desarrollo, en el destacaron aquellos momentos de gran brillo sonoro; esta parte, que es muy extrovertida y directa en lenguaje, y sin mayores pretensiones de profundidad, logra la más perfecta sintonía con el público, que en este caso no escatimó los más ruidosos aplausos, los que al convertirse en interminables, llevaron al director a despedirse, partitura en mano, del público que los ovacionaba.
Una jornada que da buena cuenta, del nivel actual en que se encuentra la Sinfónica, y del trabajo que está realizando Leonid Grin.
Gilberto Ponce (CCA)