EN PROCESO DE PERFECCIONAMIENTO.
En 1992 y a instancias de Fernando Rosas, la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil reemplazó a la antigua Orquesta de Profesores que existía en el Ministerio de Educación. Este era un conjunto nuevo de jóvenes cuyo interés principal era integrar una buena orquesta de música clásica; en el anterior conjunto, menos numeroso, sus integrantes eran profesores de educación básica que hacían música en vez de docencia. Ahora, después de 15 años la orquesta juvenil ya no está dentro del Ministerio, sino que pertenece a la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles dependiente de la Presidencia de Chile, que actualmente preside Cecilia Morel. El 29 de septiembre dio un concierto en el imponente teatro inagurado este año por Carabineros de Chile , situado a un costado de su Escuela en la comuna de Providencia, y el anunciador explicó al numeroso público que todos sus integrantes ( 72 instrumentistas) estaban becados por la Fundación para que pudieran continuar su perfeccionamiento a nivel universitario. Los jóvenes son seleccionados para adquirir experiencia como músicos de atril y pronto podrían postular a ocupar cargos en las orquestas profesionales. Su director titular es José Luis Dominguez, músico chileno que es también Director residente de la Orquesta Filarmónica de Santiago.
El concierto fue el primero de un ciclo que la Fundación y Carabineros realizarán en esta amplia sala y el programa comprendió obras atractivas e interesantes. Abrió con el poema sinfónico «Don Juan» de Richard Strauss , basado en un texto del poeta Nikolas Lenau, para seguir con el «Concierto para violín Nº 5» del belga Henry Vieuxtemps y cerrar con el conocido «Concierto para violoncello» de Antonin Dvorak. Los solistas aquí fueron, repectivamente, Juan Pablo Sanhueza y Katharina Paslawski, también pertenecientes a la Orquesta Filarmónica.
Desde el punto de vista de la orquesta la prueba difícil estaba en la obra de Strauss, que ocupaba a todos sus integrantes, lo que no ocurre con los conciertos de Vieuxtemps y Dvorak.
«Don Juan» fue el primero de estos poemas, que dejan en claro que para el compositor es fundamental que sus ideas armónicas o melódicas, se expresen con una sonoridad amplia y decidida, algo ausente en esta oportunidad porque Dominguez la dirigió sin involucrarse mucho en el relato, asegurando una buena lectura formal , elección que podría tener sentido si sólo se considera como etapa necesaria en un proceso largo de aprendizaje de parte del conjunto.
El más conocido y preferido por los violinistas de los seis conciertos escritos en el siglo XIX por Vieuxtemps, es el «Nº 5, en La menor», donde abundan las melodías románticas y bellas. El joven Sanhueza era hasta hace poco el jefe de los violines segundos de esta misma orquesta, por lo que era evidente que sus antiguos compañeros le deseaban la mejor suerte. El respondió con un desempeño de alto nivel luciendo habilidad técnica, un lenguaje musical expresivo y memoria infalible. La orquesta, bien conducida por Dominguez, mostró coherencia y buen sentido musical.
Pero el muy famoso concierto para cello de Dvorak, en
Si menor, no estuvo a la altura esperada considerando la calidad de la solista Katharina Paslawski, cellista polaca que es la jefa de los violoncellos de la Filarmónica. Desde el comienzo se pudo admirar su fraseo elocuente y muy buena técnica, con pasajes llenos de sentimiento poético, pero luego su sonoridad suave pareció insuficiente al lado del volumen y energía de la orquesta perjudicando el resultado general. Fue un problema de desbalance en los planos sonoros que a veces surge en las obras concertantes y que los directores versátiles y más experimentados logran corregir durante la ejecución. Una lástima que ello no ocurriera en esta ocasión.
Sergio Escobar. (CCA)