NOTABLE TRIUNFO DE CHODOVSKY CON LA FILARMÓNICA.
Con el público ovacionando, y sin querer retirarse del teatro, finalizó el segundo concierto de la Temporada 2016, de la Orquesta Filarmónica del Teatro Municipal, ocasión en que se interpretó como obra única, la Sinfonía Nº 7 en Do mayor, op. 60, llamada Leningrado, de Dmitri Shostakovich, bajo la dirección del titular Konstantin Chudovsky.
Concierto que estimamos memorable, considerando la perfección en sus aspectos técnicos, donde la orquesta sonó, como una de las grandes del mundo, a ello, debemos sumar el unitario y férreo concepto del director, que se adentró en lo más profundo del mensaje, que Shostakovich quiso transmitir.
Este último aspecto, es fundamental para el logro de una versión, como la que escuchamos, en particular porque estamos frente una obra bastante discursiva, que abarca los más diversos tópicos, siendo tal vez el eje; “la ironía burlesca, frente a la locura de la guerra”, con toda su infinita cantidad de posibilidades.
En consideración a lo anterior, creemos que si se quiere llegar al fondo de ese mensaje, es preciso descubrir las claves insertas en la partitura, y hacer luz sobre aquella filosofía de lucha, que no se resigna a la derrota, que atraviesa cada uno de sus movimientos; es así que cada página está llena de claves y sugerencias, más o menos explícitas, presentadas a través de su increíblemente rica orquestación.
Bien se sabe, que la Sinfonía Leningrado, no solo representa un desafío para cada uno de los instrumentistas, también lo es para los auditores, que son sometidos a una exigente experiencia estético musical.
Ya lo dijimos, la orquesta estuvo en un nivel superior, con una sobresaliente participación, en cuanto a sonido y expresividad, de todos aquellos instrumentos que tienen participaciones a solo; destaquemos la enorme cantidad de detalles en fraseos, contrastes, así como en la intencionalidad de las articulaciones, en cada una de las familias; fue conmovedora la belleza inaudita de los pianissimo, las gradaciones dinámicas perfectas, y la solidez de los forte y fortissimo.
En esta oportunidad, la orquesta agregó una cantidad de instrumentistas invitados, que respondieron al nivel de los de planta; estupenda y sólida la fila de los bronces, brillantes y siempre muy afiatados; la musicalidad a veces sutil de las maderas; la belleza sonora de las cuerdas, impecables en afinación, fraseos, intencionalidad y articulaciones, y por último la presencia siempre musical, del numeroso grupo de percusionistas, incluido su formidable timbalista; razón tuvo el público para ovacionar al final a cada familia de instrumentos, cuando el director les invitó a ponerse de pie, para saludar.
Chudovsky, inició la “aventura” musical y espiritual, con la heroica y programática introducción, que nos lleva a la desolación posterior, que comienza con la famosa “marcha con variaciones” en una progresión dinámica impecablemente perfecta, trasluciendo elementos tanto trágicos como irónicos.
El dolido diálogo del fagot y los chelos, mostró una medida, pero profunda expresividad, en medio de logrados contrastes dinámicos y de carácter.
El desarrollo posterior, solo ratificó las excelencias antes mencionadas, en una sinfonía que un verdadero fresco programático, que describe tanto las angustias como los sentimientos, de los habitantes de Leningrado, sitiados por las fuerzas nazis, en un evento que llegó a ser más largo de la historia -entre septiembre de 1941 y enero de 1944-, el que provocó la muerte de más de un millón de personas, debido a las condiciones extremas en que debieron sobrevivir, incluso se dice, que en la desesperación, y debido a la ausencia de alimentos, se llegó hasta el canibalismo.
Estos horrores, están descritos por su autor, tanto en forma explícita, como a veces rozando lo hermético, particularmente en aquellas partes donde se exponen pensamientos, temores y esperanzas, de los habitantes de una ciudad, que según Hitler, debía desaparecer de la faz de la tierra, pero que, de acuerdo a sus habitantes, con su resistencia, se convirtió en un verdadero triunfo del espíritu, el que se vio reflejado fielmente, en la maravillosa versión de Konstantin Chudovsky y la Orquesta Filarmónica de Santiago.
Gilberto Ponce. (CCA)
Estimado Gilberto,tu crítica refleja fielmente lo vivido en el concierto por todo el público que asistió,aunque fui a la segunda función,el resultado y lo que describes ,fue el mismo.La orquesta sonó magníficamente,ma impresionaron mucho la cohesión ,el fraseo ,la exactitud de los violines y las cuerdas en general,el uso del arco,en los tutti parecían uno solo,desde mi ubicación podía ver como usaban los arcos,perfectos a mi entender.A mi me faltan palabras para describir la excelencia musical tanto de la orquesta como de su magnífico director que una vez más hizo una gran demostración de su talento.Aplausos y ovaciones muy merecidos para todos los ejecutantes.
También estuve en la segunda función y concuerdo plenamente con lo que se ha dicho. La inspiración invadió desde el director hasta el último percusionista y nos hizo vivir un momento mágico y memorable que seguramente será recordado como uno de los hitos de la temporada sinfónica 2016 del Municipal. De no haber sido por el celular que sonó en medio de la ejecución, todo habría sido perfecto.