LA JUBILOSA FIESTA ESTELAR DEL BARBERO DE SEVILLA-
En los últimos tiempos en el Municipal de Santiago, hemos sido testigos de algunos sonoros abucheos del público reprobando puestas en escena o a ciertos cantantes, situación que se revirtió con el elenco Internacional del Barbero de Sevilla de Gioacchino Rossini, pero, ahora con el estreno de la versión Estelar, simplemente el público se volvió eufórico, ovacionando de pie por diez minutos a todos los participantes de esta virtuosa función, no recordamos que un director hiciera levantarse tres veces a la orquesta para agradecer, o que los asistentes ovacionaran de esta forma a los cantantes, fue tanto que finalmente simplemente cerraron las cortinas, cesando recién los aplausos.
Alguien podría creer que se trata de un público bipolar, nada más alejado, simplemente ahora los espectadores se sienten con el derecho a reprobar aquello que les disgusta, o bien como en esta ocasión, agradecer la que tal vez haya sido la mejor función de ópera de la presente temporada.
Un director José Miguel Pérez-Sierra iluminado, una Filarmónica en estado de gracia, como bien lo dice Pérez-Sierra y un equipo de cantantes que es un lujo donde lo pongan, demostrando que el trabajo conjunto y frecuente de al menos tres de ellos, es garantía de calidad, contagiando así al resto que se sumó al notable juego actoral que desplegaron; teniendo como punto de partida la inteligente, chispeante y a ratos desenfrenada régie de Fabio Sparvoli, sumando a este círculo virtuoso la hermosa y móvil escenografía de Giorgio Richelli y el vestuario de Simona Morresi.
En cuanto a la iluminación de José Luis Fiorruccio, que encontramos demasiado oscura en la función internacional, no sabemos si ahora a raíz de la transmisión en directo vía streaming, o por que así se diseñó originalmente, la encontramos mucho más adecuada.
El notable trabajo de Pérez-Sierra con la orquesta, llegó a niveles excepción cuando con cantantes y coro se dio el lujo de jugar con la dinámica, con graciosos acelerando o retardando en una complicidad de inusitada musicalidad, es así que la función no conoció momentos flojos, todo fue vigor y energía de asombrosa naturalidad.
Destaquemos la gracia sutil primero y desbordada luego en la Serenata del Conde a Rossina, el desenfado del aria Largo al factotum de Fígaro, el cómico juego de los comparsas en el dúo de Fígaro con el Conde, para saber la dirección de Fígaro, mientras él sueña con el oro que vendrá por ayudar al Conde.
Los pasos de cueca de Fígaro en su baile con Rossina, la relación de Don Bartolo con su loro mascota, al que incluso le hace respiración artificial, las expresiones de todos al final de primer acto, los disparatados juegos en la lección de canto de Don Alonso (Conde) a Rossina, mientras Fígaro afeita a Don Bartolo, una vez más la magia de la escena de la tormenta con el ballet de paraguas y comparsas, y así podríamos seguir.
La sección masculina del Coro del Municipal de Santiago, reeditando su actuación con el elenco internacional.
Patricio Sabaté encabezó el elenco, demostrando que el rol de Fígaro está hacho a su medida, haciéndolo con su hermosa y poderosa voz, la que maneja diestramente en los contrastes dinámicos y su perfecta dicción le permite frasear, acentuar dando perfecto sentido a canto o los recitativos, y si agregamos que naturalmente es buen actor, están todos los elementos para que el público lo ovacione. Recordamos su Largo al Factotum, todos sus dúos y tríos que transformó en irresistibles por su comicidad.
El tenor argentino Santiago Ballerini fue un Conde de Almaviva con toda la prestancia del noble, siendo luego un Soldado ebrio, y Don Alonso el falso profesor de música, asumiendo todas la características que exigen esos desdoblajes, Ballerini posee una voz no muy poderosa, pero sí un bello timbre, que corre sin problemas, escuchándose perfectamente en arias, dúos y concertatos, y como maneja muy bien las coloraturas, fue otro de los ovacionados, destacamos su comiquísima escena como Don Alonso.
Evelyn Ramírez fue una estupenda Rossina, a su excelente actuación que la lleva por diferentes estados de ánimo, agrega su sólida y versátil voz, de impresionantes coloraturas en una tesitura amplísima.
Se apodera del escenario con la naturalidad de su actuación, esto significa que su interacción con el resto de los personajes es eficaz y divertida, su perfecta dicción hace más graciosos aún sus recitativos permitiendo entender mejor sus arias. Una voce poco fa, fue un triunfo absoluto.
Se ha ganado el prestigio de ser un gran bajo bufo, en esta oportunidad lo ratificó ampliamente, Sergio Gallardo hace querible a Don Bartolo quien al final cae en su propio enredo, su escena con su mascota, o su reacción al conocer por boca de Don Basilio el significado de la Calumnia, es genial, pero creemos que resulta asombroso en su aria: Un Dottor della mia sorte, con la que abruma tanto por su actuación como por su trabalenguas y perfecta dicción, asimismo su gesto corporal inmóvil al final del primer acto es enorme gracia, tanto como cuando reconoce haber sido engañado.
El joven Álvaro Carrillo aunque no tiene gran volumen de voz, asume muy bien al perverso e interesado Don Basilio, fue sibilino en su gran aria La Calumnia, creemos que llegará lejos cuando naturalice mejor su actuación.
Marcela González conquistó al público por su cómica actuación como Berta, y posteriormente con su única aria, en la que sus deseos se materializan con los comparsas.
Fiorello fue Eleomar Cuello con prestancia y buena voz; no podemos dejar de mencionar el papel del criado Ambrogio por su notable y casi muda actuación, así como lo solvente del Oficial de la Guardia, cuyos nombres no consigna el programa de mano.
Qué estimulante resultó ver al público saliendo de la función, denotando la satisfacción de haber visto un espectáculo del más alto nivel.
Gilberto Ponce. (CCA)