SEGUNDO PROGRAMA FILARMÓNICO EN EL MUNICIPAL.

ORQUESTA FILARMÓNICA, SEGUNDO CONCIERTO TEMPORADA 2015.

El segundo concierto de esta Temporada, volvió a ser dirigido por Konstantin Chudovsky, ratificando algunas de las características de su primera presentación, en particular a lo referido al excelente y hermoso sonido, que consigue de sus músicos, en otros aspectos, nos pareció que sus resultados pudieron ser mejores, en cuanto a interpretación.

El compositor Andrés Maupoint. foto corporacionculturalvina
El compositor Andrés Maupoint. foto corporacionculturalvina

La jornada se inició, con Cinco imágenes para orquesta, del Andrés compositor nacional Andrés Maupoint, en la que rompiendo la tradición, Chudovsky utilizó partitura para dirigirla, algo muy razonable, pues se trata de obra de gran complejidad, y completamente nueva para él.

Las piezas, son de gran interés, tanto por su discurso melódico, como por su inteligente orquestación, logrando, desde su primer número; Ecos del Tiempo, captar inmediatamente la atención del oyente, pues casi desde la nada, va creando atmósferas sonoras, a medida que suma instrumentos; en su desarrollo, se pueden percibir influencias de diversos compositores, en una inteligente recreación.

Velas negras, que es un homenaje al Tristán de Wagner, nos recordó, los Preludios marinos de Britten, en su forma de orquestar las melodías, en este número, el arpa y maderas, tienen la mayor responsabilidad, las que respondieron con el mayor profesionalismo; el contraste entre acordes de percusión, y figuras rápidas en el resto de los instrumentos, es la base de Variaciones, fragmento que captura fácilmente el interés.

Las cuerdas, entregan la atmósfera para Árbol sin hojas, allí el doloroso canto del clarinete, inicia un desarrollo, en el que se logran todo tipo de colores orquestales de gran expresividad.

Laberinto que cierra el ciclo, reitera algo del lenguaje anteriormente expuesto, allí a través de un juego de masas sonoras y contrastes, y haciendo gala de lo buen orquestador que es Maupoint, concluye la obra, que recibió una estupenda versión de la Filarmónica y Chudovsky, siendo calurosamente recibida por el público.

Martin Rummel, junto a la Filarmónica de Santiago y Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo
Martin Rummel, junto a la Filarmónica de Santiago y Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo

Luego Martin Rummel, el violoncelista austríaco, interpretó la bellísimas y nada fáciles Variaciones sobre un tema rococó, de Piotr Ilich Tchaikovsky.

No cabe duda, que Rummel es un buen instrumentista, pero al menos en la primera de sus dos presentaciones, no estuvo en su mejor día; sonido cálido, pero pequeño, bastante frío en su interpretación, y lo más grave, con algunas desafinaciones, en particular en la cadenza; en cuanto a musicalidad, esta la expuso solo en algunos fragmentos, al manejar bastante bien algunos de los contrastes dinámicos, mientras que, el virtuosismo que se esperaba de él, apenas apareció; estas características hacen que su presentación no llegara al público, que apenas respondió en forma cortés; en cuanto a la orquesta, su respuesta fue en general buena, haciendo gala de buen sonido, pero volvieron a repetirse desajustes en las maderas, las que además mostraron un resultado muy irregular, en cuanto a sonido. No se percibió mayormente, una gran conexión entre solista y la dirección.

Jean Sibelius. foto sibeliusencastellano
Jean Sibelius. foto sibeliusencastellano

La Sinfonía Nº 1 en Mi menor, Op. 39 de Jean Sibelius, finalizó la velada, en una versión donde las excelencias, se mezclaron con las incertezas de las maderas, y un enfoque de intensidades medidas, en algunas de las secciones, lo que a nuestro juicio, le restó expresividad.

Luego de una bellísima introducción, con el trémolo del timbal y las melancólicas melodías del clarinete, que llevan a la dramática exposición del primer tema, allí los diálogos fueron transparentes y expresivos, marcando un fuerte contraste de carácter, que conducirá al poderoso clímax, que luego se diluye en el mágico final. En esta parte sería injusto no destacar la participación estupenda de cada uno de los instrumentos solistas.

La Orquesta Sinfónica de Santiago y su director Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo
La Orquesta Sinfónica de Santiago y su director Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo

Bastante austero, y con expresividad contenida, se mostró el segundo movimiento, que se caracteriza por la presencia constante de una dolorosa melancolía, destacaremos el bello sonido de las cuerdas, en particular los violines; destacaron además el fagot y chelo solistas, mientras que las dudas corrieron de parte de las maderas, particularmente las flautas, que se desajustaron en pulso, en varias ocasiones.

El Scherzo, vio desperfilado el fugato, por las inseguridades de pulso en las maderas, lo que hizo perder tensión al desarrollo.

El Finale, mostró una mejoría de las maderas, en una versión retenida, donde Chudovsky, consiguió a pesar de ello, una expresiva progresión, en todas las secciones lentas, en contraste, el poderío de las partes rápidas, encontró a la orquesta en el mejor pie, no obstante pensamos que, la excesiva lentitud, con que volvió a tomar toda la sección final, le hizo perder la emocionalidad que esta tiene.

El director Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo
El director Konstantin Chudovsky. foto Patricio Melo

Esta sinfonía, tiene grandes desafíos para toda la orquesta, y en particular para algunos solistas instrumentales, respondiendo cada uno de ellos en estupenda forma, pero nos vsentimos obligados a reconocer una vez más, el magnífico y musical desempeño del certero solista en timbal Yaroslau Isaeu.

Gilberto Ponce. (CCA)

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