SEGUNDO CONCIERTO FILARMÓNICO.

SEGUNDO PROGRAMA FILARMÓNICO CON DOMÍNGUEZ.

El segundo concierto de la Temporada 2014 de la Orquesta Filarmónica de Santiago, tuvo sin duda mejores resultados que el de apertura, el que fue nuevamente dirigido  por el director residente José Luis Domínguez.

Siendo uno de los aspectos más significativos, el estreno de una obra encargada al joven compositor nacional Juan Manuel Quinteros, quien había estrenado en años anteriores, dos obras con la sinfónica, convirtiéndose así, en uno de los compositores de mayor resonancia, en dos de las agrupaciones más importantes de Santiago.

Juan Manuel Quinteros. foto radio.uchile
Juan Manuel Quinteros. foto radio.uchile

Con ello al parecer, este Alto en el Desierto, de Quinteros, está abriendo un camino en las temporadas del Teatro Municipal, hacia la nueva música chilena, lo que bien podría convertirse en un hito.

En la obra, que expone bien algunas de las características del lenguaje de su autor,  se reconocen también, algunos de los recursos utilizados por uno de los grandes de nuestro país, nos referimos a Fernando García.

Quinteros plasma en su obra, las impresiones que le provocaron la inmensidad y los contrastes del Desierto de Atacama; si bien pudiera pensarse, que se trata de una obra programática, esto no es así, pues según su autor, manifiesta el impacto interior que le provocó la naturaleza; y solo en la sección final, El baile de la arena, podemos encontrar, resonancias de danzas folclóricas -claro que muy estilizadas-, mientras que, en las dos anteriores: Manto contraste y Luces en cielo, el compositor logra un mundo de sugerencias, a través de texturas y colores, con pequeños esquicios melódicos y sugerentes ostinatos de carácter rítmico-melódico; otra característica, es la gran importancia de la percusión en muchos fragmentos.

La interpretación, que demostró el gran interés de Domínguez por la partitura, fue de una gran corrección.

Luego se escuchó a la solista de la Orquesta Filarmónica de Santiago, Lillian Copeland, en el Concierto para oboe y orquesta, en Re mayor  de Richard Strauss, en una versión donde lo  más destacado, fue la musicalidad y bello sonido de la solista, que de memoria sorteó las innumerables dificultades de la partitura.

Richard Strauss. foto es.wikipedia
Richard Strauss. foto es.wikipedia

Su versión, evitó ampulosidades frecuentes en otros solistas, realzando además del virtuosismo y prestancia que le son propios, hermosos diálogos con otros instrumentos.

Lillian Copeland. foto umayor
Lillian Copeland. foto umayor

De su desempeño, encontramos más sobresalientes, por su exquisita musicalidad, el Andante y la cadenza; el acompañamiento orquestal, acusó escasos desajustes, y creemos que le faltó más tensión expresiva, pero en ningún caso malogrando el resultado, siendo la sección lenta, lo mejor por su musicalidad.

Luego se escuchó, la Sinfonía Nº 3 en Mi bemol mayor, Op. 55, “Heroica” de Ludwig van Beethoven, en la que el director, volvió a innovar en la distribución orquestal; no obstante en esta oportunidad, superó con creces, los resultados de la Novena sinfonía, existiendo escasas y arbitrarias innovaciones de dinámica y fraseo.

Ludwig van Beethoven. foto visionescriticas
Ludwig van Beethoven. foto visionescriticas

El sonido orquestal fue hermoso y musical, y ya se puede decir, que han quedado en el pasado los problemas en la familia de los cornos, de exposición vital en esta sinfonía.

Carácter y sentido se observó en el inicio del primer movimiento, pero la tensión expresiva, tendió a diluirse en el desarrollo, por la desconexión en el fraseo entre las diversas secciones, no obstante el manejo dinámico fue muy acertado.

Muy hermosas se escucharon las cuerdas y el oboe al inicio de la Marcha fúnebre, con acentuado carácter, sin embargo en los chelos, la afinación no fue certera en partes del desarrollo; si bien la sección en fugato fue de extrema claridad, la sección final del movimiento perdió expresividad; no olvidemos que esta sinfonía inaugura el romanticismo sinfónico.

José Luis Domínguez. foto latercera
José Luis Domínguez. foto latercera

En el Scherzo, hubo pequeños desajustes de pulso, en particular al inicio; aquí destacaremos el desempeño de las maderas y la musicalidad de los cornos en su emblemática parte, algunos acentos descontextualizados, no empañaron el resultado final.

En el Finale, de efectivo desarrollo, solo objetamos el balance para las cuerdas, en relación con maderas y bronces, pues en pasajes casi desaparecieron.

Un concierto, que mejora las expectativas de la primera jornada, manteniendo la calidad sonora de la orquesta.

Gilberto Ponce. (CCA)

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