SCHOENBERG Y BEETHOVEN SINFÓNICOS.

ALEXANDER MICKELTHWATE DIRIGE SCHOENBERG Y BEETHOVEN.

Un concierto de notables características, fue el que dirigió el maestro alemán Alexander Mickelthwate, en la jornada 11 de la Temporada 2014 de la Orquesta Sinfónica de Chile.

Alexander Mickelthwate. foto heilderberg-philarmoniker
Alexander Mickelthwate. foto heilderberg-philarmoniker

Su gesto, así como los claros conceptos que maneja de las obras, le convirtieron en un gran triunfador, algo reconocido también por los músicos, que le aplaudieron entusiastamente al final del concierto.

La Obertura de la música incidental, para El rey Esteban, de Ludwig van Beethoven, que dio inicio al programa, mostró la pulcritud del director en la preparación de las obras; los dos temas contrapuestos que son el eje de la obra, fueron en general bien expuestos; el tema de carácter heroico que inicia la obra, tuvo un traspié en uno de los cornos, del que se repuso prestamente, asimismo creemos que al tema que posteriormente en la obra acompaña al coro femenino, le faltó algo de lirismo; pero estas son apreciaciones, que en nada desmerecen la versión que en su desarrollo fue brillante.

Posteriormente se escuchó una estupenda versión de la Sinfonía de Cámara en Mi mayor, Op. 9, de Arnold Schoenberg, en su versión orquestal. La obra se interpreta poco, y tal vez las aprensiones del mismo Schoenberg, explican el porqué, en un momento el autor pretendió marcar nuevos rumbos en la música, algo que no fue comprendido por el público, por último, la partitura dejó finalmente muy insatisfecho al compositor.

Es cierto que su lenguaje es en extremo abigarrado, con incesante cambios rítmicos, repleto de ideas que se esbozan, para luego ser abandonadas, que a la larga parecen muy cercanas, transforman el trabajo, en algo que suena reiterativo.

No obstante, la sinfonía cuyas cinco partes se interpretan sin interrupción, representa un fenomenal desafío, tanto para el director, como para la orquesta.

Creemos sin temor a equivocarnos, que Mickelthwate y la Sinfónica, respondieron de la mejor forma al desafío, en primer lugar, por el absoluto dominio que el director tiene de la partitura, por ello manejó el enjambre sonoro y a cada uno de los músicos, con precisión y musicalidad notables.

Orquesta Sinfónica de Chile. foto elciudadano
Orquesta Sinfónica de Chile. foto elciudadano

Contrastes, dinámicas, fraseos, intencionalidades, así como entradas y cortes de gran perfección, tanto como musicales progresiones, convirtieron esta presentación en algo potente e importante.

Aquellos fragmentos de mayor desarrollo melódico, recuerdan fuertemente a Richard Strauss, incluyendo alusiones al expresionismo, convirtiendo la obra a ratos en algo discursiva y divagatoria, haciendo solo al final, una suerte de concesión melódica, que relaja la tensión, que fue en momentos muy intensa.

Pero esta son las características de la Sinfonía, las que sin duda requieren, de una versión como la escuchada en esta oportunidad, para rescatar los valores que en sí posee; este fue un enorme triunfo para la orquesta y su director.

La calidad de Mickelthwate, fue refrendada con su versión de la bellísima Sinfonía Nº 6 en Fa mayor, Op. 68, Pastoral de Ludwig van Beethoven, obra de la que hemos escuchado versiones ramplonas o sensibleras.

Busto de Ludwig van Beethoven. foto visionescriticas
Busto de Ludwig van Beethoven. foto visionescriticas

En este caso, la versión fue muy ajustada en estilo, con un sonido de sorprendente belleza en la orquesta, en una interpretación llena de matices, gran finura y fuerza, cuando esta se requiere, con hermosos juegos dinámicos, y en extremo cantabile; la batuta consiguió exquisiteces, tanto en el conjunto, como en las participaciones a solo.

El primer movimiento, fue sensible, con estupendos planos sonoros, realzados por intencionalidades expresivas, y musicales fraseos, destacaremos la belleza sonora de las cuerdas.

Alexander Mickelthwate. foto cbc.ca
Alexander Mickelthwate. foto cbc.ca

Del segundo (Junto al arroyo), la estupenda descripción del fluir del agua, realizada por las cuerdas en su diálogo con las maderas, lograron magia visual; la delicadeza dinámica, se acentuó con la participación de algunos instrumentos solistas, como hacia el final en el exquisito diálogo de las aves (flauta, oboe, clarinete).

La fiesta campesina, fue jubilosa en su sensación de danza, debemos destacar los solos del oboe, clarinete, fagot y el corno; la transición hacia la tormenta, fue un logro descriptivo, mostrando no solo el viento, también el temor; cuando esta se desencadena, las voces melódicas fueron de gran claridad, y el sonido de los truenos, cuando la tormenta se aleja, fue un logro tanto del timbal, como de los contrabajos, luego la Acción de Gracias, fue un triunfo melódico y de canto en cada familia e instrumentos, la Sinfónica, tocó bello y sensible, con una progresión expresiva, que maravilló por su perfección; por ello no fue para nada extraño, que el público se negara a retirarse, para aplaudir, en una las ovaciones más extensas de la temporada, a la que se agregó con entusiasmo, toda la orquesta.

Gilberto Ponce. (CCA)

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