SALOMÉ 2025 DE RICHARD STRAUSS ESTREMECE EL TEATRO MUNICIPAL.
Hace más de veinte años que la ópera Salomé de Richard Strauss no subía al escenario del Teatro Municipal de Santiago y de hecho sólo lo había hecho antes en cuatro oportunidades, razón que justifica la enorme expectación que provocó este estreno de una de las óperas que mayor escándalo causó en su estreno en 1905 en Alemania, tan grande como lo fue antes con el estreno de Salomé la obra teatral de Oscar Wilde en 1891, cuyo texto casi íntegro utilizó Strauss en su ópera, ese fue el impacto que dos grandes genios provocaron en la sociedad, con un tema que en cierta medida era una metáfora de los conflictos presentes y por venir en la Europa de comienzos del siglo XX.
Salomé (Vanessa Goikoetxea) le canta a la cabeza de Jokanaan, foto María Pía Merani
Nadie hasta el momento se había atrevido a tocar el tema de una pasión desenfrenada, que llega a la locura de pedir la cabeza del ser que había rechazado sus provocaciones amorosas, todo en un contexto de una familia desestructurada, con connotaciones ético religiosas, con cercanía al abuso adolescente de parte del padrastro de Salomé, Herodes Antípas quien se había casado con Herodías su madre.
Y de cómo el revolucionario Jokanaan (Juan el bautista), que anunciaba en pleno imperio romano la llegada del Mesías, razón por la que es tomado prisionero y encarcelado en una cisterna, desde donde además de predicar denuncia la vida incestuosa de Herodes y su mujer, despertando la curiosidad de Salomé por conocerlo y de su apasionado y lascivo enamoramiento al conocerle.
El tema le atrajo a Strauss en cuanto se lo presentaron, y al parecer le suscitó el deseo de componer una obra que avanzara musicalmente, mucho más allá de hasta donde había llegado la modernidad musical, si la obra teatral trasgredía, su música también lo haría, y vaya que lo logró pues en un ambiente expresionista, las disonancias quedan cortas, introduciendo politonalidades que llevan al límite la expresión, ya que entre los desafíos está el traducir pulsiones sensuales y sexuales, con frases que rozan lo metafísico: “el misterio del amor, es más profundo que el misterio de la muerte”, todo en un continuo que no da tregua ni a intérpretes ni espectadores.
Salomé (Malgorzata Pawlowska) le exige a Herodes (Michael Gniffke) la cabeza de Jokanaan foto Alberto Díaz
Para este propósito Strauss utiliza una enorme orquesta, requiriendo por ello cantantes que puedan sobrepasarla, debiendo además expresar intensamente los textos, tal vez en estos escollos radique el porqué no se interprete con frecuencia.
Esta nueva producción fue encabezada por Cristine Hucke en la dirección de escena y en la concepción general, Rebekka Dornhege Reyes en la escenografía y vestuario y Ricardo Castro en la iluminación, mientras que la dirección musical fue de Paolo Bortolameolli.
La ambientación fue atemporal, con guiños al tiempo histórico, funcionó mejor escenográficamente, con la base circular del escenario que giraba y con la sugerencia del palacio de Herodes de columnas que subían y bajaban y la presencia omnipresente de la luna.
Pero el haber acotado el escenario obligó a atiborrarlo en algunas escenas provocando confusión en cuanto a los personajes secundarios.
Lo anterior se acentuó con un vestuario de tal heterogeneidad y en algunos casos cercano al feísmo, que sin duda fue lo más desconcertante de la puesta.
A manera de ejemplo; Herodías vestida como para desfile de modas, tacones altos, pantalón de cuero ajustado y un tapado verde propio de una modelo, mientras que Herodes con peto romano, Jokanaan de pantalón amplio negro y con una blusa transparente con unos extraños y absurdos adornos en los hombros. Judíos, soldados y nazarenos con tal variedad que no era fácil identificarlos, en cambio los sirvientes, si lo parecían, solo taparrabos, no nos queda claro el sentido de los dos acróbatas que colgaban sobre la mesa del banquete, que más bien distraían, en cambio nos parecieron muy adecuados el vestuario de Salomé y el del paje de Herodías.
En contrario nos pareció de gran belleza, inteligente y de buen gusto la resolución para la Danza de los siete velos, uno de los clímax de la ópera, con ese grupo de alter ego de Salomé.
Herodes (Michael Gniffke) pide a Salomé (Malgorzata Pawlowska) que baile, observa Herodías (Christel Loetzsch) además de Judíos, Nazaremos, Soldados y Sirvientes. foto Alberto Díaz
La dirección musical de Paolo Bortolameolli, demostró ampliamente el nivel de madurez que ha alcanzado, completamente imbuido de la partitura, fue capaz de adentrarse en la infinidad de detalles que inundan la obra, logrando el carácter preciso para cada escena, por ello logró la fuerza, el desgarro, la pasión y sensualidad que la ópera requiere, su manejo de la masa orquestal y voces fue del más alto nivel debido a que se adentró en la esencia del drama.
La respuesta de la Filarmónica fue óptima en sonido, afinación y carácter deslumbrando en su perfección, la enorme ovación del público a la orquesta y director al final de ambos elencos, fue en justicia más que merecida.
Esta producción contó con dos sopranos en el rol de Salomé, la buena moza polaca Malgorzata Pawlowska quien dio cuenta de una sólida voz en el registro agudo y más débil en medio y bajo por lo que la masa orquestal impidió que se escuchara en algunas partes, actuó bien como la caprichosa adolescente que es, y creemos que le faltó más fuerza sensual en escenas importantes, si bien su escena final fue poderosamente emotiva debido a su total entrega, fue con razón largamente ovacionada.
Vanessa Goikoetxea la soprano española que debutaba en este escenario y por primera vez como Salomé, simplemente deslumbró debido a que creemos que ella no solo canta, “vive” el personaje, dio la impresión de haberlo cantado desde hace largo tiempo, posee una presencia escénica poderosa tanto como su hermosa voz, que es de una amplia tesitura con un volumen que sobrepasa el entramado orquestal sin problemas, incluso en las secciones “parlato”, su evolución del personaje sobrecogió, transitando desde la caprichosa adolescente, hasta su encuentro con Jokanaan tanto como en la abrumadora escena final, donde se debate entre el lujurioso deseo de besarlo, y su ansia por el amor del profeta, pero antes había desplegado toda su sensualidad y belleza en una sugerente Danza de los siete velos, por ello fue ovacionada al borde del delirio, por una actuación tan potente, que sin duda marcará un hito en el escenario del Municipal.
Salomé (Vanessa Goikoetxea) besa por fin, pero solo la cabeza de Jokanaan foto María Pía Merani
Jokanaan fundamental en la trama, lo cantó Liam James Karai que posee una hermosa voz, pero sin el peso requerido, sus claves imprecaciones en contra de Herodías desde la cisterna, fueron solo correctas sin el volumen y dramatismo necesario, como es muy joven pensamos que aún le queda camino por recorrer ya que como actor todavía es muy esquemático.
Michael Gniffke asumió el desagradable rol de Herodes Antípas, reconocemos en él un muy buen actor que dio el perfil libidinoso y algo histérico de su personaje, pero su voz es poco potente, escuchándose bien solo en el registro agudo.
Herodías lo cantó y actuó con mucho temperamento y poderosa voz Christel Loetzsch.
Salomé (Malgorzata Pawlowska) baila con sus alter egos la Danza de los siete velos. foto Alberto Díaz
Vocalmente Gonzalo Quinchahual perfiló muy bien a Narraboth el oficial enamorado de Salomé.
Monique Galväo con poderosa voz cantó como el paje de Herodías.
El complejo rol de los Cinco judíos lo cantaron y actuaron con solvencia por Pedro Espinoza, Nicolás Noguchi, Gonzalo Araya, David Rojas y Pedro Alarcón.
Convincentes fueron los Nazarenos de Francisco Salgado y Cristóbal Alvarez.
Mientras que con fuerza, convicción e impecables en lo vocal estuvieron Javier Weibel y Sergio Gallardo, como dos soldados.
Fabián García y Constanza Olguín como Joven capadocio y Esclava y todos los figurantes cumplieron sus roles con gran profesionalismo.
Salomé (Vanessa Goikoetxea) dispuesta a bailar ante Herodes. foto María Pía Merani
Un gran cierre de la Temporada de Ópera 2025 con una Salomé que a pesar de algunas objeciones, fue un suceso muy ovacionado por el público, debido particularmente al formidable desempeño musical de la orquesta y las dos protagonistas.
Herodes (Michael Gniffke) discute con Herodías (Christel Loetzsch) atrás observa Salomé Malgorzata Pawlowska foto Alberto Díaz
Gilberto Ponce (CCA)









