ROMÁNTICOS EN LA FILARMÓNICA.

BRAHMS, von WEBER y TCHAILKOVSKY EN LA FILARMÓNICA.

Rani Calderon dirigió el programa número siete de la Temporada 2011, de la Orquesta Filarmónica de Santiago, en el se escucharon obras muy disímiles del romanticismo; y podemos afirmar que en ellas, la respuesta de la orquesta -que por fin tiene sus familias completas-, fue de gran nivel.

Johannes Brahms joven. foto brahmsmuseum

El programa se inició con la bellísima “Obertura Trágica Op. 81” de Johannes Brahms, llamó la atención la velocidad que le imprimió Calderon, no obstante entró bastante bien en el carácter de la obra, destacando muy bien las diferentes voces, y con fraseos muy claros; la pasional versión, se diluyó en parte por algunos desajustes ocurridos durante el desarrollo, y algo muy sorprendente, el sonido de los cornos, tuvo frases bastante sucias –al menos en la primera función-, pero el resultado final, satisfizo por la fuerza que le imprimió la batuta.

Zilvinas Smalys. foto estoy.cl

Luego, el estupendo fagotista lituano, y solista de la Filarmónica Zilvinas Smalys, abordó el

Carl Maria von Weber. foto muzweek

“Concierto para fagot y orquesta, en Fa mayor Op. 75” de Carl Maria von Weber, uno de los contados conciertos para fagot y orquesta, que goza de popularidad.

Debemos reconocer, que encontramos del mayor interés, solo el segundo y tercer movimientos, aunque Smalys tocó soberbiamente en los tres, su manejo dinámico, fraseo y articulaciones, no dejaron de sorprender por su calidad, su “canto” en el Adagio, fue bellísimo y lírico, la orquesta completó los diálogos con musicalidad, en el tercero, la orquesta mejoró sustancialmente su rendimiento, acompañando el extraordinario derroche de virtuosismo del destacado solista.

El “encore” con el que respondió a las ovaciones, fue una muestra de su experticia, y demostrativo de las posibilidades musicales y técnicas del fagot.

Gran parte del numeroso público asistente, lo hizo sin duda, para escuchar una de las obras favoritas de todos las audiencias, nos referimos a la “Sinfonía N° 5 en Mi menor, Op. 64» de Piotr Ilich Tchaikovsky.

Piotr Ilich Tchaikovsky adolescente. foto redmayor

Calderon enfocó certeramente la oscura introducción, con las dolidas frases del clarinete, la progresión siguiente fue muy lograda, el desarrollo fue expresivo, con gran carácter conseguido en base a los contrastes dinámicos, la orquesta respondió con estupendo sonido.

El “Andante cantábile”, que es tal vez, el más conocido o famoso de la sinfonía, se inició con un hermoso solo del corno, luego en tema central se mostró vitalmente, marcando los acelerando y retardando con musicalidad, que fue la  gran constante en toda esta parte, destacaremos, la musicalidad del solo de flauta, la musicalidad y sensibilidad de las cuerdas; el dolor profundo que trasunta la música, fue muy logrado.

Rani Calderon. foto ranicalderon

El tercer movimiento “tempo de vals”, fue en extremo elegante, con un gran desempeño de las cuerdas en la sección rápida, si bien no estuvo perfectamente armado, el resultado total es muy satisfactorio.

En el final, que provoca arrebatos de entusiasmo en el público, si bien existió un buen manejo de los contrastes dinámicos y logradas progresiones, además de un alto rendimiento de la orquesta, por alguna razón, perdió tensión sin lograr el clímax expresivo para un cierre soberbio, dejando con una sensación de algo incompleto, tal vez en la repetición del concierto se logre el objetivo que Calderon y la Filarmónica esperaban.

Gilberto Ponce. (CCA)

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