APERTURA DE LA TEMPORADA 2016 DE LA FILARMÓNICA.
Bajo la dirección de su director titular Konstantin Chudovsky, la Orquesta Filarmónica de Santiago, dio inicio a su Temporada Oficial 2016, en la acogedora acústica del Teatro Municipal; en este, su primer programa ofreció una de las obras más importantes de la literatura sinfónico coral, nos referimos al celebérrimo Réquiem de Giuseppe Verdi, una de las obras favoritas de todos los públicos, que posee además una cantidad enorme de desafíos para todos sus intérpretes.
El concepto del maestro Chudovsky, enfatiza el dramatismo del texto, logrando cotas de extraordinaria expresividad, al tiempo que elude concientemente, lo operático que existe en la obra, otorgando a los rubato, solo la presencia precisa al discurso dramático; asimismo, se aleja de lo rutinario en las repeticiones, a manera de ejemplo en el Dies Irae, donde la dinámica del Tam Tam, no siempre la enfoca en fortissimo.
Su manejo de fraseos y articulaciones en la orquesta -de excelente y musical desempeño-, además de riguroso, descubre acentuaciones y contrastes dinámicos, que enriquecen la versión; otro aspecto de interés, es la importancia concedida a los diálogos de la orquesta con el coro y solistas, realzando particularmente esas secciones.
Nos parece además destacable, el continuo de la versión, por ello muchas de sus partes, se enlazan sin interrupción, y solo entre las diversas partes litúrgicas, realiza las pausas; una excepción ocurre con el Sanctus, que es inmediato al Domine Jesu.
Otro aspecto, que no se puede soslayar, es el cuidadoso manejo de matices y contrastes dinámicos, que encontró en el magnífico coro y en la orquesta, una respuesta del más alto nivel; mencionaremos, sin desmerecer otros; el Introito de serena belleza, con su cuidadosa sección a capella, el angustioso llamado del Kyrie, la fuerza del Dies Irae, la expresividad de algunas de la partes solistas de la Sequentia, el exultante júbilo del Sanctus, y los diálogos del coro a ocho voces.
El Coro del Teatro Municipal, que dirige Jorge Klastornick, en la excelencia que acostumbra, mostrándose en algunas secciones, simplemente formidables (la última presentación del Dies Irae, cuando el texto introduce cambios y en la fuga del Libera me), con sus voces siempre timbradas, musicales y expresivas.
El cuarteto solista, que está sometido a casi sobrehumanas exigencias, lo conformaron, la soprano Marina Costa-Jackson, la mezzosoprano Anastasia Bibicheva, el tenor Enrique Folger y el bajo Alexey Tikhomirov, quienes tuvieron un comienzo que alentó las más grandes expectativas, debido a su homogéneo inicio, pero durante el desarrollo, mostró algunos aspectos que plantearon dudas.
Estas afectaron principalmente a la soprano Marina Costa-Jackson, de quien no desconocemos su belleza vocal, y notable expresividad al cantar, pero en varios momentos, su afinación estuvo lejos de ser perfecta, esto incluso incidió en el unísono a octavas con la mezzo.
En el caso de Anastasia Bibicheva, diremos que no solo posee una bellísima voz, es impecable en afinación, y notablemente expresiva, sus secciones a solo, fueron un goce de escuchar; Enrique Folger el tenor, excelente en el Kyrie, que permitió apreciar su hermoso timbre, luego perdió prestancia, mostrándose muchas veces al límite en los agudos, sus dos grandes momentos, se vieron perjudicados por este aspecto; en contrario Alexey Tikhorimov, fue un sustento formidable, su generoso volumen, bello timbre, que acompaña con una expresividad vocal y corporal, lograron momentos verdaderamente entrañables.
En síntesis, una inauguración de la Temporada Filarmónica, que consiguió, a pesar de los detalles mencionados, un gran éxito, en un público que no dudó en ovacionar largamente, una versión de Konstantin Chudovsky, quien condujo a la gran masa de voces e instrumentos, no solo con claro y preciso gesto, consiguiendo además plasmar, todo el drama y fuerza, expuesto por Verdi en su obra.
Gilberto Ponce. (CCA)