RETORNO DE NATALIE CLEIN A LA FUNDACIÓN BEETHOVEN.
Un concierto de la más absoluta excelencia, fue el que se acaba de realizar en la Temporada Internacional de Conciertos Fernando Rosas, de la Fundación Beethoven.
Este fue marcado por la presencia de la extraordinaria chelista británica Natalie Clein, que volvió ahora junto a la Orquesta de Cámara de Chile , bajo la dirección del maestro Juan Pablo Izquierdo, Premio Nacional de Música 2012.
Aunque la solista tocó exactamente el mismo programa, que hace dos años hiciera con la Orquesta de Cámara de la Unión Europea, en este caso no se cumplió aquello que, nunca segundas partes son buenas, porque fue como volver a sentir el placer de contemplar una obra maestra.
El Concierto para Violonchelo Nº 1 en Do mayor de Franz Joseph Haydn, que contó ahora con el acompañamiento de la estupenda orquesta nacional, conmovió desde su primera entrada, cuando haciendo gala del bellísimo sonido que posee, replica el tema que le ha dejado la orquesta, asombrando con sus diálogos con la misma, al tiempo que juega con los contrastes, desde un pianissimo exquisito, hasta poderosos y musicales forte.
En la introducción Izquierdo y sus músicos ya habían dejado en claro, porqué el conjunto se ha convertido en uno de los más notables de nuestro país; luego la vitalidad y “canto” expuestos por la solista fue respondido en estupenda forma por la orquesta, detalle importante, son las pequeñas variaciones al reexponer el tema central. La cadenza de este movimiento fue de inusitada belleza y perfección.
El Adagio que sigue, fue mágico en todo sentido, la solista llegó a extremos conmovedores en su sutileza, mientras la orquesta mostraba una perfección sonora y estilística asombrosa; creemos que pocas veces hemos escuchado un pianissimo de tal belleza.
Liviano y de gran virtuosismo fue el tercero, con Natalie Clein abrumando con su perfección, clarísimas articulaciones, fraseos impecables en los diálogos solista-orquesta, exactos contrastes tanto dinámicos (forte-piano) y en legatto y estacatto, versión que fue un privilegio escuchar.
El “Canto de los Pájaros” de Pablo Casals y una de las partes de una Suite para chelo solo de Johann Sebastian Bach, ofrecidos como encores, dejaron la sensación de estar ante una manifestación superior del arte.
El programa se había iniciado con una estupenda versión de la Sinfonía Nº 92 en Sol mayor de Haydn, en la que Izquierdo consiguió de sus músicos un sonido trasparente y fino, realzando aún más el impecable estilo de la versión.
Sereno y bordeando lo solemne fue el primer movimiento, cantábile el segundo, el minueto de gran claridad en los temas y muy hermoso su trío, donde destacó el sonido de los cornos; el cuarto fue jubiloso, casi alado y de un enorme virtuosismo.
El impecable balance sonoro, la precisión de los diálogos y contrastes entre familias, así como su musicalidad, fue la constante de la versión que hizo justicia, a un compositor al que muchas veces se interpreta en forma liviana e insustancial.
Cuando Ludwig van Beethoven compone su Sinfonía Nº 8 en Fa mayor, vuelve su mirada al clasicismo, con el objeto de homenajear a su querido amigo, Johann Nepomuk Maelzel, un ingeniero muy hábil y bastante conservador, quien fuera inventor entre otras cosas del Metrónomo, construyéndole además a Beethoven una serie de trompetillas acústicas, para que el compositor pudiera escuchar mejor, estas se encuentran en el museo Beethoven, permitiendo apreciar el progresivo y dramático avance de la sordera.
Como curiosidad, el compositor introdujo un pequeño homenaje a Maelzel, cuando pone como tema central del segundo movimiento de la sinfonía, un canon compuesto sobre el sonido del metrónomo, que asumen las maderas como ostinato, mientras las cuerdas tocan la melodía canónica.
Izquierdo condujo la versión, moviéndose entre lo clásico, con elementos románticos; una vez más transparencia y expresividad, exquisitez en fraseos, acompañado de un espléndido sonido orquestal.
Su primer movimiento fue sereno y cantábile, el segundo realzando las articulaciones, la elegancia a la manera de canto, se escuchó en el tercero, además de una gran finura en las maderas en su trío, el cuarto fue preciosista y minucioso en figuras y contrastes.
En suma, un concierto con una excelente solista y una orquesta de nivel internacional.
Gilberto Ponce. (CCA)