REFLEXIONES SOBRE LA TEMPORADA DEL MET.

ÓPERA EN EL MET, EXPERIMENTOS EN LUCES Y SOMBRAS.

A nadie cabe duda del enorme dinamismo del Arte, actividad esencial que ha acompañado al hombre desde sus inicios, por ello no sorprende su constante evolución y permanente aparición de nuevas tendencias en sus múltiples manifestaciones, en las que a experimentado, interpelado e incluso hasta agredido.

Exterior del Met. foto ejesse.
Exterior del Met. foto ejesse.

Una verdadera explosión de  novedades se produjo durante las décadas sesenta y setenta del siglo pasado, cuando muchos artistas en indagando en la búsqueda de sus propios lenguajes, llegaron a límites de escandalizar a muchas de las audiencias y públicos.

Por supuesto, muchos de estos escándalos devinieron en obras maestras, pero otros tantos, fueron solo buenas promesas y una gran mayoría, solo pasó a la historia como un simple escándalo, del que se habló mucho en su momento, pasando después al olvido por su falta de trascendencia.

Interior del Met. foto answers.
Interior del Met. foto answers.

Muchos artistas trataron de imitar o seguir caminos abiertos por algunos de los realmente grandes, como lo fue Igor Stravinsky que se convirtió en un verdadero paradigma, pero lamentablemente estos solo produjeron pobres imitaciones, que en nada se acercaron a la genialidad del maestro; él que había tenido la fortuna de  trabajar con grandes creadores de la pintura y la coreografía -en una conjunción repetida en escasas ocasiones-, estrena en torno a 1913 entre otras obras «La Consagración de la Primavera»,  provocando una verdadera revolución artística, pero con sentido y fundamento, además de una fuerte conmoción en la sociedad de ese tiempo.

Podríamos seguir con otros ejemplos paradigmáticos, pero no es el asunto que no preocupa ahora, nuestro objetivo es demostrar desde ese entonces, muchos en su afán de alcanzar notoriedad, no han trepidado en todo tipo de experimentaciones, muchas veces vacías de contenido, y lo peor, sin aportar nada nuevo, apenas repitiendo lo ya creado.

La ópera como una de las formas artísticas más importantes y completas, no podía quedar ajena, por ello se ha transformado en fértil campo de experimentación, y sus resultados al igual que los de cualquier actividad humana, han sido a veces notables, y en otras simplemente deplorables.

Último Acto de Rigoletto del Met. foto metopera
Último Acto de Rigoletto del Met. foto metopera

Las discusiones en este ámbito han sido y seguirán siendo fuertes, particularmente entre quienes defienden a ultranza cualquier manifestación “novedosa”, y aquellos que no reniegan de la búsqueda de nuevos caminos, siempre que se encuentren avalados por un sustento teórico real y no simplemente retórico; con razón se dice que muchas veces sus autores solo buscan impactar, con obras sin contenido, y peor aún, sin mayor sentido.

Escena de María Stuardo de Donizetti, en el Met. foto metopera
Escena de María Stuardo de Donizetti, en el Met. foto metopera

La llegada  en el 2006 de Peter Gelb a la dirección del Met. de New York significó abrir el teatro a nuevas producciones, que de alguna forma permitieran la entrada de aire fresco al escenario de uno de los teatros más importantes del mundo, pero al igual a lo ocurrido en otras partes del globo, estas producciones han tenido resultados dispares, es así que el resonante éxito obtenido en la Tetralogía el Anillo de los Nibelungos de Richard Wagner, con un excelente uso de la más avanzada tecnología, se contrasta con el Baile de Máscaras de Verdi, que plantea más dudas que certezas, en una propuesta de corte cubista, donde algunos personajes se desperfilan notablemente.

Los Gigantes enfrentan a los dioses. foto metopera
Los Gigantes enfrentan a los dioses en el Oro del Rhin. foto metopera

Otro suceso, se logró con la formidable puesta en escena de María Stuardo de Donizetti, con su propuesta escenográfica conceptual de John Macfarlane, que contó con la estupenda régie de David McVicar, y la formidable interpretación vocal de Joyce DiDonato, como María Stuardo en una conmovedora caracterización, por supuesto el resto del elenco al más alto nivel; Elsa van der Heever como Isabel I y Matthew Polenzani como Leicester, dirigidos por la experta batuta de Maurizio Benini.

Joyce DiDonato como María Stuardo en el Met. foto metopera
Joyce DiDonato como María Stuardo en el Met. foto metopera

Recién acabamos de ver Rigoletto de Verdi, en una provocadora propuesta de Michael Mayer, que decidió ubicar la acción en la ciudad de Las Vegas en los años cincuenta, contando con una escenografía cercana al kitsch de Christine Jones, y un abominable vestuario de Susan Hilferty –no cabe duda que en esos años también imperaba el buen gusto- , pero creemos que lo más significativo estuvo en la falta de respeto por el perfil de los personajes, agregando elementos  insólitamente alejados del propósito del autor; el noble Monterone, quien maldice a Rigoletto, es convertido en un jeque, al que incluso vejan los guardias de seguridad del Casino, lugar del que es dueño el “Duque de Mantua”, para finalmente ubicar a Gilda agónica, en la maleta de un automóvil, para que allí la encuentre su padre.

Rigoletto en el Casino. foto metopera
Rigoletto en el Casino. foto metopera

Mayer, convierte al jorobado bufón en un parroquiano del Casino, por supuesto sin la joroba que sirve de burla a los cortesanos, el Duque al parecer además de dueño del Casino, es un cantante rock, y podríamos seguir; la lógica argumental, no interesa mayormente a Mayer, creando una régie paupérrima; incluso en un intento por hacer creíble la historia, en la traducción se habla de jeques y casinos, aunque los cantantes, canten el texto original.

El Duque seduciendo a Gilda. foto metopera
El Duque seduciendo a Gilda. foto metopera

Lo rescatable, las voces de Zeljko Lucic como Rigoletto, solo bien Piotr Beczala como el Duque de Mantua, Diana Damrau con la prestancia que se le reconoce como Gilda, además de Oksana Volkova y el conocido en el escenario del Municipal Stefan Kocán.

Gilda en la maleta del auto, con Rigoletto al final de la ópera. foto metopera
Gilda en la maleta del auto, con Rigoletto al final de la ópera. foto metopera

La dirección musical del joven Michele Mariotti, con falta de fuerza en muchos pasajes, y generalmente desperfilada.

A nuestro parecer, una frustrada actualización de la inmortal ópera de Verdi.

Ahora esperamos la nueva propuesta de Parsifal de Wagner, que cuenta con la participación del afamado tenor Jonas Kaufmann.

Gilberto Ponce

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