VILA, MOZART y MENDELSSOHN SINFÓNICOS.
En el último concierto de la Temporada 2019 de la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile, contó el el podio con la batuta del director nacional José Luis Domínguez, quien en la actualidad reside en USA, el programa de bastante interés por los estilos muy diferentes de las tres obras presentadas, pero sus resultados fueron dispares, debido al enfoque que la batuta dio a las obras.
Germinal obra del recordado compositor chileno Cirilo Vila, que inicio el concierto, recibió una versión correcta, donde sus atmósferas y timbres se destacaron eficazmente, no obstante la progresión la encontramos bastante plana, haciéndose larga, a pesar de su brevedad, por ello solo con el cambio de ritmo al final de la obra, se reactivó el interés, pero esta sección bastante breve, no alcanzó a motivar y la reacción del publico fue solo discreta para lo que consideramos solo una lectura de Germinal.
Continuaron con la interpretación de la Sinfonía N.º 25 de Wolfgang Amadeus Mozart, versión que a pesar de haber disminuido la cantidad de cuerdas, haciendo pensar en una interpretación transparente y liviana, se contradijo al tocarse en forma gruesa y más bien pesada en carácter, debemos reconocer el trabajo en las articulaciones de las cuerdas, pero el carácter impreso diluyó ese atributo, el otro punto de conflicto fue el manejo inadecuado del balance instrumental, maderas y bronces con gran volumen hicieron desaparecer el sonido de las cuerdas en amplias secciones.
En el primer movimiento, sin duda el más conocido de todos, se escuchó casi sin contrastes y sus diálogos entre familias no siempre resultaron lo suficientemente claros. El Andante que sigue, se inició muy confuso en pulso, luego la falta de balance entre cuerdas y vientos desdibujó completamente fraseos y sentido temático, por ello una vez más se diluyeron los diálogos entre familias, escuchándose varios finales de frases sucios, con instrumentos que no cortaron junto al resto.
El Minuetto que sigue adoleció de gracia en medio de una dinámica plana, en el trío enfocado en las maderas, se produjeron varias severas confusiones. El Allegro final de compleja resolución mostró poca claridad en la exposición temática y poca gracia en contrastes. Creemos que el director quedó muy al debe con esta versión fuera de estilo de una sinfonía que es bastante icónica en la producción del genio de Salzburgo.
Un cambio importante se produjo con la obra que finalizó el concierto. Nos referimos a la Cantata de Félix Mendelssohn La primera noche de Walpurgis que pertenece al Op. 60, obra inspirada en la balada del mismo nombre de Johann Wolfgang von Goethe, obra brillante de gran exigencia instrumental y vocal, que describe el rito del inicio de la primavera, que tiene como personajes a Druidas, Cristianos y Sacerdotes entre otros, allí solistas y coro asumen diferentes roles, esta razón nos hace preguntarnos, porqué no se incluyeron los textos en las pantallas del teatro como en otras obras, creemos que gran parte del público tuvo que conformarse con la bellísima música y la buena interpretación, y tal vez formarse su propia versión, algo injusto para esta verdadera joya sinfónico coral.
Sin duda que el carácter descriptivo de la partitura, le es más afín a Domínguez, a quien se le vio muy a gusto con ella, la orquesta respondió de buena forma con desajustes menores, sin empañar el éxito de la versión. Debemos destacar el hermoso sonido conseguido por los instrumentos, y señalar el gran cometido de los cornos hacia el final de la obertura que describe el final del Invierno y la llegada de la Primavera anunciando la nueva estación.
El Coro Sinfónico y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, lo hicieron en forma estupenda, lo que habla muy bien de la preparación de su Director Juan Pablo Villarroel, voces timbradas y seguras en una obra de enormes exigencias de tesitura, además con muy buena dicción incluso en las escenas del aquelarre, que exigen cantar a gran velocidad. Sus forte fueron poderosos y tan musicales como sus piano.
Alexis Sánchez el tenor experto en barroco, ahora abordando otro estilo, mostró claramente el porqué ha alcanzado el lugar que tiene en la música de nuestro país, cada uno de los roles que cantó fue un gran éxito.
Francisca Muñoz la mezzosoprano, es muy musical y tiene una hermosa voz, sus graves son poderosamente sólidos, sus intervenciones le significaron el mayor de los reconocimientos.
Arturo Jiménez no pudo lucir su timbre de barítono, pues se encontraba enfermo, por ello comenzó con muy poca voz y solo al final se escuchó mejor.
Francisco Salgado posee una hermosa voz de bajo, propia del rol de quien invita a atacar a los cristianos, pero sin duda debe mejorar su afinación que es muy irregular. En síntesis una versión con muchas luces de esta Primera noche de Walpurgis, que encantó, como lo hace cada vez que se interpreta, logrando grandes y merecidas ovaciones, para todos los interpretes.
Gilberto Ponce. (CCA)