PAOLO BORTOLAMEOLLI DIRIGE LA SINFÓNICA

                                   PAOLO BORTOLAMEOLLI TRIUNFA CON LA SINFÓNICA.

Una de las batutas chilenas de mayor reconocimiento internacional, condujo el cuarto concierto de la Temporada 2024, de la Orquesta Sinfónica Nacional, nos referimos al joven director, Paolo Bortolameolli, quien ha obtenido además resonantes éxitos en nuestro país, con diversos conjuntos, en obras muy complejas.

En esta ocasión, enfrentó tres obras muy diferentes entre si, en estilo y carácter, permitiéndole demostrar su solvencia en eclécticos programas, con autores como la chilena Leni Alexander, fallecida el 2005, el español Xavier Montsalvatge y por último el ruso Piotr Ilich Tchaikovsky, enfrentando la vanguardia con Alexander, la síntesis modernismo/ folclor con Montsalvatge y el romanticismo de Tchaikovsky.

El director Paolo Bortolameolli.  foto Juan Pablo Garretón

El rigor mostrado en la obra inicial “Equinoccio” de Leni Alexander, cuyo lenguaje corresponde a la vanguardia de los años 60, donde generalmente se cruzan todas las múltiples tendencias en boga, concepto que fue superado años más tarde, sin duda debido a la poca aceptación que tuvo en el gran público, que tal vez lo consideró demasiado intelectual y hermético, es así que en este caso, tal como señalara el director en la breve introducción, la compositora más que buscar ejes melódicos o rítmicos, o bien un cierto programa descriptivo, le interesa crear atmósferas, timbres, colores; no obstante y a pesar de la excelente conducción, y el interés de los músicos por dar lo mejor de sí, en una obra que no deja de plantear dificultades, esta solo recibió una tibia recepción de parte de los asistentes, que al parecer sí, valoraron la interpretación.

La mezzosoprano Nancy Gómez interpretando la obra de Montsalvatge. foto Juan Pablo Garretón

Con las “Cinco canciones negras” de Xavier Montsaltvage, continuó el programa, este compositor español, que no se adscribe a una corriente estilística específica, pues se adentra eclécticamente en variados lenguajes, de ello da muestra en estas canciones, que se adentran en el espíritu caribeño y popular de la música de Cuba.

Las cantó la mezzosoprano Nancy Gómez, quien a pesar de su hermoso timbre, su volumen en momentos fue insuficiente, sin embargo ella se adentra perfectamente en el espíritu de cada canción, logrando una muy buena interpretación.

Bortolameolli realizó un gran trabajo con la orquesta, que se adentrándose en el estilo y carácter de las obras, en las que flota un ambiente sensual, propio del caribe. El público recibió con gran entusiasmo la estupenda versión.

Nancy Gómez y Paolo Bortolameolli en la obra de Montsalvatge.  foto Juan Pablo Garretón

Como una más del ciclo “Las grandes Quintas”, el programa se cerró con la Sinfonía N.º 5 en Mi menor, de Piotr Ilich Tchaikovsky, obra que goza de gran favoritismo de los públicos, recibiendo una vibrante interpretación, de parte de Bortolameolli y la Sinfónica. Partitura que una vez más tiene como gran tema el Destino, pero no a la manera trágica de la Cuarta Sinfonía, este, aunque inexorable es más esperanzador, algunos aluden a la Fe, en fin solo sabemos que Tchaikovsky es inmenso y que en sus obras, deja ver muchos de los grandes conflictos, que le acompañaron durante toda su vida, mientras que al mismo tiempo se mantiene tan ruso como occidental, mezclando esos elementos a la manera de una síntesis.

La versión de Bortolameolli, fue vibrante de principio a fin, incluso en los remansos, sacó a relucir lo esencial de cada melodía instrumental, fue exultante, desgarrado, sensible y apabullante en su fuerza, a sus desafíos en velocidad, la orquesta respondió con excelencia y casi siempre con el mejor sonido, ese que siempre uno espera del conjunto, por algo es la Sinfónica Nacional.

Birtolameolli y la Sinfónica interpretando Tchaikovsky. foto Juan Pablo Garretón

La batuta logró una versión unitaria en espíritu, a pesar de las diferencias de sus cuatro partes, que tienen un férreo punto de unión, que es el tema del destino, recurrente a través de toda la obra, presentándose con diverso carácter, este aspecto fue uno de los grandes triunfos de la dirección.

La total normalidad en las transiciones de carácter y tempi, ya se advirtieron en el primer movimiento, desde su oscuro inicio, que puede interpretarse como el sombrío destino, derivando luego a momentos de luz en carácter en su desarrollo.

Muy lírico es el segundo, que tiene una de las melodías más sensibles escritas por Tchaikovsky, en la que es clave la participación del corno solista, en esta oportunidad de magnífica y musical participación, ante ese ejemplo, la respuesta de los solos de otros instrumentos, fue de enorme calidad; este movimiento tiene varios clímax, a los que se llegó con progresiones dinámico dramáticas, de enorme emocionalidad, las que posteriormente se disolverán, para dar paso al tercer movimiento.

Paolo Bortolameolli dirigiendo Tchaikovsky. foto Juan Pablo Garrteón

Este es un vals, de engañoso carácter, pues bajo el ropaje aparentemente liviano, subyace el drama; la sección central, tomada a velocidad muy rápida, mostró toda la calidad y potencialidad de las cuerdas, tanto como del fagot y clarinete solistas, mientras otras maderas mostraron algunas dificultades de tempi y sonoridad; para posteriormente en la re exposición llegar al final, conservando el carácter impuesto por Bortolameolli, particularmente, en el poderoso y brillante final.

El movimiento final, que retoma el tema del destino, pero ahora con una mirada más optimista, encontró a las cuerdas y bronces brillantes, la batuta condujo la progresión expresiva con precisión certera, aludiendo al triunfo sobre ese destino.

Los logrados contrastes dinámicos y de carácter fueron tan precisos y emotivos, que envolvieron al público de tal forma que, llegado el final estalló en una larga y sostenida ovación, que premió el desempeño de la orquesta, agregando otro triunfo de Paolo Bortolameolli, ahora con la Orquesta Sinfónica Nacional.

Director y la Sinfónica Nacional interpretando Tchaikovsky.  foto Juan Pablo Garretón

Gilberto Ponce. (CCA)

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Elisa
Elisa
12 Días Hace

Estuve en la función de estreno,generalmente no opino más que como público aficionado ya que la crítica de Gilberto Ponce lo dice todo y muy bien analizado.La primera obra no es del tipo de música que me agrada pues no me llega en lo emocional,la segunda obra ,interesante y variadas las Canciones negras de Montsalvatge,bien interpretadas por Nancy Gómez,y dirigidas con solvencia y entusiasmo.La culminación del concierto con la Quinta de Tchaikovsky fue una fiesta para el alma,una orquesta que brilló bajo la direccion de Paolo Bortolameolli,quien transmite su pasión por la música de tal manera que sus dirigidos siempre dan lo mejor de si mismos .Grandes ovaciones muy merecidas para todos.

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