TRIUNFAL REGRESO DE OTELLO.
En triunfo llega a puerto el protagonista de la ópera de Giuseppe Verdi, algo que se constituyó en un feliz presagio, de lo que sería esta puesta en escena de Otello, en el escenario del Municipal.
Luego de largos ocho años, la tragedia volvió a maravillar, no solo por su increíble música -en una paleta soberbia para describir personajes y situaciones-, pues ahora lo hizo de la mano de una extraordinaria producción, que nos sorprendió, de principio a fin.
Muchas veces hemos planteado, lo importante que resulta la coherencia, entre los propósitos del compositor, en su encuentro con los responsables de las puestas en escena, independiente si estas tienen extrapolaciones temporales, o sus ambientaciones son simbólico-conceptuales.
Nuestra posición ha sido invariable, si se respeta el espíritu con que fue creada, los cambios son bienvenidos, esperando que además concurran en ella, los principales elementos de la estética.
Pensamos, sin temor a equivocarnos, que esta producción reúne esas condiciones, y el público en su sabiduría, también lo entendió así, por ello premió a todos los artistas involucrados, con una ruidosa y extensa ovación al final de la presentación.
Un hilo invisible pareció unir desde la conducción musical, a cantantes, coro, escenografía, vestuario, iluminación y règie (dirección de escena), creando un todo indivisible, donde primó la calidad en todo momento.
La dirección de escena fue de Pablo Maritano, que ahora reedita el éxito de su anterior Trovador, convirtiendo a los personajes en seres de carne y hueso, graduando muy bien la progresión dramática; perfiló a un angustiado Otello, incapaz de superar las desconfianzas, que le llevarán a consumar su crimen; algo similar ocurre con la figura de Yago, en su doble rol, como el cínico adulador, mientras trama la peor de las venganzas, conduciendo ajustadamente los hilos de su perversa maquinación; en el caso de Desdémona, delinea muy bien ese candor y enamoramiento por Otello, que le hace ingenuamente provocar los celos de este.
La solución de Maritano, para el dúo de amor del primer acto, tanto como para las disputas del tercero y la tremenda escena final, fueron realmente conmovedoras.
Del mismo modo, nos parecieron estupendos los desplazamientos del coro, comparsas y personajes, en la recreación del Teatro El Globo, donde Shakespeare estrenaba sus obras; del mayor interés resultó el desdoblamiento de las escenas, pues cuando veíamos al público del Globo, observando hacia un escenario interno, la escena se replicaba frente a los espectadores.
Si tuviéramos que objetar algún aspecto, sería una cierta confusión en la definición de los personajes en la primera escena, tal vez debido a la iluminación, lo que en nada disminuye nuestros conceptos.
La hermosa y funcional escenografía de Enrique Bordolini, recreó el teatro de Shakespeare, utilizando la curvatura para abrir o cerrar escenas, que se desarrollan en el interno o fuera de el, incluso se recrea el escenario mismo del Globo, allí se anticipa la tragedia, por medio de enormes fantoches, asimismo permite acentuar la borrachera de Casio; lo anterior está complementado con proyecciones en el fondo –el mar, la tormenta, el barco, o el rojo que anticipa el fatal desenlace-, o en el frente con la lluvia, o las estrellas que complementan la escena de amor; un violento contraste se produce, en el dormitorio de Desdémona de premonitorio negro, cuyas cortinas caen en el final, mostrando a los espectadores del Globo, horrorizados ante el crimen de Otello y su suicidio.
La iluminación, del mismo Bordolini nos llevó a los claroscuros del barroco, realzado aún más el vestuario isabelino, de gran belleza creado por Luca Dall´Alpi, factores que fueron fundamentales en el éxito de la producción.
La dirección de Antonello Allemandi, fue ajustadísima, con magníficos balances orquestales, contrastando las partes íntimas con aquellas grandiosas, manejó estupendamente la progresión dramática, convirtiéndose en el complemento perfecto de los cantantes. La Orquesta Filarmónica de Santiago, respondió musicalmente y con hermoso sonido, a cada uno de sus requerimientos.
Debemos volver al lugar común, en relación al Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornick, una vez más, perfectos en lo vocal y en musicalidad, con sonido poderoso o sutil, además que son excelentes actores.
Otello que estuvo a cargo del tenor Kristian Benedikt, creó un personaje con todas sus ambivalencias, sensible en la escena de amor, iracundo en la de los celos; en el inicio pareció no estar bien vocalmente, algo que superó ampliamente en el desarrollo, sus poderosos y expresivos agudos, fueron conmovedores, tanto como su dramático final.
La soprano Keri Alkema fue una convincente Desdémona, su impecable manejo vocal, de sólidos forte y hermosos piano, la convirtieron en una de las grandes triunfadoras, su escena donde canta la Canción del Sauce y el Ave María, fue sobrecogedora.
Evez Abdulla, barítono cantó Yago, su actuación fue un continuo de perversión, a ello agregó una consistencia vocal de primer orden, su memorable Credo, quedará como uno de los grandes momentos en el escenario del Municipal, sin duda uno de los grandes aciertos de la règie.
Casio fue cantado y actuado en forma estupenda por Sergio Járlaz, mostrando que es uno de los tenores emergentes de nuestro país. Emilia cantado por Evelyn Ramírez, la sigue posicionando como una de las mejores mezzosopranos chilenas.
De la mayor solvencia fue el rol de Rodrigo que cantó y actuó muy bien Claudio Fernández. Con la solvencia que le conocemos cantó Alexey Thikhomirov, como Ludovico, mientras que Montano de Sergio Gallardo y el Heraldo de Javier Weibel, confirman el gran desarrollo de los cantantes nacionales.
Sin duda uno de los momentos estelares de esta Temporada de Ópera 2014 del Teatro Municipal de Santiago.
Gilberto Ponce. (CCA)
Me encantó la puesta en escena. Impactante la lluvia del comienzo. Me sumo a lo dicho en la crónica, respecto a los cantantes, pero el comentario de Sergio Járlaz demasiado escueto para todo lo que él mostró en escena. Posee una voz potente, timbrada y diáfana llena todo el Teatro, es fácil reconocerla en medio de las otras, todos los protagonistas muy buenos: Desdémona sus pianissimos en la Canción del Sauce, magistrales, sin duda es bueno reiterarlo. Otello y Yago un hermoso dueto al final del tercer Acto, de pararse los pelos… ¡Me encantó!