RAYMONDA EL RENACER DE UN CLÁSICO.
Una de las obras más renombradas del repertorio clásico del ballet, es Raymonda que con música de Alexandr Glazunov y coreografía de Petipa se ha mantenido desde su estreno como un ballet al que aspiran tener en su repertorio todas las compañías con prestigio.
No obstante lo anterior, la excesiva duración de la obra, de más de tres horas, una música que no es demostrativa de lo mejor de Glazunov, la que solo logra un interés mayor cuando alude el trabajo de otros compositores, además de poseer una coreografía que mantiene esa visión de épocas pasadas donde solo interesaba el baile femenino, en una serie de danzas y solos amables sin mayores exigencias, relegando a una mínima expresión la participación masculina, algo que en nuestro tiempo termina por atenuar el interés de los espectadores, que buscan el contraste femenino masculino, ya que no basta solo la participación de alguna una primera figura o algunos bonitos números de conjunto para mantener el interés.
El Ballet de Santiago decidió acometer este gran desafío, encomendando la coreografía a Luis Ortigoza, quien con una visión más propia del siglo XXI decidió, y con gran fortuna revisar la partitura, acortando su duración eliminando los numerosos y extensos interludios que permitían cambios escenográficos, como también otras secciones de interés variable para darle mayor continuidad; asimismo le otorgó protagonismo al cuerpo masculino equiparando su importancia, incorporando algunas recias danzas para varones, pero manteniendo siempre la grácil belleza de las secciones femeninas; no creemos equivocarnos al considerar que Ortigoza se anota un enorme triunfo con su trabajo, que tiene como base en la clásica coreografía de Petipa.
Es así que este trabajo coreográfico para Raymonda de Luis Ortigoza fue considerado unánimemente como ganador del Premio del Círculo de Críticos, en la categoría Danza 2017, bien por quien fuera gran Bailarín Estrella del Ballet de Santiago, quien ahora incursiona con gran éxito como coreógrafo.
El trabajo de Ortigoza enfatiza el aspecto dramático en un continuo de notable progresión, que culmina con la fuerza y belleza del segundo acto.
La escenografía y vestuario correspondieron al experto Pablo Núñez, quien logró aplausos del público al abrirse las cortinas en varias de las escenas, como forma de premiar la bellísima escenografía, el vestuario hermoso y certero en sus contrastes, a pesar que para función del estreno, no estaba completamente terminado; la iluminación de José Luis Ferruccio en niveles de excelencia creando ambientes, ensoñadora en la escena del sueño y brillante en las grandes escenas de conjunto.
Raymonda fue Romina Contreras, que sigue dando muestras del porqué ha llegado a este significativo sitial en la danza en nuestro país, convirtiéndose simultáneamente en una de las favoritas del público, algo nada fácil en una compañía con grandes estrellas.
Ella transmite su personaje, que aunque de cuento infantil, le hace transitar por un mundo emocional, su amor por Jean de Brienne, tanto como las inquietudes que le asaltan con la aparición de Abderakhman, quien se le había aparecido en un sueño, mientras de Brienne luchaba en las cruzadas, la perfección de su baile tanto como el de sus numerosas variaciones, le ganaron enormes y merecidas ovaciones.
Una de la figuras ascendentes del Ballet de Santiago es Emmanuel Vásquez, quien tiene la apostura perfecta para Jean de Brienne, logrando comunicar sus sentimientos hacia Raymonda, tanto como su conflicto con Abderakhman, el duelo entre ambos fue recio y emocionante.
Rodrigo Guzmán la gran figura de la compañía fue Abderakhman, sus características físicas de avienen perfectamente con su rol, y todos aquellos aspectos de carácter gimnástico y arrojo como aquellos de mayor sutileza, con Raymonda fueron espléndidamente logrados.
El público no escatimó ovaciones para estos antagonistas masculinos.
Los solistas y el cuerpo de baile del Ballet de Santiago lo hicieron con rigurosa disciplina, muy certero en las grandes escenas y en los grupos más reducidos.
La Orquesta Filarmónica de Santiago fue dirigida por José Luis Domínguez, quien luego de un muy desajustado inicio en la introducción, llevó en general un pulso blando sin tensión dramática en el primer acto, luego en el segundo su rendimiento le hizo justicia a la partitura, del sonido orquestal solo podemos decir que mantuvo su alto nivel.
El Ballet de Santiago obtuvo un rotundo éxito en este renovado estreno de Raymonda, pues significó además una revitalización de uno de los clásicos de la danza de todos los tiempos, gracias a la creatividad artística de Luis Ortigoza.
Gilberto Ponce. (CCA)
No tuve la suerte de ver el primer elenco en Raymonda,eso no quiere decir que el segundo elenco no sea bueno ,pero una tiene como público aficionado ciertas preferencias.La coreografía de Luis Ortigoza me pareció magnífica en general y fue muy acertado de su parte y del equipo con que trabajó haber hecho las modificaciones en la partitura,algo que él contó en la sesión Dr Detrás del Telón previa al estreno.La música y la dirección orquestal del comienzo de la obra me pareció un tanto soporífera,por supuesto que eso cambió pronto afortunadamente.Muy interesante el contraste entre los dos pretendientes ,el angelical de Brienne y el sarraceno que por cierto creo que no fue Ghiso en la función del 29 sino Aracena amenos que me equivoque.Una función espléndida ,bellos trajes aún más bella escenografía y eso se agradece.Aunque echó mucho de menos a Ortigoza sobre el escenario ,espero que sigamos teniendo nuevas coreografías de el en el futuro,también lo hace con la excelencia que acostumbra.
Pienso que el Premio de la Crítica 2017 a la coreografía que Ortigoza creó para Raymonda, avala el deseo de tener nuevas producciones suyas.