DE RUSIA CON PASIÓN.
Cerrando otra exitosa temporada la Fundación Beethoven, presentó en el marco de su Temporada Internacional Fernando Rosas 2011, a la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo, bajo la dirección de Vladimir Lande.
No es usual, escuchar en nuestro país, orquestas de latitudes tan lejanas, que se han convertido en un verdadero mito, debido a que sus versiones, pueden alejarse, de las convenciones auditivas, producto del enfoque occidentalizado de sus obras.
Este aspecto, desconcertó a varios de los asistentes, pues al parecer, los músicos rusos debían ratificar, versiones incorporadas al inconsciente colectivo, a través de interpretaciones realizadas bajo la mirada de algunos grandes maestros occidentales.
Primero ofrecieron una interesante versión de la Obertura de “Candide” de Leonard Bernstein, que permitió aquilatar el peso sonoro del conjunto.
Luego se escuchó el “Concierto N° 1 para piano y orquesta, en Mi bemol menor Op. 23” de Piotr Ilch Tchaikovsky, con Maxim Mogilevsky como solista.
Mogilevsky, posee un histrionismo, que no desdibuja su sonido amplio y poderoso, que le permite competir, sin problemas con los forte de la orquesta.
Al mismo tiempo, se da maña para el lirismo en las partes piano; del mayor interés, es que en muchos momentos, saca a luz, voces intermedias, frasea en forma novedosa, jugando con las acentuaciones, otorgándole nueva vitalidad, a una de las obras más poderosas que se hayan escrito.
Vladimir Lande, se convirtió en el acompañante ideal, conduciendo la orquesta de manera complementaria, al enfoque de Mogilesky, el que transita desde la pasión desbordante, hasta el lirismo más íntimo, con la mayor expresividad.
La cadenza del primer movimiento, la llenó de matices e intenciones, de acuerdo a las características del enfoque mostrado en el desarrollo.
El hermoso movimiento siguiente, fue en la introducción, cercano a la ternura de una canción popular, carácter asumido luego por el solista en los diálogos con las diversas familias, donde mencionaremos la belleza del sonido de los chelos; la sección central, que es una verdadera encrucijada rítmica, mostró el virtuosismo del solista; en el final del movimiento los intérpretes acentuaron la similitud a uno de los temas de Romeo y Julieta, del mismoTchaikovsky.
El enfoque del tercer movimiento, lo podemos caracterizar de heroico y enorme júbilo, sus partes contrastantes llenas de virtuosismo, tanto para el solista, como para la orquesta fueron un gran triunfo colectivo.
La progresión expresiva, iniciada en los primeros compases, que concluye en el acorde final, transcurrió llena de matices; solista y orquesta salvaron los innumerables escollos, con la más absoluta solvencia.
Ante las estruendosas ovaciones Mogilevsky regaló dos encore, el primero un entrañable y lírico Tchaikovsky y luego un espectacular “Vuelo del moscardón” de Rimsky-Korsakov.
La “Sinfonía N° 5 en Mi menor, Op. 64” de Piotr Ilich Tchaikovsky cerró la presentación, en ella los visitantes rusos, se adentraron en la tragedia de su autor, mostrando los pequeños momentos de esperanza, con la severidad propia del disimulo que Tchaikovsky.
En su desarrollo, viajaron desde la oscura introducción, a esa especie de decisión de enfrentar su destino, en una expresiva progresión dramática, que evidenció el bello sonido del conjunto de San Petersburgo, en el alado tempo que adoptaron.
Los fraseos a lo largo de toda la obra, fueron correspondientes, al carácter que Lande le imprimió a la versión.
En la sinfonía se produjo rotación en el corno primero, redundando en una excelente performance, mostrando bello y sensible sonido, en el melancólico tema central del movimiento, los chelosreplicaron luego su bella exposición.
Pequeños acelerando y retardando, le otorgaron vitalidad al desarrollo; la sección más rápida fue virtuosa y expresiva.
El tempo de vals del tercer tiempo, lo enfocaron elegantemente, con brillo y limpieza, las figuras de las partes rápidas fueron de sorprendente claridad.
Tremendamente vital fue el cuarto, resaltando el drama subyacente de esta parte, que evoluciona hacia el exultante final, que arrancó ovaciones del público, obligando a un encore, un genial fragmento de Shostakovich, en un vuelco de estilo, muestra de la gran potencialidad de laOrquesta Sinfónica de San Petersburgo.
Un gran fin de Temporada de la Fundación Beethoven.
Gilberto Ponce. (CCA)
Jaime, si te das cuenta, en la nota aparecen tanto mis objeciones, como sus valores, en cuanto a lo de notable, fue en el sentido, que la versión no pasará desapercibida, precisamente por esa falta de unidad. Las reflexiones me parecen muy pertinentes, bien sabes que en la gran mayoría de los casos, coincidimos. La tercera de hoy, la encontré lo más fuera del espíritu de Mahler, toda tan medido, que se convirtió en una cosa bastante aburrida, con muchas pifias de los bronces, en las partes piano, pues el director, lo quiso pppp, algo casi imposible, incluso para los grandes, los coros sin balance, los niños apenas se escucharon. Ya conversaremos.
Gilberto.