LA ORQUESTA SINFÓNICA DE CHICAGO CON RICCARDO MUTI, EN EL CARNEGIE HALL
La orquesta nos está visitando durante esta temporada con una pequeña variedad de programas, todos bajo la dirección del popular Riccardo Muti, en mi opinión el mejor director de esta época. De quien siempre se puede contar con presentaciones inteligentes y excitantes.
En esta ocasión el programa abrió con la Sinfonía #1 Mi Mayor, Op. 26 escrita entre 1899 y 1900, de Alexander Scriabin, cuando el autor ya era famoso como pianista, obra que pide una orquesta grande, una mezzo, un tenor y un coro.
Obra en 6 movimientos, de una duración de cerca de 1 hora. En los primero 5 movimientos, el autor mira musicalmente al siglo que está quedando atrás, siguiendo las formas musicales de esa época, con melodías cortas, románticas sin muchos ángulos que parecen ser un continuo legato. Realmente me dio la impresión de pintura en acuarelas con exceso de agua, así que las figuras no resultan claras y precisas, pero en constante flujo melódico con los sonidos orquestales típicos de su autor.
Como siempre, es un excelente orquestador, aunque no muy original en su creatividad melódica, aunque suenan bien y son muy agradables, no son imperecederas. En el 6o movimiento introduce a los solistas vocales y al coro, en una oda escrita por él, dedicada a la Divinidad del arte con frases como «Oh maravillosa imagen de lo Divino, Harmonía pura del Arte, a ti, feliz te traemos, Homenajes de esos sentimientos cautivantes…..» Como inteligente compositor, Scriabin, sabe exigir de sus artistas lo mejor que pueden dar. Obra muy agradable de escuchar, no obstante, no deja muchos recuerdos musicales en la memoria de los oyentes.
Participó en la Sinfonía de Scriabin, la mezzosoprano rusa Alisa Kolosova que cantó con relativa expresión, pero su voz no tenia la potencia necesaria y en el caso de Scriabin eso era imprescindible. Aquí, me habría gustado mayor expresividad, ya que en las otras ocasiones que he visto esta obra, las mezzo, han sido mucho mas emocionantes que la Kolosova.
El tenor fue el ruso Sergei Skorokhodov, quien sí mostró una poderosa y hermosa voz, con amplio dominio de toda la tesitura, poniendo especial énfasis en la expresividad; un solista, al que quisiéramos volver a escuchar.
El concierto finalizó con una obra bastante propagandística de Sergei Prokofiev, la Cantata Alexander Nevsky, música de la película del mismo nombre, en la cual este autor y el famoso director cinematográfico Sergei Eisenstein trabajaron muy juntos mientras se estaba filmando, por eso, al ver la película uno puede percibir más música de la que hay en la Cantata, pero son solamente eslabones que la película necesita para que el film fluya.
El film lo terminaron en 1938, decidiendo el compositor arreglarla como Cantata en 1939 para un escenario exclusivamente musical. Básicamente narra la parte en la cual el líder del ejercito ruso, Nevsky, vence a las hordas suecas que invadieron Rusia entre 1240 a 1242, estableciendo un paralelo con la próxima invasión nazi.
El texto exalta el espíritu patriótico y militar ruso, diciendo cosas tales como: «la muerte espera a cualquiera que invada el territorio ruso.» Pero a pesar del grueso mensaje patriótico, musicalmente, es una obra maestra, con el coro representando al pueblo ruso y la solista llorando la perdida de los caídos rusos. La obra esta dividida en 7 secciones de variada duración, en las que exalta el patriótico espíritu ruso y describe magistralmente la cruel batalla decisiva, en el titulado «Batalla en el Hielo», finalizando con el exultante coro triunfal, luego del triunfo del héroe.
Alisa Kolosova cantó ahora la parte de la Muchacha que recorre el Campo de Muerte, pero lamentablemente lo hizo con muy poca expresividad, a lo que suma su escaso volumen, restándole toda la emotividad que el trozo requiere.
Por otra parte el Coro de la Sinfónica de Chicago con 112 participes fue algo impactante. Un coro cantando en ruso, con una gran expresividad, bello tono, sólido muy bien balanceado. En ambas piezas fue un pilar importante, en el éxito de las obras presentadas.
Muti y su orquesta, se lucieron ampliamente con tempos muy bien seleccionados, variación dinámica muy persuasiva, con pianissimo bellos y sólidos, principalmente en ciertos trémolos que formaban la base de las partes mas suaves. Esta orquesta ha sido, por mucho tiempo, una de las joyas musicales de este país, y de nuevo evidencian, que continúan así.
Carlos Miranda, desde New York.