|
ORQUESTA NACIONAL DANESA EN EL CARNEGIE HALL.
A pesar del frío que nos tiene en sus garras, en el Carnegie Hall se presentó la Orquesta Nacional Danesa, recompensándonos con un calido concierto. En esta ocasión la orquesta fue dirigida por el rumano Cristian Macelaru, Director Residente de la Orquesta de Filadelfia, que reemplazó al Director Titular de la Orquesta, el recientemente fallecido Rafael Frühbeck de Burgos.
El concierto comenzó con el Vals Triste de Jan Sibelius, en una interpretación bien expresiva, con dulces tonos en las cuerdas, estupenda afinación y perfecto balance instrumental.
Continuaron con otra de Sibelius, su famoso Concierto para Violín en Re menor, Op. 47, que interpretado por la talentosas violinista, Anne Sophie Mutter, quien nos ofreció una estupenda versión de la obra, a través de un dulce, la vez que poderoso sonido, con perfecta afinación y amplia expresividad, dando amplias muestras de su completo control técnico y musical de la obra. En sus pequeñas variaciones tonales, enfatizó expresividad y drama nórdico, en una clara demostración de su amplia experiencia con la obra.
A lo largo de la partitura, demostró que todos los problemas técnicos, que no son pocos, no representaban ningún problema para ella, por ello su interpretación fue recibida con una larga y calurosa ovación, que la llevo a tocar la Sarabanda de la Sonata para Violín solo de Johann Sebastian Bach, en una sólida demostración de técnica y expresividad.
Y el concierto finalizo con la 4a Sinfonía de Carl Nielsen, llamada la Inextinguible (referido a lo que es inextinguible, o sea la voluntad elemental de vivir), en una sólida, y convincente interpretación. No cabe duda que este autor danés, esta en los huesos de esta orquesta y su interpretación dio amplia evidencia de lo mismo.
Las cuerdas, dieron cuenta de una belleza sólida y firme en sonido, con perfecta precisión y musical vitalidad. Las maderas mostraron sus bellos tonos, precisos y con un excelente balance entre ellos.
Esta fue la oportunidad, para que los bronces presentaran su robusto y sólido sonido, además de una perfecta precisión rítmica y tonal. Y ni hablar de la batalla que describen los dos juegos de timbales, donde la perfecta musicalidad de los timbalistas, Lars Vester Larsson y Rene Felix Mathiesen, mantuvo siempre el control vital de esta batalla, que alude a la Primera Guerra Mundial. Fue una exhibición exultante júbilo.
En general, este fue una excelente demostración de la musicalidad y versatilidad de la orquesta que, aunque no tan conocida, debiera reconocerse como una de las mejores orquestas europeas. Siendo justo reconocer, que estos resultados son el producto de la labor de muchos años, realizada por Frühbeck de Burgos, que fue recogida y mantenida, en esta ocasión, por Cristian Macelaru.
La recepción por parte del publico, logró borrar de nuestra memoria, el frío que nos esperaba afuera, por lo menos, por un largo rato.
Carlos Miranda, desde New York.