NUEVO TRIUNFO SINFÓNICO DE LA MANO DE PANNI.
Al director italiano Marcello Panni, solo le bastaron dos conciertos frente a la Orquesta Sinfónica de Chile, para convertirse en uno de los favoritos del público, reconociendo en él a un gran director, que sabe conseguir lo que quiere, pues sabe muy bien como hacerlo, a través de su gran experiencia y sabiduría.
Al parecer la orquesta es de la misma opinión, si juzgamos el reconocimiento que le brindó el conjunto, al concluir su última jornada frente a la agrupación.
Una vez más, la orquesta logró un bello y equilibrado sonido, destacando todos aquellos instrumentistas a los que correspondió secciones como solistas, en una tarde donde predominó la musicalidad.
La obertura de la ópera La Urraca ladrona de Gioacchino Rossini, que no por ser tan famosa, es sencilla, abrió el concierto, y desde el redoble de la caja al inicio, fue evidente que se estaba frente a una gran versión, en ella destacaron los contrastes entre fuerza y finura, sin dejar de lado la gracia, todo con un balance instrumental perfecto.
Fraseos y articulaciones, tanto como diálogos de familias e instrumentos, realzaron como pocas veces la genial obra; Panni fue obligado a salir varias veces a saludar, algo poco usual para una obra de inicio.
Continuaron con la Sinfonía Nº 8, Op. 93 de Ludwig van Beethoven, obra que fue dedicada por su autor, a su gran amigo Johann Maelzel, inventor del metrónomo y constructor de las trompetillas acústicas usadas por Beethoven durante parte de su sordera.
La versión fue de un justo equilibrio clásico-romántico, por su extrema claridad melódica y peso expresivo, destacando los juegos dinámicos y los diálogos entre familias, geniales en la sección de las cuerdas.
Gracia y precisión se evidenciaron en el Allegretto, donde Beethoven incluye un canon que escribiera para Maelzel, donde realiza la onomatopeya del sonido del metrónomo, no podemos dejar de señalar la musicalidad en el pizzicato del los violines segundos, en su contrapunto al tema principal.
Enérgico y brillante fue el inicio del tercero, que mostró la rigurosidad del propósito del Panni, consiguiendo todos los elementos a destacar; certero fue el diálogo cornos clarinete en el trío del movimiento, que se caracterizó por su gran vitalidad.
Lúdico en el manejo de contrastes fue el cuarto, llevado en pulso estricto, realzando los contrastes melódico-rítmicos; en suma una estupenda versión de una sinfonía, que a veces recibe versiones planas y sin carácter.
Finalizaron con una Suite orquestal de la ópera Tosca de Giacomo Puccini, con arreglos del mismo Marcello Panni.
La suite rescata algunas de las partes más significativas de la ópera, de manera conservar el hilo dramático, siendo muy bien resuelta, la ausencia de las voces.
Por supuesto es el dramatismo lo que predomina, como ocurre con el brillante inicio, el aria Visi D´arte de Tosca, la escena del asesinato de Scarpia, así como en la progresión que lleva al fusilamiento de Mario.
Nos parecieron excelentes, las descripciones y progresión dramática del Te Deum y la del comienzo del último acto, con el corno inglés, reemplazando el canto del pastor, en esta parte es preciso destacar el brillante desempeño de los cornos, que consiguieron un bellísimo sonido.
La orquesta tuvo un rendimiento excepcional, nobleza sonora en las cuerdas, expresividad en las maderas, brillo particular en los bronces y precisión en la numerosa percusión, pero sobre todo, un derroche de musicalidad.
Sin duda Marcello Panni, posee las condiciones para obtener de la orquesta una respuesta del más alto nivel, algo largamente corroborado en sus dos presentaciones; al comentario del público; «debiera volver muy pronto», adherimos de la forma más entusiasta.
Gilberto Ponce. (CCA)